El Palacio de Hacienda estima que la economía argentina terminará el año con un magro crecimiento del 0,6 por ciento. Incluso cuando anticipan una leve recesión, las nuevas proyecciones oficiales son significativamente más optimistas que las estimadas por el FMI. De acuerdo al organismo multilateral, el PBI oscilará entre un alza de 0,4 por ciento y una contracción de 1,3 por ciento. Las nuevas cifras oficiales fueron informadas ayer por el secretario de Política Económica, Guido Sandleris. “Vamos a cumplir con las metas fiscales. Es la única forma de asegurar que no tengamos crisis cada diez años”, expresó el funcionario al referirse al ajuste acordado con el FMI. 

“Es un número muy grande”, reconoció Sandleris al referirse a la caída en el nivel de actividad del 5,8 por ciento en mayo informada por el Indec. “Pega toda la peste junta. La sequía es el factor más importante pero además tuvimos la tormenta financiera con la depreciación del peso, la suba de tasas y el aumento del riesgo país. También impactó la huelga de camiones en Brasil”, consideró Sandleris. 

Las cifras negativas continuarán durante el tercer trimestre ya que, aunque desaparezca el impacto de la sequía, se sentirán los coletazos del tembladeral financiero. “Siguen los números negativos aunque no con la magnitud de mayo y además sigue el impacto de la tormenta financiera. No es una sorpresa. Esperábamos un segundo trimestre flojo y hubo casi una tormenta perfecta”, explicó el colaborador del ministro Nicolás Dujovne.

A contramano de algunos miembros del gabinete que desestiman públicamente el impacto inflacionario de una devaluación, Sandleris consideró que “todos sabemos que las devaluaciones tienen traslado a precios pero eso varía, en julio todavía vamos a tener niveles de inflación más altos de los que nos gustarían”.