Mi Tía favorita es mi Tía Olga. Es como mi segunda mamá. Ella fue la que me enseñó a la fuerza, a comer lentejas, y a dejarme dormir en su casa para pasar más tiempo con Cristian y Leandro, los primos -junto con Emiliano- con los que más relación tengo, por parte de la familia de mi viejo. Mi Tía Olga ama la playa, dice que su lugar en el mundo es un lugar donde haya arena y mar. Ella necesita que su piel esté tan bronceada como se pueda. Con eso ella es feliz. Y yo le creo, porque con mi siempre recordado Tío Horacio (mi otro tío favorito) ella siempre vivió para hacer feliz a mis primos, a los que los rodeaban y a mi viejo, que la tiene a ella como su hermana más cercana. También comparten a Enrique, su otro hermano, el mayor de todos.

Mi tía Olga no tiene la suerte de conocer Europa. Ahí nacieron sus padres, o sea, mis abuelos. Santiago (Giacumino, para nosotros) y Emilia nacieron en el sur de Italia y Olga nunca pudo ir a ver dónde empezó su historia. Pero, ¿por qué en una crónica desde esta Moscú gris y lluviosa hablo de mi Tía favorita? Porque esta historia involucra a la Tía que brilla en el Mundial. No porque no habrá tías de todo el mundo que merezcan que contemos su historia, pero todos sabemos que para todos hay una que es especialmente más especial que las otras. Por eso, después de leer varias cosas, me decidí a contar la historia de la “Tía del Mundial” o la historia de la “Tía Iva”.

Ella está sentada ahí. En un mundo en el que cada paso que avanza la mujer hay que celebrarlo más que cualquier título, ahí está ella. Rodeada de jugadores valuados en millones de euros y de fotógrafos que la fotografían porque saben que están retratando la historia. Ella es rubia y tiene el aspecto que podría llegar a tener una tía que te espera con mates y torta fritas en cualquier lugar de Argentina. Pero no es argentina. Ella es croata. Es “la Tía Iva”. Ivana Olivari está sentada en el banco de suplentes croata en Kaliningrado, en el debut de su selección en un grupo que lo cruzaría con Argentina. Y sabe que está haciendo historia. Más aún de la que ya hizo. Ella trabaja en la Federación Croata desde 1992, pero recién desde 2012 cuando Davor Suker, el que fuera goleador del Mundial 1998, asumió como presidente de la entidad y la nombró como jefa del equipo puede hacer lo que hace desde entonces.

¿Qué tiene de especial verla en el banco de suplentes al lado del resto de la delegación? Que es la primera vez que puede hacerlo en la máxima cita mundialista. La Tía Iva, esa que supo ser tenista y hasta le ganó un partido a la eterna alemana Steffy Graff, es la misma que ocupó el mismo cargo hace cuatro años, en Brasil, y que debió ver los partidos desde la platea. Vaya a saber uno a saber por qué. Pero ella siguió. Y dos años después tuvo el premio de vivir la Eurocopa al ras del césped, como lo que verdaderamente es: una más del plantel. Es que la Tía Iva ocupa un cargo mucho más importante que el que dicen los papeles, o de los que pondrá en su currículum. Para todos no es la persona que organiza el traslado, la planificación diaria, los hoteles, los vuelos, la comida, es la mujer a la que le pueden confiar sus sentimientos. A ella Modric, Rakitic y compañía la tratan como yo trato a mi Tía Olga. Es la persona de confianza, la que pone el oído en tiempos en los que escuchar tiene menos valor del que merece. Todos hablan, pero pocos escuchan. Y ella lo hace. Siempre en bien del equipo, pero sobre todo de sus ‘sobrinos’. "Los chicos son fantásticos. Los quiero un montón y ellos me respetan. Con los más viejos tengo una relación de hermana-hermano porque llevamos largo tiempo juntos, desde que era la Tía Iva para ellos”, supo decirle a un medio de su país.

 “Somos una gran familia. Si alguien me hubiese dicho hace treinta años que iba a trabajar en el fútbol le hubiese dicho que estaba loco. Pero la vida nunca sabe dónde te va a llevar. Yo amo estar con el equipo”, reflexionó la Tía Iva. Quizás el fútbol no estaba preparado para que una de nuestras tías se siente en un banco de suplentes, por eso que ella esté en representación de todas es algo que vale la pena festejar. En tiempos en los que las tías llegan a las redes sociales, Iva no podía ser la excepción. Y en su cuenta de Instagram nos permite ver el Mundial desde su perspectiva. La perspectiva de una tía. La perspectiva de una mujer que en cada foto pone #womensinfootball, porque sabe que ella es la pionera de muchas. Ahí a ella se la ve trabajando, con el cartel para anunciar los cambios en la mano, sentada analizando el partido, sentada en el banco de suplentes con los jugadores, y hasta siendo parte de la ya típica foto de un equipo  cuando consigue una victoria clave dentro del vestuario. Hasta tiene la infaltable foto de una tía de su perro con la camiseta de su equipo. Todas esas.

Pero también tiene una foto en la que está pisando la pelota del Mundial con una ojota. Esa es mi foto favorita de su Instagram. Porque me hace trasladar a mi infancia cuando en alguna plaza de cualquier barrio del conurbano, mi tía Olga pisaba la pelota que yo, o cualquiera de mis primos habíamos pateado equivocadamente para el lado en el que ella estaba mientras nos cuidaba...