Ha concluido una nueva edición del mundial de fútbol, el evento deportivo más convocante del planeta. Una competencia que despierta el interés de millones de espectadores que en todo el mundo se reúnen alrededor de una pantalla para compartir los avatares del espectáculo. Una expectativa que, en países como el nuestro, alcanza niveles de emotividad y atención pocas veces igualados y difícilmente superados por otros acontecimientos.

El vínculo entre la comunidad y el deporte -entre los más de 40 millones de argentinos y el plantel de la selección nacional- está mediado por un grupo de profesionales que se dedican durante un mes, y de manera exclusiva, a contar, describir, polemizar, pronosticar y comentar el devenir del certamen.

Aunque parezca trivial, oportunidades como el mundial de fútbol son inmejorables para dimensionar el rol y la labor de los medios de comunicación si se tiene en cuenta los niveles de audiencia que alcanzan las transmisiones televisivas y radiales, los portales de noticias, los diarios y las redes sociales. Vale destacar la novedosa experiencia de “Casa Taganskaya”, una idea que compartieron cinco periodistas argentinos –Alejandro Wall, Daniel Arcucci, Ezequiel Fernández Moores, Marcelo Gantman y Martín Goldbart que durante las madrugadas rusas transmitían desde sus teléfonos, y alejados del show, sus relatos y miradas sobre lo acontecido en las jornadas mundialistas.

En ese contexto, Universidad dialogó con Alejandro Wall, que también ha ejercido el rol docente a través de sus talleres sobre periodismo, con el fin de reflexionar sobre el lugar del periodismo deportivo: las nuevas formas y continuidades desde sus orígenes hasta nuestros días, y la necesidad siempre vigente de encontrar y narrar historias.

Editor de las páginas Ambitoweb.com, Infobae.com y Perfil.com, y actualmente en Tiempo Argentino, Radio Ciudad (Era por abajo, viernes de 20 a 22) y Radio Con Vos (El Lobby, sábados de 10 a 13), Wall advierte la aparición de una narración más emocional en el periodismo deportivo que rompe con las formas más tradicionales. Y a la hora de pensar cómo mejorar la calidad de la labor diaria, señala la importancia de estudiar una carrera de grado para ejercer el periodismo, además de adquirir una formación en técnicas de escritura.

¿Es más difícil el trabajo periodístico cuando, en el caso de un certamen internacional, el país no logra los éxitos deportivos esperados como ocurrió con la selección argentina en Rusia?

En un mundial, cuando no se logran éxitos deportivos, siempre es un desafío contar y generar interés en lo que contás. Pero no deja de ser interesante. A mi me tocó cubrir Brasil 2014, donde Argentina llegó a la final. La tensión y el interés se mantuvieron hasta entonces. No es que dificulta o hace más sencillo el trabajo periodístico, sino que sabés que, del otro lado y estando lejos del país, se sigue generando interés. En el caso del mundial de Rusia, con Argentina eliminada en octavos, las notas rompen un poco con lo más tradicional. En mi caso, vine a Rusia tratando de lograr un relato más global, en términos del mundial de fútbol, que no sea solamente partidos sino también contar sobre el país, su gente, qué pasa alrededor. Y en ese sentido, no me modificó. Seguí trabajando en el mismo plano, pero sin Argentina. En un mundial de fútbol, estando acá, dedicando todo el día, todos los días, te sumergís a buscar historias y contarlas. Es un privilegio porque te dedicás a escribir y escribir sobre el lugar en el que estás. Al que le gusta leer, y al que le gusta leer historias que se mezclan con el deporte, la política, la sociedad, los conflictos geopolíticos, le va a seguir interesando. Pero es cierto que se tiene que generar una atracción que, obviamente sin la selección participando, el mundial pierde. Y ese es el desafío.

En relación a contar historias, el periodismo deportivo siempre se ha destacado por su capacidad descriptiva y sus crónicas en relación a las particularidades del juego, las pasiones, la derrota, el triunfo, y quizás, por eso fue creciendo con un fuerte vínculo con la literatura. ¿Creés que en estos tiempos se ha transformado algo de ese origen? Si algo cambió, motorizado por las innovaciones tecnológicas y sus nuevas reglas, ¿pensás que fue para mejor en relación a la calidad de los contenidos?

Creo que hay una capacidad de relato, o un relato menos nostálgico del deporte, pero no sé si tiene tanto que ver con lo tecnológico. La tecnología cambia a todo el periodismo, cambia la forma de contar y de relatar historias. Son nuevas reglas que modificaron no sólo al periodismo deportivo sino al periodismo en general. Pero me parece que puede haber -y hay- una forma de relato más emocional que, en algunos casos, puede tener vínculo con periodistas que se atreven a escribir más cerca de sus emociones. También en la descripción, y más alejado de lo que es la sala de prensa o el palco de prensa, hay un trabajo en ese sentido. Al periodismo deportivo lo vinculo más a cierta apertura, cierta ruptura de la estructura más tradicional del periodismo. Una ruptura con lo que se llamó siempre la pirámide invertida, esa forma de escribir a partir del qué, cómo, dónde y por qué, que citando a Martín Caparrós, pareciera estar hecha para gente que no lee. Para que puedas leer la cabecera y con eso ya está. Creo que hay una nueva estructura de crónicas, no solo en lo deportivo, pero ahí también se da que rompe con la estructura de pirámide invertida, ¡por suerte!

En este sentido, además de tu labor periodística, te has dedicado a la formación en periodismo a través de distintos cursos. ¿Es importante la formación en comunicación, tanto terciaria y/o universitaria, como un factor determinante para promover la calidad periodística en el nuevo contexto? 

Entiendo que la formación del periodista debería ser mucho más abarcativa que la escuela de periodismo, una carrera periodística o de comunicación. Es importante la formación en comunicación pero sobre todo es importante la formación en algo que lo resumiría como tener una idea del mundo. Doy talleres de periodismo, he dado clases, pero siento que las clases encorsetan mucho más. Hablo con muchos periodistas o estudiantes que vienen a los talleres y lo que les planteo es la idea de poder tener una formación en una carrera de grado, puede ser historia, sociología, psicología, incluso abogacía. Y luego poder trabajar sobre la escritura, sobre el relato, sobre la forma de escribir, sobre determinadas técnicas. Me parece que es más interesante la formación cuando va más allá de la específica del periodista. Y eso ayuda mucho más a la calidad periodística.