Su vida está en Madrid, con su mujer y sus hijos. Es la ciudad a la que arribó hace más de 40 años, cuando el exilio se transformaba en una obligación de supervivencia. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, la capital ibérica es un lugar en el que aún no se halla. “Me cuesta admitir que vivo acá. Escucho hablar en español y todavía me sorprendo. Me pregunto: ¿dónde estoy?”. Entonces reconoce que extraña. Extraña su Bahía Blanca natal y Buenos Aires, como en aquella escena de Martín Hache en la que Federico Luppi dice en Madrid que la patria es un invento. Admite que no piensa ni en Chaco ni en Salta, que extraña solamente sus ciudades de Argentina. Y que extraña a sus amigos.

“¿Y sabés qué? No extraño dirigir. Si bien cuando era entrenador mi trabajo lo hacía con pasión y entusiasmo, ya no pienso en eso. Lo que sí extraño es jugar. Jugar al fútbol. Jugar con mis amigos. Eso lo extraño muchísimo. ¡En serio! Y sobre todo sueño que juego. Y a veces sueño que estoy en un equipo y que entro a la cancha y que a la vez digo “pero estos tipos se van dar cuenta la edad que tengo, no sé si voy a poder. Hoy encima la cancha me parece inmensa’”, y ríe. Ángel Cappa ríe. 

Sus días transcurren como comentarista radial en Onda Cero, pero también como un tipo que analiza todo lo que pasa en España y en el mundo más allá del fútbol. “Leo mucho y sobre todo, últimamente, miro mucho YouTube. Allí observo a la televisión argentina, los escucho a algunos, consumo todo. Veo los programas fascistas fundamentalmente, que prefiero no dar el nombre para no entrar en problemas personales”.

-¿Y no te hace mal ver esos programas? 

-No, no. Yo quiero saber cómo piensan, sus argumentos para, por ejemplo, justificar la represión a las manifestaciones de los jubilados. Los escucho y digo “mirá lo que dicen esos tipos”.

-¿Seguís interesado en la política?

-Claro. Participo en charlas políticas. Me interesa muchísimo la política, como forma de vida. La política es todo. 

-¿Y cómo ves desde España este momento de la Argentina?

-Veo que lo que está haciendo Mauricio Macri es un desastre económico. Son las mismas medidas neoliberales de la dictadura y el menemismo, y llevarán a las mismas consecuencias. Sé que en Argentina hay manifestaciones todos los días, pero acá en España no sale una palabra del gobierno de Macri. ¿Sabés por qué? Porque en Argentina hay muchas empresas españolas y todo lo que hace Macri beneficia a esas empresas. Eso también es deshonestidad informativa de los medios, y me indigna. Yo estaría de acuerdo en que publiquen lo que pasa en la Argentina aun cuando me dijeran que apoyan las medidas que toma Macri. Pero esconder, no. Eso no lo admito

-¿Pensás que Argentina repite su propia historia?

-Sí, está claro. Endeudamiento. FMI. Ajustes. Paritarias con tope. Devaluación de la moneda permanente. Todo eso ya lo vivimos. 

-Hablaste de cómo los medios de comunicación ocultan información...

-Me interesa mucho la ideología de ellos. Es fundamental saberlo. Hoy los dueños de esos medios ya no son empresarios periodísticos. Son manejados por bancos o entidades financieras y entonces te moldean el pensamiento. Me llama la atención y me indigna la profunda deshonestidad informativa que existe. No así la opinión, porque todos tienen derecho a opinar lo que quieran. Pero no tienen derecho a desinformar. Un caso flagrante es Venezuela. Si hay dos manifestaciones, una a favor y una en contra, los medios te dicen que hay una en contra. La que es a favor la ocultan. ¡No podés negarme la información! Así la gente se forma una idea que no se corresponde con la realidad.

 

 

-¿Y qué impresión te da la opinión de esos medios?

-La opinión ya no me preocupa. Antes era más intransigente con las opiniones de la derecha. El tipo de derecha puede opinar lo que quiera porque hay libertad. Y tengo que aceptar lo que piensa. En eso he cambiado. Sigo siendo un hombre de izquierda, pero acepto su opinión. Ahora bien, lo que no soporto es que me engañen en la información y que lo hagan permanentemente. Yo tengo tiempo y puedo ver todo en internet. Y busco medios alternativos para informarme, por lo que me entero de cosas que de la otra manera no podría enterarme. Pero el pueblo llega a su casa y prende el televisor y no tiene tiempo para procesar. Mirá, hoy leía en el diario El País que “Nicolás Maduro lanzó una ofensiva contra Estados Unidos y expulsó a dos funcionarios”. ¡Es al revés! Él se está defendiendo de un ataque declarado. Y eso es título. Vos podés decir si está bien o mal, podés opinar. Pero tu título no es cierto porque ponés exactamente lo contrario.

-¿Por qué creés que ocurre?

