“Epopeya argentina es esta obra de Astor Piazzolla que pareciera que fue escrita en el año 1951 y editada en el 52, y nunca se tocó”, explica Agustín Guerrero. En la Biblioteca Nacional había quedado una reducción a piano realizada por el mismo Piazzolla y un grupo de fanáticos del compositor dio con ella. Sin registro alguno, esos seguidores le pidieron a Guerrero que la interpretara para saber cómo sonaba. “Me gustó tanto que no quise dejarlo ahí y me propuse recrearla”, cuenta. La familia de Piazzolla dio la autorización, Pablo Marchetti lo acercó a la sala, y el resultado llegará al Caras y Caretas 2037 en un par de semanas.

“Piazzolla la hizo en colaboración con Mario Nuñez, un escritor peronista”, profundiza Guerrero. “Uno a Piazzolla lo conoce como antiperonista, pero él en realidad se declaró antiperonista después de la caída. Ante no se declaraba ni de una manera ni de otra, solía amoldarse al gobierno de turno”, comenta. “Tenía un pensamiento más apolítico, que en realidad tiene que ver con el individualismo, con decir ‘yo tengo mi música y quiero que se conozca’. Son posturas”.

Epopeya argentina, además, data de 1951, antes de la consolidación del Piazzolla compositor más conocido. “Esta obra no es como las obras convencionales de Piazzolla –describe el pianista–. Es una obra sinfónica, con aspiraciones a algo más grandioso, épico, con el peronismo como movimiento que viene a salvarnos, porque esa es la idea que está el texto de Nuñez”.

La recreación de Guerrero parte de esa reducción a piano y busca rellenar los huecos de la orquestación, inspirándose en el estilo de la época de Piazzolla. Marchetti, habitual recitador en las apariciones del Quinteto, retomará la parte del narrador. “Falta la parte coral, que se perdió”, lamenta Guerrero. “Estoy recreando esa obra sin saber bien del todo cómo era la original, pero sí con la idea de lo que Piazzolla bajó al piano. Respetando, pero también agregándole”.

Ese domingo, aclara, su hermano volverá al bandoneón del Quinteto. Hasta el momento de incursionar en Estupidez, la otra gran obra del proyecto del Quinteto, cuando vuelva a ponerse en el fueye Amijai Shalev. Martín Rodríguez (guitarra eléctrica), Diego Rodríguez (contrabajo y bajo eléctrico) y Lucas Diego (batería), seguirán firmes en sus puestos todo el recital.

El Quinteto Agustín Guerrero es el más explícitamente político de todos sus proyectos. Nació con una idea de obra en mente. “La idea de esa obra era la estupidez, con varios conceptos e ideas que tienen que ver con nuestra realidad actual, global, de las estupideces naturalizadas de nuestro ser cultural. Eso ya de por sí tiene una carga política, de denuncia social. Con la hipótesis de que el exceso de la información en nuestra sociedad global, el hombre está condenado a ser más estúpido. Hay más información, mayor es la velocidad a la que viaja, y por tanto también mayor es la dificultad de procesarla y asimilarla”.

Guerrero entiende que la suya es una quijotada. “Es una batalla como ya perdida para mí, pero hay que darla de todas maneras. A alguien le puede interesar, abrir la cabeza, hacer cambiar. Con eso ya estoy cumpliendo mi función”, propone. ¿Cree en la función del artista? “Creo que el artista refleja su tiempo, su lugar. O su tiempo desde su lugar. Entonces creo que esta obra pretende eso. Quizá poniendo los cañones en determinados conceptos e ideas, visualizando cosas que no siempre están tan explícitas en una obra de arte. Pero la función del arte es reflejar la situación social y política de una era”.