• Liliana Herrero: “Fue un gran acto. Veías a la gente abigarrada, aplaudiendo cada detalle, cantando consignas y gritando, pero también muy atenta a todo lo que pasaba en el escenario. Sentí que había una comunidad, política y cultural. Y un deseo de denunciar lo que ocurre en el país, de que las cosas se modifiquen. Atrás del escenario, donde estábamos todos esperando a ir subiendo, había esa misma solidaridad de abrazos, de encuentros. Fue muy esperanzador. Se vivió una comunidad, un enlazamiento de cuerpos y de corazones muy poderoso. Eran cuerpos unidos por un mismo afán, de que esto pare, que pare de una vez. También fue muy emocionante cuando Gerardo Romano y Carolina Papaleo leyeron la proclama. Ahí se enumeraron todos los males que estamos padeciendo. Y hubo exigencia: Tenía un tono imperativo. No era un pedido. Había una exigencia fuerte, tanto en las consignas que se cantaban como en lo que se leyó. Como si se señalara: No estamos acá para pedir sino para exigir que se de vuelta la taba, porque esto nos está matando. Fue conmovedor”.
  • Horacio González: “Un acto en la Avenida 9 de Julio es casi tan importante como un acto en la Avenida de Mayo, y yo lo vi esta vez desde la perspectiva del que mira desde el palco, que no es la que suelo tener: usualmente, mi perspectiva de los actos es desde el asfalto. La mirada desde el palco muchas veces está muy mediatizada por banderas, inscripciones partidarias. Esta vez las hubo, pero por momentos se abrían las banderas y entonces se veían los rostros limpios. Y lo que vi en esos rostros es una combinación de matices unificada por la esperanza y la propuesta. Con su forma ovalada, en esa suma inagotable y superpuesta de rostros ovalados, se introduce una especie de monumento provisorio que habla de un tiempo de esperanza. Esos rostros conjugados, que continuamente se movían, me parecieron una síntesis impresionante de la fuerza de una mirada colectiva, que está esperando algo. Y ese algo lo tenemos que seguir definiendo. Parte del poderoso rechazo de todo un país a las fuerzas que lo asfixian. El acto estaba encarnado en el drama de esos rostros”. 
  • Teresa Parodi: “Sentí que había mucha necesidad de la gente de escuchar las letras de las canciones, hubo un silencio increíble y también mucho entusiasmo. Lo que estamos viviendo hoy es tremendo, es brutal, no encuentro otras palabras. Es tremenda la política de exclusión, el desamparo en el que está el pueblo, son tremendos los despidos masivos como los de Télam, como los del INTI. Es tremenda esa sensación de impotencia y de dolor, esas familias enteras destruidas ante un telegrama de despido cuando, además de echarte, te estigmatizan. Creo que hoy fuimos a estar unos con otros, a decir que este no es el país por el que tanto hemos luchado y por el que seguimos luchando. Hace bien compartir todos estos sentimientos, aún la impotencia y cierta certeza de que sabemos hacia dónde vamos, de que es una película que no nos tienen que contar, porque sabemos cómo termina. Eso nos provoca una gran conmoción porque ese final da miedo, pero también nos damos cuenta de que somos muchos los que estamos decididos a no rendirnos. Por eso, a pesar de todo, fue una celebración. Celebramos esa independencia con la que soñamos, más allá de que ahora nos impongan la dependencia económica. Celebramos que estamos unos con otros, y que a pesar de todo seguimos luchando por ese país que nos merecemos”.  
  • Juan Falú: “La sensación personal que me queda es la de haberme sentido honrado de ocupar ese escenario, junto a Liliana, Teresa y Pedro. Me sentí muy bien recordando a Jorge Marziali, de quien hice la ‘Milonga del desocupado’, que compusimos tras la crisis de 2001, y que hoy tiene absoluta vigencia. Fue un acto hermoso, cargado de emoción y de contenido. Me llamó mucho la atención el silencio con que se escuchaban los discursos y las lecturas de Romano y Papaleo. Hacía mucho tiempo que en un acto no escuchaba ese silencio de la multitud. Es uno de los silencios más conmovedores de todos: la multitud escuchando las palabras. Es algo que me recuerda a los discursos de las concentraciones a las que estaba habituado allá por los setenta, que eran como verdaderas clases forjadoras de conciencia en medio del silencio de miles y miles de personas. Eso me conmovió mucho hoy. Y el himno, por supuesto. Fue un hermoso acto”. 
  • Carolina Papaleo: “A diferencia de otras marchas en las cuales he participado, en esta  me han dado un lugar privilegiado, el de leer junto a Gerardo Romano la proclama. Me llevo el calor de la gente, muchos pins que me fue poniendo la gente y las diferentes agrupaciones. Cada uno representa un reclamo que en este momento se está alzando en la Argentina, así que me fui con el saco lleno de prendedores, cada uno es un pedido de acompañamiento. La proclama fue más completa de lo que lo que pedíamos el 25 de mayo, que era netamente ‘No al Fondo’. Tal vez porque ya estamos tapados con el agua, ya llegó la primera entrega de dinero. Pero también fue mucho más abarcativa, contra un montón de cuestiones que está viviendo la sociedad argentina, con las que no está de acuerdo: los tarifazos, el destino de los tripulantes del Ara San Juan, los derechos humanos o los de las mujeres. Yo no creo que con estas convocatorias logren que el gobierno nos escuche, lamentablemente. Pero es importante seguir movilizados y es como una descarga, te encontrás con otro que está pasando lo mismo que vos, y con otro, y con otro, y eso te hace más fuerte. Es la manera que tenemos de decir acá estamos, juntos, dándonos un poco de calor en estos días tan fríos”.  
  • Gerardo Romano: “Es la primera vez que me enfrento a miles de personas en un momento histórico como el que estamos viviendo. Fue un gran honor y una responsabilidad, tener que hacer un discurso con todas las Madres y las Abuelas sentadas en el mismo escenario. Ellas se sabían palabra por palabra lo que yo iba a decir, porque habían leído el discurso, pero yo reescribí mucho (consultando al autor, por supuesto). Después de leer, además de felicitarme y agradecerme, me dijeron: ¡Ah, pero nos dimos cuenta qué fue lo que agregaste! La verdad, me temblaron las piernas, se me hinchó el corazón y el pecho de orgullo. Fue un día inolvidable que me llevo para siempre. Después invité a la gente a ir a Plaza de Mayo a acompañar solidariamente a los familiares de los tripulantes del Ara San Juan. me pude abrazar con Luis Tagliapietra e Isabel Polo, padre y hermana de submarinistas. Ellos estaban ahí, bajo el frío, padeciendo la crueldad de este gobierno, que mató a sus familiares y que ahora no les quiere contar qué pasó, y también de los medios hegemónicos, que los invisibilizan. Y hoy necesitan sentirse acompañados”. 

Informe: Karina Micheletto