Tres de las diez jóvenes que denunciaron al músico Cristian Aldana, de El Otro Yo, por abusos sexuales, en todos los casos cometidos cuando ellas eran adolescentes y él ya mayor de edad, contaron en video detalles de las acusaciones. En el registro, que fue compartido en el perfil de Facebook del colectivo Matria, las mujeres relatan cómo, cuando tenían entre 13 y 15 años, fueron manipuladas psicológicamente, abusadas, golpeadas, y sometidas a distintos tipos de maltrato emocionales por Aldana, quien cumple prisión preventiva en el penal de Marcos Paz por la causa en la que la Justicia lo investiga por abuso sexual, corrupción de menores y transmisión de enfermedades en reiteradas oportunidades. “Las diez denunciantes y todas las víctimas renacimos de las cenizas”, dijo una de las jóvenes, que detalló también que, por los abusos, “todas nos quisimos suicidar en algún momento de nuestras vidas”. Sobre el final del video, que dura algo menos de diez minutos, las jóvenes Ariell, Felicitas y Charlie sostuvieron carteles con la consigna que las aglutinó en redes sociales a mediados de mayo, y ante el Obelisco, en una manifestación, el 20 de ese mes, poco antes de que comenzaran a formalizar las acusaciones ante la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres: “Ya no nos callamos más”.

“El primer hecho fue en una situación de una orgía que éramos todas menores. Fue en el año 2002, yo tenia 14 años. Fue mi primera experiencia sexual”, dijo Felicitas. Charlie relató que tenía esa misma edad cuando vio al músico por segunda vez: “fui a su casa, fui después de la escuela. Entré a su casa y me dijo ‘¿así que sos muy puta?’ Me dio vuelta y me penetró sin preguntarme. Yo era la segunda vez que tenía sexo”. A su turno, Ariell recordó episodios de violencia física, en los que llegó “a estar hecha una bolita en la punta de la cama mientras recibía patadas”.

“Me ha hecho vendarme los ojos y que vaya gateando desde una punta hasta donde estaba él”, recordó Felicitas, quien añadió que pensaba “bueno, ya estoy acá, lo tengo que hacer”. “Cuando llego a donde estaba él, había otra persona también, que no fue consentida (la presencia de) esa otra persona en ningún momento, porque yo me entero (de que estaba) cuando me sacan la venda, y fue una situación de humillación total. Me sentí un trapo de piso, me sentí una basura, me sentí nada. Me sentí que me merecía eso. Que me merecía ser una puta. Que me merecía que los hombres me cojan y hagan lo que quieran con mi cuerpo. Y eso no se hace con una persona”.

Las jóvenes contaron que los hechos por los que denunciaron a Aldana fueron varios. Una de ellas lo acusó también por haberle contagiado “una hepatitis B a mis casi 15 años”. Sin embargo, reconocerse como víctimas y reconocer al músico como victimario, explicaron, fue un proceso arduo. Mientras los abusos se sucedían y ella tenía menos de 15 años, recordó una de las mujeres, Aldana “te decía que lo que estabas haciendo estaba bien, que no eso no se lo tenías que contar a nadie, que afuera no lo iban a entender”; “te hacía creer que era un momento especial, que éramos únicos, que esto no le pasaba a nadie, que yo era como una especie de elegida”, recordó otra. A una de ellas, el músico llegó a inventarle coartadas (grupos de estudio con amigas en la plaza, por ejemplo, necesidad de hacer trabajos prácticos)  para engañar a su madre por las horas pasadas fuera de la casa.

“Hasta el momento de la denuncia, (yo) decía ‘pero no le quiero cagar la vida al chabón’, ¿entendés? Y después, cuando seguía relatando, me doy cuenta de que el chabón me había cagado la vida a mí”, advirtió una de ellas.