Organismos de derechos humanos independientes lanzaron un alerta para tres ciudades de Nicaragua, que se encontraban ayer bajo el asedio de policías y grupos de paramilitares, con un saldo de al menos cuatro muertos entre ellos un bebé de un año y medio y más de 20 heridos.

La violencia regresó a Nicaragua tras un viernes de relativa calma: las sospechas se hicieron realidad durante la madrugada de ayer, cuando las balas sandinistas atacaron la universidad pública. Las víctimas eran manifestantes atrincherados en los alrededores de la estatal Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, que fueron atacados durante la madrugada por policías y paramilitares, según los estudiantes. “Esto es indescriptible. Nosotros demandamos que cese la represión. El presidente Daniel Ortega tiene la posibilidad en sus manos de parar esto; en primer lugar ordenando el cese de la represión y en segundo lugar renunciando al cargo, porque la gente no se va a rendir”, dijo al canal 12 Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos. 

“Estábamos sentados en la grama, terminando de cenar, cuando de repente empezamos a escuchar las bombas, a ver los cuatro drones que sobrevolaban nuestras cabezas, que vigilaban todo el recinto universitario”, explicó   “Doctor Veneno”, quien no quiso dar su nombre real “por seguridad”. El joven relató cómo intentaban “bajar los drones”, “pero eso es imposible, no estamos armados, no estamos preparados como ellos”, en referencia a la Policía y los paramilitares que atacaron la Universidad Nacional de Nicaragua, donde cientos de estudiantes se alojan desde que, hace más de dos meses, comenzaran las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega. 

Según explicó “Doctor Veneno”, “los drones desaparecieron a los 10 minutos” pero la situación empeoró notablemente, pues “comenzaron las ráfagas de los fusiles, no paraban, eran muchas, era constante, como cuando se activa una metralleta”. 

El joven, acompañado del grupo, también de estudiantes, con el que ha formado un equipo de salud, se sacudió el miedo y caminó hasta la barricada de la rotonda que da acceso a la universidad. “Cuando llegué a la barricada de la rotonda nos gritaron que nos regresáramos porque el fuego estaba muy violento y había que correr, pero de repente escuchó que había gente herida allí, que no me fuera, así que agarré la camilla y me metí”. El estudiante de medicina vivió esta situación desde un área de la universidad acondicionada a modo de hospital, trinchera, vivienda, y usada “para lo que surja, para lo que sea necesario”. “Mi cuerpo médico y yo estábamos en este puesto, pero el mayor problema estaba en el área de la rotonda y todos nos movilizamos para allí a ayudar. 

El joven explicó que él y sus compañeros entendieron que era necesario regresar a la universidad para atender a los afectados menos graves, ya que los que recibieron mayor impacto fueron llevados al centro de salud. Los estudiantes que estamos como cuerpo médico somos pocos, entonces no hacíamos nada esperando en el hospital, si aquí los estaban matando y no había personal capacitado para socorrer a los muchachos”, relató “Doctor Veneno” con lágrimas en los ojos. 

Mientras, dirigentes de la sociedad civil anunciaron la suspensión de una “Marcha de las flores” prevista para este sábado en Managua, ante el riesgo de nuevos ataques de elementos paramilitares y policías, como ocurrió el 30 de mayo contra una manifestación pacífica en la capital. “No tenemos miedo. Estamos actuando con prudencia, conciencia y respeto a la vida ante esta monstruosa ola de terror que está impulsando el presidente Daniel Ortega”, dijo Gabriel Alvarez, vocero del movimiento cívico que se opone al gobierno.

“Managua amaneció y continúa sitiada por grupos de policías y paramilitares que son una amenaza para la población”, agregó Luciano García, otro de los líderes. García dijo que el movimiento estudia una convocatoria a un nuevo paro nacional, ahora por 48 horas, “como protesta cívica para decirle al sicariato que protege a Daniel Ortega que ya no lo queremos, que se vayan”. Las protestas que iniciaron en abril han dejado 212 muertos, 1.337 heridos y 505 detenidos, según el más reciente informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA.