Un piano y la marcha peronista fueron causa suficiente para que Horacio Bouchoux desplegara dos de sus amores esenciales: la música y la política. Era la intensa campaña electoral de 1983, él tenía diez años y su familia materna estaba agitada tanto como las calles de La Plata, su ciudad natal. “Sonaba la marcha a pleno, en todos lados, y recuerdo haberme sentado al piano que había en la casa de mi abuela Quela, y tocarla. Fue la primera canción que saqué -de oído–, y la segunda fue ´Soleado´, de Leonardo Favio… así que todo estaba en la misma línea”, se ríe el hombre, treinta y cinco años después de aquel hito doméstico. Entre medio, como si ambas dimensiones de la vida humana le hubiesen trazado el camino, pasó de todo: se graduó en la carrera de composición en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Plata, compuso mucho, tocó mucho, militó mucho, hasta que se cruzó con Palo Pandolfo, pegaron onda, y sacó un disco con la producción del ex Visitante. “Vino un día al Centro Cultural Maradona de Moreno, del que yo formo parte, y nos pusimos a hablar. Le gustó lo que hacía y así nació este laburo”, explica Bouchoux, en los prolegómenos de la presentación de Puro presente -así se llama el disco- hoy a las 20.30 en la sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543). 

“La gente se va a encontrar con canciones eclécticas, atravesadas por la producción artística de un genio como Palo, que les encontró la vuelta para encontrar la unidad en la diversidad”, advierte el músico, sobre el vivo de un trabajo dotado de doce piezas compuestas o co-compuestas por él, y responsables de un péndulo estético que destella en su versatilidad. Incluso Pandolfo –a quien cuesta sorprender en estos laberintos– explica el disco como una alquimia entre tango futurista, psicodelia, rock argentino “a la Nebbia”, jazz e inevitable canción política, claro. Bouchoux no solo fue presidente del centro de estudiantes en La Plata, sino también formó –y forma– parte orgánica de La Cámpora, además de haber sido funcionario del Ministerio de Cultura durante la gestión de Teresa Parodi. “Toda obra artística tiene varias aristas de interpretación posibles, y cuando uno está atravesado por tantas cosas, de manera tan fuerte, estas salen a la luz y se expresan en distintas frases, en distintos textos que siempre van acompañados por un contexto. Antes mis canciones eran felices, hoy son combativas”, dice el cantautor que, dado su problema en la visión, suele moverse acompañado por su tío actor: Luis Longhi. “Compongo de manera intensa, y él lo sabe: le mando cuatro o cinco canciones por semana”, se ríe Bouchoux, mientras señala a Longhi, que participa en el disco como bandoneonista. “Los dos somos de Estudiantes, y bilardistas extremos”, se ríen ambos.

–Volviendo al disco, ¿a qué Puro presente refiere, entonces?

–Puro presente forma parte de una frase del tema “Lo que no fue”. Se refiere a los amores pasajeros, puntualmente, pero después, revisando mejor la frase, me bajó una idea con doble sentido: uno positivo, de pensar el presente como una frontera entre ese pasado que no termina de morir y ese futuro que no termina de nacer, y al mismo tiempo como una crítica al posmodernismo, a esa mirada cortoplacista que sostiene que lo único que importa es el hoy. Es más, en una de mis nuevas canciones (que no está en el disco) digo “puro presente, el tiempo de la avaricia”.

El guitarrista y director musical Nicolás Reverso, más Agustín Alfonso en batería, Augusto Mónaco en teclados, y Micaela Conte en bajo, integran el elenco que acompañará a Bouchoux en su patriada musical. “La mitad de ellos son de La Plata, y la otra del oeste, donde vivo ahora”, refiere el músico cuya intención, empero, no es geográfica sino social. “Toda construcción cultural, política o del tipo que sea, tiene que ser colectiva. Hay que juntarse, y no dejar que nos metan en casa frente al televisor o contentarse con hablarnos desde lejos, a través de los aparatos que ellos mismos controlan”, reflexiona el también docente (es profesor de Análisis y producción musical) mientras piensa dos temas que esbocen el aura de su disco debut. Uno es “Te vas dolor”, especie de candombe bahiano con música de Santiago Teruggi, que Bouchoux define como un exorcismo ante los dolores. La otra se llama “Negro el once”,  funky que implicó su bautismo de fuego en el oeste. “Lo escribí un día bajando del Sarmiento… vi un montón de cosas que se transformaron en canción, esa misma noche”.

–El disco es ecléctico por definición, pero una buena manera de sintetizarlo sería a través de sus influencias. ¿Cuáles son?

–El tronco central es el rock nacional. Pero también tengo algo de la música brasilera, fundamentalmente de Chico Buarque y de Caetano… después sostengo que Silvio Rodríguez es un monstruo desde la música, desde la poesía y desde la construcción de melodías. Por otro lado, me gustan mucho el Cuchi Leguizamón y el tango, claro. Pero Chico y Silvio, para mí, son los mejores cantautores del mundo.

–Parece prevalecer el tango como intención primal del disco. ¿Está de acuerdo?

–La verdad es que pasé todos los temas después de grabarlos, y los puedo tocar como tangos, sí… me gusta que se note así.