La sociedad argentina vive una tragedia. Sí, una tragedia. Pero no por porque el seleccionado nacional del fútbol no tiene una buena performance en el campeonato mundial de Rusia. La tragedia es la sumisión de la mayoría de la población a los mandatos de la élite gobernante, a las humillaciones cotidianas y al escarnio de la alianza de burgueses, banqueros y burócratas sindicales. La tragedia argentina no es la poca eficacia de Messi o los errores del arquero. La tragedia es el aumento geométrico de la pobreza y la indigencia, el incremento del número de personas en situación de calle. La tragedia de la Argentina tiene una larga genealogía de asesinatos en masa a lo largo de décadas. La persistente vigencia del capitalismo y su continuidad depredadora de vidas. El autoritarismo, la demagogia, el oscurantismo clerical. El racismo abierto o encubierto que padecen los pobladores qom, wichis. mapuches, pilagás y los habitantes de asentamientos en los bolsones de pobreza que rodean las principales ciudades. Un territorio con tierras que podrían -de no estar concentradas en pocas manos- alimentar a 400 millones de personas. En ese territorio se multiplican el número de niñas, niños y ancianos que concurren a comedores barriales sostenidos en la solidaridad. ¿La tragedia argentina está en el fútbol? ¿Es este un país tan miserable que grita goles y calla ante las injusticias?¿ El trapo azul y blanco en la mano es un velo que tapa tantos ojos? ¿Cómo en el mundial '78, cuando torturaban gente en la Esma, a metros del estadio de River?