El tema más espinoso del post Brexit es el comercio entre la República de Irlanda, que pertenece a la UE, e Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido. Uno de los pilares de los acuerdos de paz de 1998 en Irlanda del Norte fue que tanto la República de Irlanda como Irlanda del Norte pertenecían a una unidad superior, la UE, razón de más para dejar atrás un conflicto nacionalista de décadas de muertes y pobreza. Nada simbolizaba mejor el conflicto que la existencia de una frontera con controles aduaneros y de pasaportes. ¿Cómo evitar un regreso a este control fronterizo cuando el Reino Unido deje la Unión Aduanera? La UE argumenta que la única manera “realista” es que Irlanda del Norte sea parte de la unión aduanera y que el tema arancelario se dirima en el intercambio de bienes y servicios que tenga con el resto del Reino Unido. Esta propuesta implicaría que a nivel comercial Irlanda del Norte pertenecería más a la UE que al Reino Unido, algo inaceptable para el gobierno de May. En todo caso, el proceso será extremadamente caro. A fines de mayo la Autoridad Impositiva Británica estimó que el costo de una nueva relación aduanera con la UE sería de 20 mil millones de libras al gobierno y una cifra equivalente a la industria por el costo agregado de 32,50 libras por declaración aduanera de cada producto que cruce la frontera.