Era un bochornoso mediodía rosarino y los comensales vacilaban ante el abundante banquete de ceviche y otras delicias. Sentado (como en una de sus fotos) en el centro de una luenga mesa del restaurant peruano, Marcos López le pedía a la productora local de su stand argentino para la Feria de las colectividades un disfraz de mono y un tambor. "Como esos monitos a cuerda...", evocó, reviviendo su niñez.

"¡Tambor!" exclamó la productora, y todo el séquito del artista se puso a pensar. ¿De dónde sacamos un tambor y un disfraz de mono? Nadie se preguntaba de dónde iban a sacar a alguien que estuviera dispuesto a disfrazarse de mono con 30º Celsius y a tocar el tambor. Y lo más importante: ¿tendría monotributo para poder facturar la changa?

"Me llamaba desde Buenos Aires y me decía: 'saquen ese ciervo', 'saquen ese sifón'", recordaba luego con admiración la productora, atenta a cada capricho del genio en relación con el stand argentino, que causó sensación en la Feria de las colectividades y en Facebook.

Ocupado en degustar esa postal renacentista criolla (o pop latinoamericana), el ambiente artístico de Rosario no se enteró de que lo más trascendental para la provincia venía sucediendo en Santa Fe capital, donde el 1º de abril asumió (luego de ganar un riguroso concurso) Analía Solomonoff, la nueva directora del Museo Provincial de Bellas Artes "Rosa Galisteo de Rodríguez". Y ya nada fue igual.

Analía Solomonoff enunció el plan "Repensando el Rosa".

Mujeres, maestros y memoria

Con la consigna "repensando el Rosa", Analía Solomonoff enunció el nuevo plan museológico del MPBA a través de tres muestras que podrán visitarse hasta el 27 de febrero en 4 de enero 1510, Santa Fe: La luz en la tormenta, una exposición patrimonial del arte de entreguerras con curaduría e investigación de Guillermo Fantoni; Inventario, y Lo que pasa durante. Curada por Iconoclasistas, Inventario incluye un Atlas colectivo de la ciudad de Santa Fe que va mutando permanentemente a medida que suma contribuciones del público, entre otras zonas a cargo de agentes activos del arte contemporáneo como los curadores Juan Curto y Florencia Magaril, o los expositores invitados Cintia Clara Romero y Maximiliano Peralta Rodríguez, quienes a su vez convocaron a un taller. Gestores desde 2010 del proyecto Curadora (que cuenta con aportes de Espacio Santafesino), Romero y Peralta Rodríguez editaron Constelación Rincón, un libro rebosante de ideas y testimonios que mapea los nuevos espacios de arte de la provincia. Toda esta productiva articulación entre institución y espacios independientes se planta de cara a un desafío: lograr que el público santafesino se apropie de su bello museo de Bellas Artes.

Mientras tanto, en Rosario, Marcela Römer completó su último año como directora del Castagnino. Otras tres funcionarias de Cultura también se destacaron por el espacio que dieron a las artes plásticas: la subsecretaria Lila Siegrist; la directora del Museo Estevez, Analía García, y Viviana Nardoni, la nueva directora del Museo de la Memoria.

 

El año 2016 va a ser recordado en la provincia como aquel en que cambió la mirada sobre las mujeres. Tal era la agenda explícita de una exposición patrimonial del Castagnino, centrada en un ícono religioso y uno pop. Con curaduría del español Paco Barragán, De madonna a Madonna visibilizó algunos old masters de la colección local y videos del MUSAC, pero no cumplió con la subversión ideológica prometida.

En 2016, sin embargo, Rosario vio magníficas muestras de artistas mujeres con conciencia de género que tomaron el control sobre su propia representación. En este sentido, el año comenzó en abril con las excelentes pinturas al óleo de Paula Grazzini en la sala de exposiciones del Estevez y tuvo su agosto en agosto con la que sin duda fue la muestra del año: Rapsodia inconclusa, de Nicola Costantino, una instalación de alta tecnología que ocupó todo el edificio del MACRO y maravilló al público rosarino con una singular narración audiovisual sobre la figura de Eva Perón, cargada con el prestigio de haber representado al país en la 55ª Bienal de Venecia.

Desde los retratos de escritoras por Sara Facio en el ECU hasta las heroínas del 2015 seleccionadas para la muestra de la Asociación de Reporteros Gráficos en el CEC, la fotografía acompañó a las acciones políticas desde un lugar no menos transformador. Tres fotógrafas notables publicaron libros: Paulina Scheitlin (La foto de los lunes), Laura Glusman (Temporal, que inauguró la editorial de la galería Diego Obligado) y Mónica Fessel (Pasajes, por la EMR). Andrea Ostera se lució con obra propia en Mal de Archivo pero además mostró la producción de su taller en la muestra Ejercicios, del MACRO.

Otra artista y docente, Claudia del Río, expuso allí todos sus cuadernos además de revolucionar con una personalísima ambientación de telas, collages, objetos y dibujos el nuevo espacio de Diego Obligado, donde presentó como libro parte de esos cuadernos, publicados bajo el título de Ikebana Política por la muy activa editorial Iván Rosado.

