“Este reajuste de la posición fiscal estará respaldada por medidas ya en curso para 2018 y un compromiso de implementar pasos adicionales en el contexto del Presupuesto 2019. Éstas incluyen: (…) -Mantener la tasa promedio de impuestos a la exportación en productos de soja en 25.5 por ciento”. El textual forma parte del informe que los técnicos del FMI le presentaron al directorio del organismo antes de aprobar el acuerdo con Argentina. El documento recién se dio a conocer el viernes y allí queda claro que interrumpir la baja de las retenciones a la soja había sido un compromiso que asumió el gobierno argentino ante el organismo multilateral. A raíz de ello, ayer se le preguntó al presidente de la Sociedad Rural, Daniel Pellegrina, si estaba seguro de que el presidente no quiere frenar la baja de las retenciones. “Ese punto está despejado porque nosotros lo hemos conversado con el presidente de la nación hace un par de semanas. La posición del presidente ha sido siempre clara respecto de las retenciones.  Sabemos que hay gente que piensa que eso puede ser una solución porque ese es un papel que Argentina propone al Fondo, pero el presidente lo ha demostrado a través de acciones”, aseguró el empresario. 

–¿Por qué cree que figuró en el staff report? –le preguntaron en Radio 10.

–Claramente hay que hacer un ajuste. Nuestro déficit fiscal y nuestra economía no resiste esta estructura del Estado. Ahí hay una puja neta de poder entre los que no quieren hacer un ajuste donde hay que hacerlo, que es en el gasto público innecesario, y los sectores productivos. El presidente entiende que a los sectores productivos hay que dejarlos producir. No es ninguna mezquindad lo que proponemos. Queremos que nos den señales claras. Lo peor que puede pasar es que nos cambien las señales en el medio de la cosecha. –respondió Pellegrina. 

Luego Pellegrina insistió con el viejo argumento de los dirigentes rurales de que si la producción crece el gobierno termina recaudando más a través de impuestos como el que grava las Ganancias al mismo tiempo que se genera más empleo. Ninguna de las dos afirmaciones de Pellegrina ser demostradas ya que lo que el gobierno suele recaudar a través del impuesto a las Ganancias en el sector rural no alcanza ni siquiera a compensar lo que pierde con la reducción de retenciones. Además, numerosas investigaciones académicas han demostrado que los grandes cultivos industriales intensivos como la soja tienen una tasa de generación de empleo muy baja comparada con otras actividades productivas, como la industria manufacturera. 

Los economistas también suelen recomendar que las devaluaciones vayan acompañadas por una suba de retenciones por dos motivos: 1) para reducir el impacto de la devaluación sobre el precio de los alimentos que se comercializan en el mercado interno porque sin retenciones los productores venden en el mercado interno al mismo precio que exportan y 2) porque se considera que las ganancias que recibe el campo a partir de la devaluación no son, obviamente, logradas por ninguna mejora de la productividad sino simplemente “ganancias caídas del cielo” por una decisión de política económica que excede al campo. 

“Tratar de vincular el aumento de los precios con la exportación es un error”, se limitó a decir Pellegrina sobre el primer punto y cuando le dijeron que el pan y la carne estaban muy caros aseguró que el problema no era el precio de los productos sino los bajos ingresos de los consumidores: “Veamos cuánto cuesta un kilo de carne y cuanto cuesta un producto más elaborado de consumo masivo. Tenemos un problema de ingresos que impiden acceder a la carne. Tenemos un problema de pobreza. Pero mientras más producimos las producciones tienen que ser más baratas”, aseguró. El segundo argumento para justificar la aplicación de retenciones, el de las “ganancias caídas del cielo” que llegan de la mano de la devaluación, ni siquiera surgió durante la entrevista radial.