¿Cree que la inflación va a ir bajando en los próximos meses? Por supuesto que sí. Sabemos que estos meses han sido difíciles. Pero estamos convencidos que las medidas que estamos tomando van en el sentido correcto para lograr una baja sostenida de la inflación”. El optimismo de la nueva gestión del Banco Central resulta envidiable. Luis Caputo ofreció esta respuesta la semana pasada en el lanzamiento del Informe de Política Monetaria del organismo. Se trata del documento en el que se expone la visión y perspectivas macroeconómicas de la entidad. Los últimos años la presentación del informe se acompañó con una conferencia de prensa de las autoridades. Pero en esta oportunidad hubo sólo una auto entrevista. El Central difundió una hoja con un ping pong de preguntas y respuestas junto con el informe trimestral.   

  La autoridad monetaria no dio espacio para las repreguntas. ¿El programa de metas de inflación no era infalible para enfrentar el problema de precios? ¿La tasa de interés no era el único instrumento necesario para bajar las tensiones inflacionarias? ¿Por qué la Argentina en menos de dos años y medio vuelve a entrar en un proceso de estanflación (recesión de actividad económica con aceleración de los precios)? ¿La economía local no había entrado a un sendero de crecimiento sostenible y genuino garantizado por las inversiones? La pila de interrogantes es interminable pero parece que nadie quiere hacerse cargo de los errores de diagnóstico.

  La nueva gestión del Central puede no querer responder por los desequilibrios acumulados hasta junio pero debería dar espacios para entender con más precisiones cómo pretende resolver el enorme desajuste de las variables monetarias. La segunda mitad de este año arranca con una tasa de interés en términos reales de alrededor del 17 por ciento. Los análisis del propio Central muestran que es el rendimiento más elevado desde principios de 2016. La tasa real llegó a ser del 3 por ciento a comienzos de 2017 y estaba en torno al 5 por ciento a principios de este año. La tasa está tres veces por arriba del promedio: ¿cómo piensan bajarla?

  Las reservas internacionales se ubicaron en torno de 59 mil millones de dólares al cierre de la semana pasada. Ya se perdieron más de 3500 mil millones de dólares tras el ingreso de la deuda con el Fondo Monetario Internacional y la cifra está cada vez más lejos de los 75 mil millones que el directorio de la entidad aseguró en febrero que había que alcanzar con criterios prudenciales. Las reservas, descontando los 15 mil millones extraordinarios que aportó el FMI, ya se ubican en 43 mil millones. La cifra es 20 mil millones de dólares menor respecto del pico alcanzado a principios de este año antes de la corrida cambiaria. Esta pérdida de reservas en seis meses es equivalente a lo que se perdió de reservas entre 2012 y 2015. ¿Cómo van a frenar el derrumbe de los activos del Central sin incorporar nueva deuda externa?

  Las tasas elevadísimas en términos reales y el desgaste de las reservas no son los únicos puntos de fuerte desequilibrio monetario y financiero. La deuda en Lebac sigue siendo un verdadero problema para la entidad. El stock de letras sigue por arriba del billón de pesos con tasas que se duplicaron en los últimos cuatro meses. Esto implica que la entidad pasó de pagar de 22.000 a 35.000 millones de pesos por mes en intereses de Lebac. En los informes del Central no quieren hacer la cuenta pero el dato es preocupante porque implica que la devaluación no licuó los pagos de intereses del Central. Los 22.000 millones de pesos a un tipo de cambio de 20 pesos (previo a la corrida) implicaban pagos de intereses de 1100 millones de dólares al mes. Los 35.000 millones de pesos actuales a un tipo de cambio de 29 equivalen a 1250 millones de dólares.