Marta Alanís, la fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir Argentina, lleva décadas de lucha feminista, aunque no siempre se reconoció como tal. Católica casada por iglesia, madre y abuela, compatibiliza su fe religiosa con la militancia por el aborto legal. Sostiene que se puede ser católica y estar a favor de la interrupción del embarazo porque los temas de moral sexual no son dogmáticos y la persona tiene que poder decidir en base a su conciencia. Esta mujer que es de misa, aunque no diaria, contó a PáginaI12 que cuando la Cámara de Diputados dio media sanción a la ley que legaliza el aborto, tras una maratónica sesión de casi 23 horas, la emoción la desbordó, fue “una alegría tremenda ver la cantidad de gente que marchó y circuló alrededor del Congreso, en eso que hace muchos años llamaron desde PáginaI12 la marea verde, y que nosotras mismas nombramos así”.

–¿Cómo vivió la extensa jornada hasta que se aprobó la ley?

–Fueron dos días, el 13 y el 14, en los que vivimos con mucha ansiedad e incertidumbre sobre lo que podía suceder. Teníamos información que decía que podía salir, pero iba cambiando constantemente. Después, finalmente, llegó la gran emoción, ver la cantidad de jóvenes que había, esa marea verde que desbordó. Fue muy emocionante. Un día de muchos abrazos, abrazos de risas y lágrimas. Una compañera definió muy bien, estaba como en una nube, me costaba aterrizar y darme cuenta. Una sensación contradictoria de tener expectativas y no poder terminar de creerlo. La emoción de tantos años y tantos proyectos, desde 1921 en adelante para modificar el Código Penal, para ampliar causales, y sin embargo nunca se había dado el debate Fueron días históricos y para emocionarse, después de trabajar tantos años.

–¿Cuál fue el camino que siguió el movimiento de mujeres que posibilitó llegar hasta acá?

–Si bien hay antecedentes de la lucha por el derecho al aborto, fue después del regreso de la democracia, con los encuentros nacionales de mujeres cuando se afianza ese camino. Y en el año 2003 se realiza por primera vez una asamblea por el derecho al aborto, y se comienzan a definir estrategias. Ese año, en Rosario, llevamos por primera vez el pañuelo verde, que en ese entonces tenía letras negras y con consignas diversas que representaban los derechos sexuales y reproductivos. En 2004, en Mendoza, otra vez con los pañuelos verdes, se definió en la asamblea realizar la Campaña que, al año siguiente, define el lema que la caracteriza: Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Y se decide que el principal objetivo es lograr una ley. Durante todo el 2006, se debatió qué ley queríamos, y en 2007 se presentó por primera vez el proyecto. Desde entonces hubo una acumulación del trabajo del movimiento de mujeres y feministas, que parecía subterráneo, poco visible en base a las noticias que eligen los medios para comunicar, a excepción de Página, que siempre reflejó lo que pasaba en el movimiento y en la Campaña. Después, NiUnaMenos, las movilizaciones del 8 de marzo, el paro internacional de mujeres, mostró un movimiento en ascenso permanente y una presión que se hizo sentir.

–Presión que llevó al gobierno a abrir el debate.

–Hubo una lectura política del oficialismo, que leyó que podía ser una punto a tomar en cuenta, aunque el presidente en una entrevista dijo que no creía que se pudiera tener una ley. Alguien se dio cuenta de que esta agenda tenía mucho apoyo popular. Pero no hubo milagro, fue la presión del movimiento feminista lo que logró que el proyecto entrara al debate parlamentario.

–¿Qué experiencia dejó el tratamiento en Diputados con vistas a Senado?

–Lo novedoso fue el trabajo transversal de activistas, diputadas y diputados de diferentes bloques con un tema central: el aborto. Se rompió la grieta entre los partidos. Otro acierto fue el trabajo federal de la Campaña, y que se pudieron manejar las tensiones y mantener la unidad del movimiento de mujeres. Y por eso somos optimistas con el Senado.

–¿Qué fue lo que más la sorprendió de todo este proceso?

–La revolución de las hijas, es verdad que las hijas convencieron a sus padres. Hubo una explosión en los adolescentes, chicos y chicas, y al hacerse más visible el tema la adhesión se multiplicó.

Entrevista: Nicolás Romero.