En la previa del partido contra Nigeria, donde se define la continuidad del seleccionado argentino en el Mundial, los hinchas llegaron en masa hasta la plaza principal de San Petersburgo y alrededores para alentar a los jugadores. El banderazo se extendió hasta el amanecer y la “noche blanca”, como se le llama al fenómeno de noche extremadamente corta que acontece en ese país con la llegada del verano boreal, se convirtió en la “noche celeste y blanca” por la cantidad de banderas y camisetas que colmaron las calles. 

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La alegría y el fervor de los hinchas argentinos no encontró límites en la oscuridad y tampoco en el sueño. La fiesta no tuvo interrupciones y en los bares y restaurantes los mozos y las camareras siguieron trabajando hasta que la casi inexistente madrugada dejó paso al nuevo día. 

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"Nunca me hubiese imaginado que iba a ser como una final", reconoció un hincha. Esa fue la sensación generalizada con la que más de 5.000 compatriotas llegaron anoche hasta la puerta del hotel donde se concentró el seleccionado argentino. 

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Varios de los jugadores bajaron hasta la calle para saludar a los hinchas. El arquero Nahuel Guzmán le pidió prestado el bombo a un hincha y se puso al frente de la "batucada" que se armó en la calle del hotel. 

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Las denominadas "noches blancas" de San Petersburgo se manifiestan en su máximo esplendor con la llegada del verano boreal, y por eso el anochecer llega a las 23.30 y el amanecer a las 2.30, aunque el resplandor del sol en el horizonte se mantiene constante durante esas apenas tres horas de nocturnidad. 

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