El capitalismo provoca sus propias crisis y en ellas se destruyen fuerzas productivas. De estas crisis el sistema capitalista sale fortalecido, con mayor concentración de recursos materiales en una élite. Esto lo explicó Karl Marx. También analizó las circunstanciales disputas entre las diversas fracciones de la burguesía por la imposición de su dominio.

Esto no impide que la clase dominante se mantenga coaligada para el ejercicio de la explotación y expoliación de las clases subalternas.

La situación de crisis del capitalismo se da a nivel global y se manifiesta con ciertas particularidades en los diferentes territorios en función del patrón de acumulación y del nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción. La superestructura política, jurídica e ideológica cumple la función de encubrir, camuflar contribuir al sometimiento de las clases dominadas.

El Estado, como afirmaba Mijail Bakunin, es una maquinaria de coacción al servicio del capital. Podríamos añadir --siguiendo a Gilles Deleuze-- que impone sus axiomas, capta la subjetividades y las moldea en la obediencia. La actual crisis en pleno desarrollo en la región Argentina no hace sino poner al desnudo la característica dinámica predatoria del capitalismo.

El predominio del capital financiero vía el FMI y sus mandatarios locales. El resto es conocido, alianza entre tecnócratas, políticos, banqueros y burócratas sindicales. Tiempos sombríos y un futuro donde las únicas certezas son el aumento de la pobreza, la exclusión social y la violencia estatal. Sólo la lucha autónoma y solidaria por fuera de estructura verticales hará nuestras vidas menos miserables.