Marc Angenot explica el discurso social como aquello que se dice y se escribe en un momento determinado de la historia, lo enunciable y lo argumentable que se expresa en la reflexión académica, la prensa de circulación masiva, las discusiones de café, las consignas políticas, etcétera. Si relacionamos esta aproximación teórica con el caso del video podemos destacar que hubo una reacción social que tuvo como consecuencia penalizar al autor, y también que la viralización se produjo porque muchas personas pensaron que era gracioso. Esto también surge en los programas televisivos o radiales que oscilan entre criticar la acción y simultáneamente minimizarla o llevarla a la categoría de “broma”. 

Queda claro que las redes sociales sirven para denunciar la violencia de género y la discriminación pero también para lanzarla, propagarla y reproducirla al infinito; hay audiencias cada vez más críticas y otras que celebran situaciones nada democráticas. La penalización de médicos que hicieron apología de la violencia obstétrica es un ejemplo del éxito que puede lograr un movimiento feminista/de mujeres/de DD.HH., pero al mismo tiempo debemos considerar las múltiples muestras de apoyo que estos profesionales recibieron.

La expectativa de cambio hacia una sociedad más igualitaria radica precisamente en la tematización de estas situaciones de discriminación ya no solo en espacios de militancia –porque las discusiones sobre la objetivación de las mujeres tiene ya una historia– sino en los medios masivos, las escuelas que implementan la ESI, los ámbitos de trabajo, las familias, otros círculos sociales y también en las redes.

Considero que desde las redes deberíamos generar acuerdos y propuestas, difundir videos como el de Rusia si consideramos que contribuye a la desnaturalización de la violencia y no solo a su difusión, y arbitrar los medios para hacer las denuncias en los canales correspondientes ya que de otra forma estamos limitándonos al escrache y gracias a las luchas anteriores tenemos acceso a la justicia.

En las redes se recrea un sentido de comunidad que va de la mano de esta ola verde que nos envuelve a muchas, que quiere revolucionar los modelos tradicionales discriminatorios, pero que encuentra amplias resistencias, además de los intentos de domesticación que ofrece la corrección política, que por un lado propone castigos sin hacer nada para cuestionar las bases del patriarcado, que son materiales además de simbólicas. Lo que quiero decir es que quizás puede seguir enunciándose el sexismo pero no es argumentable y por eso opera en algunos espacios una autocensura pero cuando se abre la posibilidad de dejar fluir otras cosas esto aparece. 

Creo que está muy bien ver al movimiento de mujeres ganando espacios pero esto no es un mundial con una serie de partidos a ganar, es mucho más largo y hay construcciones de género centenarias. Y ahí es donde aún hoy este tipo de acciones encuentra interlocución.

* Doctora en Historia (UBA), docente universitaria (UBA y CIEE/Flacso-Argentina), investigadora adjunta del Conicet en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (Iiege) de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA).