Ayer te escuché en el Senado, mujer. ¡Qué honra!
Después recordé: te descubrí en las Constituyentes. Tus posturas, con la luz de un pensamiento anticolonial, para una identidad con nivel humano digno, sobresalían del conjunto.
Luego apareciste con Néstor, tu compañero, para sacarnos de la desesperación de tantos, de no encontrar salida a sus vidas; sin trabajo, sin comida, muchos muriendo de tanta angustia; el país entregado, devastado. Gente, niños con hambre, enfermos. Lo vi, lo viví.
Ustedes pudieron sacarnos del pozo, volver a recuperar el país, el trabajo digno, la posibilidad de ver crecer sanamente a nuestros chicos, a nuestros jóvenes. No voy a enumerar todo, ni juzgar a los que no quieren o pueden Ver. Es triste...
Nestor partió, vos Sola. Pensé, si no sigue la entiendo. ¡Y seguiste! Cada día más segura, más fuerte, más digna.
¡Tu palabra!, tenés el don de la palabra para reflejar la claridad de tu pensamiento. Enfrentaste a los buitres de la opresión con altivez, sabiduría; no pudieron con vos.
Hoy tratan de anularte con los más perversos métodos. ¡Vos seguís!
¿De qué raza estas hecha Mujer?
Desde lo más profundo de mi esencia te admiro, te amo, te agradezco.
Contá conmigo, Cristina.
Y así también volví a vivir, a escuchar, la voz afónica, grave, decidida de Ella, Eva. Su presencia hermosa de mujer, emanando energía de amor inspirada para luchar por los castigados de una sociedad injusta.
Ambas son: Lobas de la estepa,/ Tigresas del monte,/ Águilas de las alturas,/ Que nos lavan con sus aguas sanadoras.