Nahir Galarza, la joven de 19 años acusada de asesinar de dos tiros a su ex novio Fernando Pastorizzo en diciembre pasado, se negó a declarar ayer  en la primera jornada del juicio, en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú.

Su única manifestación en la audiencia, tras dar sus datos filiatorios, fue gritarle “¡qué mentirosa!” a la madre de la víctima cuando aquella afirmó, al testificar, que la imputada “gritaba y golpeaba” a su hijo. Galarza llegó detenida al debate oral, que continúa hoy y mañana con más testimoniales, y que está previsto que se extienda hasta el 28. La imputada podría ser condenada a prisión perpetua ya que se la acusa de homicidio doblemente calificado por la “relación de pareja” con la víctima y el “uso de arma de fuego”, en tanto la pertinencia del agravante de alevosía, que solicitaron las querellas al instruirse la causa, se resolverá durante el juicio.

Galarza llegó a los tribunales en un patrullero que la trasladó desde la Comisaría del Menor y la Mujer de Gualeguaychú, donde está presa desde las horas posteriores al asesinato, ocurrido el 29 de diciembre. E ingresó a la sede judicial, esposada y custodiada por dos policías, sin hacer declaraciones a la prensa mientras en la puerta de los tribunales un grupo de amigos de la familia de la víctima levantaba pancartas y carteles con la leyenda “Justicia por Fernando”.

La audiencia comenzó con los alegatos de apertura de las partes, tras lo cual, la joven respondió las preguntas de rigor sobre sus datos filiatorios y, siguiendo la estrategia de su defensa, se negó a declarar.

Ante la negativa, las querellas solicitaron ser incorporadas al debate las declaraciones que hizo la joven durante la instrucción, ante el fiscal Sergio Rondoni Caffa, y, luego de un cuarto intermedio, el tribunal integrado por los jueces Mauricio Derudi, Arturo Exequiel Dumón y Alicia Vivian resolvió incorporarlas. 

En la primera de esas declaraciones la joven confesó que mató a Pastorizzo, mientras que en la segunda aseguró que los disparos fueron accidentales.

Cuando el 16 de enero la joven amplió la indagatoria, sostuvo que en la primera declaración, que su defensa buscará que no sea tenida en cuenta en el juicio, había mentido porque tuvo miedo de que culpasen a su padre policía, que era el dueño de la pistola reglamentaria calibre 9 milímetros con la que fue baleado Pastorizzo.

“Fue un accidente, no supe qué hacer, me pudieron los nervios. Nunca en mi vida se me cruzó en la cabeza que podía matar a una persona, ni siquiera por todo el maltrato que me hizo”, declaró la joven durante aquella ampliación.

Al estar reconocida la autoría de los disparos, lo que pondrá en el centro de la discusión si fueron dolosos o culposos, por un acuerdo entre el Ministerio Público Fiscal y las querellas fue innecesario que declarasen varios testigos que analizarían el lugar del hecho, por lo que la jornada se redujo a los testimonios de la madre y el padre de la víctima. 

Los alegatos de apertura estuvieron a cargo del fiscal, del abogado querellante por parte de la madre del joven asesinado, Rubén Virué; de los letrados Sebastián Arrechea y Juan Carlos Peragallo por parte del padre de Pastorizzo; y del defensor José Ostolaza.

A su turno, Silvia Mantegazza, la madre de Pastorizzo, aportó detalles sobre la relación entre su hijo y la acusada. Y relató al tribunal que “una vecina le contó que en más de una oportunidad” escuchó que Nahir “le gritaba y le pegaba a Fernando”. En ese momento, la acusada le gritó desde su asiento “¡qué mentirosa!”, y elevó la tensión en la reducida sala de audiencias. Tras la interrupción, la madre del joven declaró que fue la misma vecina quien le alcanzó un teléfono inalámbrico que habrían arrojado en el frente de su casa en medio de estos episodios de violencia verbal y física de los que, según la mujer, Fernando era víctima.