-Supongamos que yo acepto que Venezuela es una dictadura, no sé nada y creo en lo que me dicen los diarios. Aunque me queda un poquito de libertad, chiquita así, para preguntar, “¿Pero cómo, es la única dictadura que hay en el mundo?” Porque todos los días acá en España se habla de Venezuela. Es una obsesión. Venezuela está demonizada, como en otra época cuando te decían comunista y era terrible. Era ser un malvado. Y ahora sacralizan palabras como inversores. Por ejemplo, si toman estas medidas se irán los inversores, dicen los medios. Como si los inversores van a beneficiar al pueblo. Como si el FMI prestara dinero porque son buenos tipos. En la Argentina hay 300 empresas que son manejadas por sus trabajadores pero eso no se dice. Ahí queda demostrado que el que hace falta es el laburante, no el capitalista, quien es prescindible. El trabajador tiene la capacidad suficiente para llevar adelante una empresa. Pero te cambian el mensaje, te dicen “el empresario viene a dar trabajo”. No, él necesita que trabajen muchos para hacerse millonario. No es una generosidad.

-Nunca ocultaste tu manera de pensar, ¿te sentís etiquetado por tu posición izquierdista?

-Sí, pero no despectivamente. Seguramente que para esos fascistas de los programas de TV de Argentina, sí. Entonces, como le digo a mis hijos, “fijate quiénes son los que hablan mal de mí”. 

Cappa se mantiene alejado de las redes sociales, no tiene cuentas de Twitter, Facebook ni Instagram. “¿Para qué? Para contar qué desayunás y vivir exhibiéndose. Esas son estupideces permanentes. Que hagan lo que quiera, yo no participo”, expresa fiel a su estilo. Lo que sí maneja de las nuevas tecnologías es WhatsApp. Y uno de los principales destinatarios de sus mensajes es César Luis Menotti. “Con el Flaco hablo seguido. Cuando hay partidos de la Champions League o de la Liga en los que juegan Barcelona o Real Madrid nos enviamos mensajes de audio todo el tiempo, durante los 90 minutos”, cuenta en referencia a una amistad inquebrantable con el DT campeón del mundo en 1978.

Esa unión data de décadas, y fue trasladándose por distintos países y ciudades: Barcelona, Buenos Aires, Montevideo. Pero quizás el lugar más inspirador para esa relación sea Mar del Plata. Allí, en un verano hace más de 30 años, entre picados en la arena, sol y cenas con sobremesas eternas, se gestó Futbol sin Trampas, el libro que Cappa y Menotti escribieron juntos, aunque en verdad es la palabra del Flaco entrevistado por Ángel. 

“Hicimos 25 charlas de una hora durante 25 días seguidos. Yo grabé todo en cassettes que aún tengo guardados en mi casa. Iba con el grabador y lo hacía hablar. Le hacía preguntas y él respondía. Todos los conceptos que él volcaba en la charla no los preparaba. Ahí quedé impresionado por la increíble capacidad del Flaco para hacer ese libro de manera improvisada. El libro es completo, lo digo sin vanidad; creo que es uno de los mejores libros de fútbol que existen. Ahí está casi todo. Siempre tuvimos la intención de volver a hacerlo, de agregarle cosas de la actualidad”. Fútbol sin trampas, además tiene  prólogo de Joan Manuel Serrat. 

En Argentina dirigió a Banfield, Huracán, Racing, River y Gimnasia; su última experiencia como entrenador fue en Perú, hace ya más de seis años. Después de más de un cuarto de siglo de sentarse en los bancos de suplentes, su tiempo como técnico quedó atrás, pero de ninguna manera desapareció la pasión que cultiva por el fútbol, su gusto por una determinada manera de jugar y la debilidad por algunos futbolistas. 

-¿Qué te representa Iniesta?

-Es uno de los mejores medios que vi en mi vida. Por fin logró el reconocimiento mundial que merece un jugador de ese nivel. Una vez me llegaron a decir que no recuperaba el balón. ¡Por favor! Toda esa generación del Barcelona es maravillosa. Nos llenó de alegría y emoción. Y para los resultadistas: nadie ganó más que ellos. Nadie. Esos bajitos, chiquitos, flaquitos que no recuperan, ganaron todo.

-Ángel, ¿se puede jugar 2-3-3-2 como había mencionado Jorge Sampaoli antes del Mundial? 

-Eso es una manera de enunciar algo. ¡No puede haber ningún equipo con dos defensores! Ni cuando decían que La Máquina de River jugaba 2-3-5 eso pasaba en la realidad. Y mirá que lo charlé en su momento con Adolfo Pedernera y también con Alfredo Di Stéfano. Ellos me decían que de ninguna manera se marcaba con dos defensores, como que así tampoco eran cinco delanteros, porque siempre había la menos dos que se retrasaban a la mitad de la cancha para arrancar las jugadas. Lo más importante es cómo se ocupan los espacios, cómo se ubican los jugadores

-¿Qué significó haber llegado a tres finales en los últimos cuatro años pero no haber podido ganar ninguna? 

-En el Mundial de Brasil ganamos partidos de casualidad, pero en la final merecimos vencer y perdimos en el alargue. Que la Selección haya llegado a tres finales seguidas es un éxito. Como decía Johan Cruyff, las finales se pierden o se ganan por un detalle. 

-Pero en Argentina pareciera no dársele valor a esas finales. 

-Es que hay un exitismo ridículo. Lo que hizo Lionel Messi y compañía no es un fracaso. A todo esto: tampoco no se puede entender que el mejor del mundo sea criticado. Si hasta le cuestionaron que no cantaba el himno. Pero bueno, es parte del fascismo que antes mencionaba, porque en el fútbol también hay mucho facho.