"Cúbranlo, que va a estar bueno", le asegura Juan Carlos Baglietto a Rosario/12. Se trata de Agitando pañuelos, el espectáculo que hoy a las 21, el rosarino presenta en Auditorio Fundación (Mitre 754) junto a Patricia Sosa y Lito Vitale. Un trío de afecto repartido, ganado por los años de trabajo, entre amistad y proyectos varios. Sosa, Vitale y Baglietto, encuentran ahora sintonía en la música folklórica, como consecuencia de una relación que dice también sobre sus trayectorias personales.

Al decir de Baglietto, "te voy a hacer un resumen rápido". "Teníamos ganas de hacer algo con Patricia, con quien soy amigo desde hace muchísimos años, y con quien alguna vez supimos cantar algunas canciones dentro y fuera de La Torre. Luego se lo propusimos a Vitale, a quien se le ocurrió que encontráramos un espacio común a los tres. Ese espacio común resulto ser la música con la que nos iniciamos en nuestra historia musical. ¡Lo primero que yo toqué en la guitarra fue Zamba de mi esperanza! Descubrimos que a los tres, de alguna manera, nos pasaba una cosa similar, como es el caso de nuestros proyectos de folklore y tango con Vitale, o Patricia con Mujeres argentinas, hasta los laburos que pudo haber hecho con Ariel Ramírez, como Misa criolla y Navidad nuestra, entre tantas otras cuestiones".

Desde la apropiación y reelaboración folklórica que Agitando pañuelos propone, el músico aclara que "si bien se trata de relacionarnos con el folklore a nuestro modo, es decir, no hacerlo desde el lugar del folklorista tradicional, somos muy respetuosos de las formas, del contenido, de las melodías. Cabe destacar que esto no es un proyecto de folklore de proyección, estilización o complejización. Nos propusimos un repertorio con canciones que nos gustan, que nos llegan y de alguna manera nos tocan. Canciones que pueden tener una lectura si se quiere sencilla. No intentamos darle una mirada intelectual sino profunda desde lo sensible, desde la poesía y desde no estropear las maravillosas obras que han compuesto autores de los más fundamentales de nuestra música popular, desde Atahualpa Yupanqui hasta Jaime Dávalos, Ariel Ramírez y tantos otros. Además, acompañados por un grupo de siete músicos, con una sonoridad a la que Vitale está muy acostumbrado y nos tiene muy acostumbrados, y está buenísimo".

-‑Hay un ritual folklórico que el público tiene incorporado, así como también con cada uno de ustedes.

-‑Desde ya, pero también nosotros nos hemos tirado de cabeza a un repertorio folklórico excluyendo cualquier hit o tentación de caer en las canciones más conocidas, que podríamos interpretar tanto Patricia como yo. En este show no hay ni Endúlzame los oídos ni Aprender a volar ni Mirta, de regreso ni Era en abril ni El témpano, es un show de canciones de folklore con las que nos sentimos profundamente identificados.

-‑¿Y cómo notás, en este caso, la relación con el público?

-‑Mirá, por decirlo de alguna manera, es un show de adhesión inmediata. Lo hemos probado en festivales, y fue así; y si funciona allí debe serlo, ya que se trata de uno de los ámbitos más crueles, donde tocás adelante o después de muchos números, donde no siempre el público está de lo más cómodo. Además, es un show bien para arriba; si bien tiene sus momentos de relax dentro de la dinámica, tiene mucha zamba, mucha chacarera, visitamos galopa, más allá de aquella zamba cadenciosa que es la misma Agitando pañuelos, desde Alfonsina y el mar y El mensú hasta Desde el puente carretero, es muy variado. Por un lado, tiene muchas partes que suenan muy bien, y por otro, suena bien arriba.

-‑Me gusta leer en la gacetilla que los tres vienen del rock, y pensar cuando alguna vez las categorías musicales eran tan drásticas.

-‑Lo que pasa es que estuvimos bastante confundidos y lo digo empezando por los mismos músicos. En un principio no entendíamos que la misma música no puede servir para separar a la gente sino todo lo contrario. Y esto fue una cosa que nosotros sacamos como bandera: los que hacíamos rock no le dábamos bola a los que hacían folklore, los que hacían folklore a los que tocaban tango, los del tango a los que tocaban cumbia y los que tocaban cumbia a los que hacían bolero. Creo que ha pasado el suficiente tiempo para entender que la música nunca puede servir para separar sino todo lo contrario. Parece que es un signo de crecimiento haber entendido que al fin y al cabo todo es música, aun cuando uno pueda sentirse más identificado o sensibilizado con algunas, pero no estamos en veredas contrarias.

-‑Sea desde un lugar artístico o afectivo, ¿qué te aportan Patricia Sosa y Lito Vitale?

-‑En principio, vos sabés que este es un oficio en donde uno no puede llevarse mal con la gente con la que comparte un escenario, quiero decir, el público se da cuenta inmediatamente de si lo que uno hace es por intereses que no tienen que ver con las relaciones humanas. Yo me siento profundamente amigo de estas dos personas, con quienes tengo la suerte de compartir escenario. Si se quiere, hemos tenido más tiempo de maduración con Vitale que con Patricia, pero con ella nos conocemos y somos amigos desde hace muchos años también. La primera cosa que te diría es que nos llevamos bien y tenemos coincidencias más allá del escenario, la segunda es el respeto que tenemos por el laburo del otro. De lo contrario, no podríamos estar. Yo no podría estar con alguien con quien no sintiera coincidencias, si no valorara su quehacer artístico. Por otro lado, hay algo que no tiene ninguna explicación demasiado científica, y es lo que sucede cuando cantamos o tocamos juntos. Me pasan, nos pasan, cosas. Por ende, creo que esto genera un fenómeno de transmisión y es a la gente a quienes también les pasan cosas. Hay motivos suficientes para estar juntos.