El camino por el que salieron los cuatro niños rescatados, y por el que también deberán transitar los 8 restantes junto a su entrenador, es un trayecto repleto de obstáculos. La mayor amenaza que aterra a los rescatistas es un pasadizo muy estrecho, que se conoce como “unión en T” o “intersección en T” (en tailandés “sam yak”). “El pasaje, muy estrecho, sube y luego baja” y requiere contorsionarse, explicó el lunes pasado Narongsak Osottanakorn, jefe de la célula de crisis. Esta zona está a 1,7 kilómetro de donde se encuentran los niños. Una vez que se complete este tramo estarán a menos de un kilómetro de la tercera galería, donde los socorristas instalaron su campamento base. Una vez allí, todavía les quedará un recorrido de alrededor de dos kilómetros, de menor riesgo.

El trayecto tiene una extensión aproximada de 4 kilómetros, con partes inundadas y estrechas. Según se reveló esta semana, a un buzo experimentado le toma 11 horas ir y venir al lugar donde están los niños: seis horas de ida y cinco de vuelta, gracias a la corriente. Los socorristas han aplazado al máximo el momento de la evacuación, mientras bombean el agua hasta reducir al mínimo las partes que deben ser transitadas debajo del agua. “El nivel del agua en la cueva ha continuado bajando” hasta un nivel aceptable, dijo ayer Kobchai Boonorana, representante del Ministerio del Interior.

Sumergirse en agua turbia “como el café con el leche” es un gran desafío para los profesionales, explicó un buzo. Según expresó Matt Fitzerald, un buzo de la Policía Federal australiana entrevistado por AFP, “no hay visibilidad, el espacio está encerrado”. Bajo estas aguas turbias es imposible consultar el reloj u otros equipos que permitan medir el tiempo de inmersión. Para guiarse en este trayecto “a ciegas”, los buzos instalaron una cuerda a lo largo de la pared. 

Además del entrenamiento físico, es importante la preparación psicológica de los niños para poder salir: los pequeños recibieron cartas de sus padres a través de los buzos, donde les reafirmaron su confianza en su capacidad de lograr esta hazaña. “Ellos fueron informados de la operación y están listos para ser evacuados y afrontar todos los desafíos”, aseguró ayer el gobernador local. Los niños suelen asustarse rápido, aunque, según informó el equipo que los acompaña, hasta ahora este grupo ha demostrado tener una gran resistencia mental. “Si tan solo uno de ellos entra en pánico, en caso de un problema con el sistema de respiración o lo que sea, eso tendrá un gran impacto en todos los otros”, advirtió Andrew Watson, especialista británico en rescates, consultado por la AFP. Para evitar que se desate el pánico, los rescatistas precisaron ayer que los niños saldrían “uno por uno”.