Entre las muestras que albergó el ECU, las de mayor impacto fueron de artistas y curadoras mujeres. En el invierno, Sueño lúcido desplegó pinturas y fotografías de Alejandra Noguera, mientras Naturaleza artificial reunió obras de Marisa Gallo, Marcela Cattaneo, Mabel Temporelli y Marina Gryciuk en un montaje cálido y amigable. Todo lo que se transforma ofreció una imagen cambiante con obras de Florencia Caiazza (entre otros) y curaduría de Clarisa Appendino, cuyo criterio renovador se destacó también en OSDE con El procedimiento silencio: una antología colectiva sin precedentes que mostró un exquisito autorretrato grupal de la emergente generación millenial.

Junto a esto, el arte santafesino del 2016 hizo el recuento de logros de las artistas de la generación intermedia. Nacida a mediados de los '60 al igual que Costantino y Ostera, Fabiana Imola presentó Enramada, una exposición en el Museo Castagnino que con curaduría de Guillermo Fantoni redefinió el concepto de "retrospectiva". Como curadora, Imola transmutó la sala de arte de Mal de Archivo en una ambientación de zócalo a techo con los dibujos de Aníbal Brizuela.

La galerista Gabriela Gabelich (la productora que se menciona en la viñeta de color que abre esta nota) se la jugó abriendo un nuevo ámbito para el arte más innovador. La galería Gabelich contemporáneo (Pueyrredón 611) sigue sosteniendo un firme ritmo de exposiciones con calidad museográfica y vernissages en la terraza a la luz de la luna.

Otras dos activas y queridas gestoras culturales se despidieron del público rosarino. Flor Balestra cerró Peccata Minuta después de 25 años de actividad en el Pasaje Pan. Y Virginia Negri, en el Pasaje Dominicis, hizo lo propio con Embrujo: un espacio que albergaba muestras de arte emergente y era una obra de arte en sí mismo.

Pero si alguien marcó líneas a futuro, fueron las curadoras Sabina Florio y Cynthia Blaconá. A ellas se debe la mejor exposición conmemorativa de los 40 años del golpe de Estado: ¿Quién si no? Voces que rompen el silencio, una instalación sonora con testimonios en juicio de cinco mujeres sobrevivientes de las cárceles políticas clandestinas de la dictadura. No conformes con lo cual articularon ESTAR en movimiento, una exposición antológica de Martha Greiner en la sala de exposiciones del Museo Estevez. Allí la experiencia visual se conjugó con música, videos y un catálogo de lectura imprescindible.

En el CCPE, la inclusión de experiencia sonora en el recorrido expositivo también dio vida a los testimonios reunidos en Territorio acotado/expandido, de la curadora paraguaya Lía Colombino. La muestra dio cuenta de Chaco Ra'anga, experiencia cuya coordinadora Virginia Russo siguió profundizando en Para que no arranquen el monte de mí: un taller dado por ancianos, maestros y académicos de la comunidad Qom. En la Biblioteca Argentina se presentó Cultura Qom, un largometraje documental de Stella Vagni del que se editaron 250 CD de distribución gratuita. En ambas instancias se destacó la voz de Ofelia Morales, una luchadora por la inclusión multicultural de su comunidad milenaria.

Bajo la dirección de Viviana Nardoni, el Museo de la Memoria conmemoró los 40 años del golpe de Estado de 1976 con exposiciones de una gran empatía en el tratamiento de temas sensibles. Desde la ya mencionada ¿Quién si no?, de Florio y Blaconá, que exigía sentarse a escuchar (¿hay algo más femenino que la escucha, la voz, la charla?) hasta los treinta mil desaparecidos abordados uno por uno en la instalación 30 (treinta) de Andrea Fasani, la institución sentó posición por la memoria, verdad y justicia, rescatando iniciativas federales como la colección de Cartas de la dictadura de la Biblioteca Nacional: un oasis de lucidez a contrapelo de las políticas macristas.

Mientras tanto, la barbarie avanzaba haciendo realidad las pesadillas de los visionarios del arte. El Centro de Expresiones Contemporáneas, como parte de la muestra colectiva El valor de lo inútil, mostró entre otros objetos un proyecto de monumento a la líder social jujeña Milagro Sala creado antes de su prisión política, por Martin de Girolamo; para cuando llegó al piso 7 del Museo de Arte Contemporáneo, el taller Foto Crazy en la cárcel de Piñero tenía suspendidas las partidas presupuestarias (pero igual siguió adelante).

Foto Crazy camina por la sombra y los cuadernos de Claudia del Río fueron dos capítulos de Ejercicios. Formación, aprendizajes e intercambios en el arte contemporáneo, muestra que con una nutrida agenda de actividades para todo público y junto con Galería El taller. Una iniciativa de autogestión pedagógica y expositiva en los años 60, con excelente investigación, libro y curaduría de Nancy Rojas en Villa Hortensia, visibilizó la docencia artística centrándose en talleres como el de Juan Grela y Aid Herrera en Alberdi. Los maestros, en todo sentido, recibieron homenajes. Luis Ouvrard tuvo su gran retrospectiva y su libro en una feliz iniciativa conjunta del Museo Castagnino y la editorial Iván Rosado. Y lo mismo el genial pintor Anselmo Piccoli, gracias a otra investigadora también genial: Cristina Peri Rossi, curadora de Avatares de la forma. Anselmo Piccoli, de la figuración a la abstracción. En el 2017 sale libro por la editorial Diego Obligado.