El ministro de Cultura y Deporte de España, Máxim Huerta, renunció ayer a su cargo apenas una semana después de haber asumido, como consecuencia del escándalo que desató la información de que fue condenado por fraude fiscal, lo que motivó que tanto la oposición como los aliados del Gobierno socialista le exigieran su renuncia. “He tomado esta decisión pensando en las cosas que más creo en esta vida: la cultura y la transparencia. Lo hago sabiendo que soy inocente”, aseguró Huerta en una comparecencia ante la prensa, tras presentar su renuncia al presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, a quien no había informado sobre su condena cuando fue sondeado para sumarse al gabinete. La renuncia de Huerta supone la primera crisis del flamante gobierno encabezado por Sánchez, quien asumió la presidencia hace dos semanas tras desbancar al conservador Mariano Rajoy con una moción de censura a raíz de una histórica sentencia por corrupción contra su Partido Popular (PP). Sánchez, quien se presenta como el abanderado del “juego limpio”, había afirmado en 2015 que si tuviera en la dirección de su partido a alguien que hubiese creado una sociedad interpuesta para pagar la mitad de impuestos, como salió a la luz que hizo Huerta, esa persona sería expulsada. El periodista y escritor de 47 años, cuya designación llegó cargada de polémica y fue calificada de “frívola” remarcó que se aparta del cargo pese a su inocencia para que “el ruido de la jauría no rompa este proyecto que ha ilusionado a tantas personas en este país”.