El mandatario turco Recep Tayyip Erdogan enfrenta un desafío hoy, producto de su llamada a elecciones anticipadas, maniobra política que terminó siendo más riesgosa de lo esperado ante la unidad que muestra la oposición de cara  posible segunda vuelta. Luego de varios meses de campaña y multitudinarias manifestaciones a favor de Erdogan, este miércoles el principal candidato de oposición, Muharrem Ince, atrajo la que parecía ser la mayor multitud en el período electoral. 

En un masivo mitin, Ince –candidato del socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), el mayor de la oposición– pidió el apoyo de los electores en Estambul, en concreto en el distrito de Maltepe, ante al menos 300.000 seguidores. Erdogan, quien aspira a renovar el mandato presidencial obtenido en 2014, prefirió realizar cinco mítines menores en otros tantos distritos de Estambul, ciudad donde ayer ya llevó a cabo siete encuentros con sus seguidores.  El actual presidente subraya en cada discurso las enormes reformas de infraestructuras que su partido, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), llevó a cabo desde que llegó al poder en 2002 e, incluso, las mejoras que coordinó como alcalde de Estambul en los años 90. De hecho, más que la ideología, lo que en el pasado le ha granjeado muchos votos al AKP es su fama de gestionar eficazmente los recursos del país. Pero la fuerte caída de la lira en el último año, la subida de la inflación y la reducción del turismo generaron en la población temores a una crisis económica que puede pasarle factura al AKP. Ince explotó este aspecto ayer, al asegurar que “los mercados tienen pánico a un triunfo de Erdogan”. 

Los últimos sondeos publicados dan a Erdogan como claro favorito, con un 42 por ciento de la intención del voto, frente al 27 por ciento de Ince. 

En tercer lugar quedaría, con el 16 por ciento de los sufragios, Meral Aksener, candidata del centroderecha, seguida del izquierdista Selahattin Demirtas, quien, a pesar de estar en prisión preventiva desde hace año y medio, lograría un 11 por ciento de los apoyos. 

Si se cumplen estas previsiones, Erdogan, al no obtener hoy la mayoría absoluta, deberá enfrentarse el 8 de julio en segunda vuelta a Ince, quien podría contar con gran parte de los votos de Aksener y Demirtas, pues ambos anunciaron ya su respaldo al socialdemócrata. 

Tampoco parece asegurado que el AKP pueda mantener su actual mayoría absoluta en el Parlamento, pese a acudir en alianza con el derechista Movimiento de Acción Nacionalista (MHP), en una coalición bautizada Cumhur (Público) que, según las encuestas, se hará con el 43 por ciento de los votos. Muy cerca, con el 42 por ciento, se colocaría la coalición Millet (Nación), constituida por el CHP, el Partido IYI fundado por Aksener y el pequeño Saadet, islamista y sin representación parlamentaria. 

Las previsiones dan un 14 por ciento para el izquierdista Partido Democrático de los Pueblos (HDP), heredero de los movimientos kurdos del sureste de Turquía, que superaría así la barrera electoral del 10 por ciento, lo cual a su vez implicaría la pérdida de la mayoría absoluta del AKP-MHP. Sin embargo, de acuerdo con la reforma constitucional de 2017, que se hará efectiva tras los comicios de mañana y que abolió la figura del primer ministro centrando todo el poder ejecutivo en el jefe del Estado, ya no será el Parlamento el responsable de formar Ejecutivo, sino el presidente. 

La oposición expresó sus temores a que el gobierno pueda intentar cometer fraude en los comicios de hoy y, por ello, el candidato Ince pidió a sus seguidores “dormir en los patios de los colegios electorales anoche” para vigilar las urnas desde la apertura hasta el cierre de los centros de votación. Además, el CHP encabeza la denominada Plataforma de Justicia Electoral, formada por partidos opositores y organizaciones cívicas, que pretende observar minuciosamente los comicios mediante 415.000 miembros de mesa y 195.000 voluntarios.  

Unos 56 millones de ciudadanos están convocados hoy a las urnas para unas elecciones en las que se espera una participación superior al 80 por ciento, como es habitual en la última década en Turquía.