La extrema volatilidad económica que atraviesa el país sin una cotización estable del dólar, sin referencias en cuanto a una tasa de interés, sin freno a la escalada de precios y con la consecuente tensión con asalariados y empresarios; tiene su correlato político. El gobierno nacional mantiene a duras penas la iniciativa y el dominio de la agenda pública, pero sus propios referentes en los distritos empiezan a preocuparse ante el descontento creciente. Santa Fe y Rosario no son la excepción. Por ahora la estrategia de los candidatos en todos los niveles es no discutir con la gente. Admitir que las cosas están difíciles y, si se puede, meter el bocadillo de la pesada herencia y los hechos de corrupción del gobierno anterior que, es obvio, tienen cada vez menos efecto. Pero lo más eficaz por el momento es el silencio.

Es así que los postulantes de Cambiemos mejor posicionados por estas tierras son difíciles de encontrar para los debates públicos y hasta para la prensa. Lo saben los concejales rosarinos de todos los bloques que no pueden llevarlo a Roy López Molina a ninguna discusión coyuntural. En su lugar aparecen el activo Carlos Cardozo y en algunos temas (como la discusión por el colectivo ploteado con la cara del Che Guevara), Gabriel Chumpitaz. Dos de las espadas que acicatean a la gestión socialista aunque después logren entendimientos con la intendenta Mónica Fein cuando el rival a vencer es el peronismo en todas sus variantes. Ahí sí casi no hay distinciones entre el PS y el PRO. La tarifa del transporte urbano fue una acabada muestra de esos ententes. Tampoco Ana Martínez forma parte del lote de actores centrales de la política local. Desde que asumió en diciembre pasado en el Palacio Vasallo, tras la derrota interna a manos de López Molina, la foto de la concejala no se ha visto ni una sola vez en los diarios.

Es por esas hendijas que siembra la crisis por dónde el peronismo y el socialismo comienzan a ver un angosto espacio para filtrar propuestas y candidatos. Una lucecita que alumbre la restauración de una relación amistosa con el electorado que fue esquivo en los últimos años. Por eso hay conversaciones múltiples entre ambos espacios políticos y algunas ideas que empiezan a madurar. Por ejemplo, separar las elecciones municipales de las provinciales para el año próximo. Eso piensan los que creen que sería una ventaja segmentar ambos comicios para facilitar los armados distritales y tener más libertad para buscar luego las referencias provinciales.

 

 

Puede sonar curioso pero la política tiene esas cosas. En las negociaciones entre el Concejo y el Ejecutivo municipal, socialistas y macristas siempre logran llegar a entendimientos. Pero en lo electoral el socialismo aspira a construir un frente antimacrista con el peronismo. Difícil de entender pero por allí va la cosa. Lo mismo que con Ciudad Futura, cuyos concejales nunca forman parte de las negociaciones con el Ejecutivo, pero son considerados a la hora de sumar en un posible frente para derrotar a Cambiemos. Es claro que una cosa es gestionar y otra muy distinta disputar el poder en las urnas. Las necesidades de unos y otros cambian radicalmente.

En la provincia el único sector que tiene claros candidatos recortados es el peronismo. Desde Omar Perotti, pasando por María Eugenia Bielsa, Marcos Cléri, Alejandra Rodenas y Claudia Giaccone; para nombrar a los más lanzados hacia la Casa Gris con distintas posibilidades. Pero la duda es qué va a hacer cada uno de ellos con el armado de los distritos más importantes como lo son Rosario y Santa Fe. Aquí el peronismo local cree que Perotti elegirá no tener candidatos propios y confía en que todos le sumen después de una PASO amplia, pero ese panorama se complica si prospera la idea de separar los comicios santafesinos.

Otro tanto sucede con las listas de candidatos a diputados provinciales que en el peronismo van a proliferar en importante número y variedad. ¿Perotti tendrá una propia o dejará que "los melones se acomoden en la chata"? Todos los interesados hablan con el postulante que despierta más expectativas y la respuesta siempre es la misma: Que cada uno camine y consolide su distrito para una sumatoria general. Pero no es eso lo que quieren escuchar quienes ya han comenzado a sopesar su futuro político, piden más garantías y certezas para jugar.

El socialismo busca un candidato a intendente que no sea del riñón para que les dé aire para continuar al frente del Palacio de los Leones, en medio de una de las mayores crisis del partido. Pablo Javkin reunía los requisitos pero ya tuvo el desgaste de una elección que no lo puso precisamente en el centro de la escena, aunque el concejal mantiene las expectativas. El Renovador Alejandro Grandinetti suena como candidato local en distintos espacios y mantiene conversaciones con un sector del socialismo y con el peronismo. También están lanzados los "puros" Miguel Cappiello y Verónica Irízar. Más algún otro as guardado bajo la manga. Hubo quien lo imaginó al diputado Luis Contigiani para esa disputa pero luego de su desempeño en el Congreso en la votación por la despenalización del aborto y su pelea con el PS que lo llevó a romper el bloque; parece una posibilidad para descartar. "El problema del socialismo en el tema del aborto no fue Contigiani (que votó en contra), el problema del socialismo es que no tiene diputados nacionales", dijo un experimentado lector de la política provincial con una lógica irrebatible.

Cerrada la posibilidad de la reforma constitucional con reelección para Miguel Lifschitz, el diputado provincial Antonio Bonfatti vuelve a ser la carta fuerte del socialismo para disputar el sillón principal de la Casa Gris. Tampoco a este nivel se descartan alianzas y el proyecto pasa rodear al candidato de un halo que exceda los límites propios y los partidarios.   El escenario político es tan volátil como el económico y todo está por verse en los meses que vienen. El proceso se va a acelerar realmente después del Mundial de Rusia, le vaya como le vaya a la Argentina.