La disputa interna por la conducción de la Sociedad Rural Argentina le dio un tinte particular a la inauguración de las 132ª Exposición del campo en Palermo, más allá de la trascendencia que pudieran alcanzar los discursos de Daniel Pelegrina y Gabriela Michetti. El primero, actual presidente y postulante a su reelección en septiembre, aprovechó la oportunidad para ubicar políticamente a la entidad lo más cercana e identificada con el gobierno, reivindicando “la gesta contra el atropello de la 125” y los hombres que la protagonizaron (nombró a los ex titulares de la SRA Luciano Miguens y Luis Biolcati, para hacer más notorio que no hizo la más mínima referencia a Etchevehere), y marcando una grieta insalvable con el pasado kirchnerista. “Nunca más volverá a ser el campo la variable de ajuste de un  modelo que fracasó”. Gabriela Michetti, vicepresidenta de la Nación, llegó al estrado por ausencia de Mauricio Macri, y por pedido de un amigo suyo y dirigente de la rural cercano a Etchevehere, Martín Goldstein, quien le pidió que hablara para evitar que el ministro de Agroindustria tuviera que ocupar ese lugar expuesto a algún silbido, dado su abierto enfrentamiento con Pelegrina. De hecho, el anuncio de la palabra de Michetti fue acompañado por su sonoro silencio, apenas algún aplauso, al quedar involuntariamente identificada en esa interna con el ex titular de la entidad. Sus elogios al campo, su augurio de “otra siembra histórica” tras la sequía, sus metáforas sobre “sembrar la confianza y el diálogo”, ni su proclama de que “el campo demuestra que sí se puede”, lograron arrancar un aplauso potente, sentido, más allá del compromiso. 

Pelegrina, en campaña por mantener la conducción de la Rural, habló para los propios y se olvidó del resto. Saludó la baja y eliminación de retenciones, puso en las exportaciones el horizonte de toda la producción –incluso para la lechera–, pidió menos carga impositiva, reducción del gasto público “en todos los niveles”, con un reproche especial para los intendentes, y se desentendió de las responsabilidades por la inflación, a la que calificó, como el gobierno, de ser el peor de los males de la economía. Comprensible en gente que no sufre hambre, pobreza ni desempleo, evidentemente. 

Los padecimientos de los pequeños y medianos productores, especialmente los que dependen del mercado interno, quedaron fuera del alcance de su discurso. El titular de la Sociedad Rural dejó en claro, en su exposición, que su visión del campo está circunscripta a la agroexportación. “Hoy se abre una gran oportunidad: exportar al mundo lo que producimos. Nos proponemos participar activamente del comercio mundial, una tarea difícil pero absolutamente necesaria para generar crecimiento, inclusión y salir de la pobreza”.  

Incluso cuando le tocó hablar de los sectores que se mantienen relegados, mantuvo como eje de su discurso a los mercados externos. “La lechería tiene un enorme potencial, tiene que encontrar su rumbo y asumir el desafío de crecer mirando a la exportación”. “Es imperioso generar transparencia y competitividad en toda la cadena”, dijo, eludiendo y diferenciándose de la postura de una extensa franja de productores lecheros que exigen una intervención directa de las autoridades públicas para regular un negocio híperconcentrado (ver nota aparte). 

Tampoco asumió el reclamo de pequeños productores del interior por los aumentos de costos logísticos y de producción, con insumos muchas veces atados al dólar. “Las economías regionales –dijo Pelegrina en su discurso– empiezan a romper la inercia decadente que traían y se observa una oportunidad para las nuevas cosechas, que irán mejorando atraídas por las nuevas demandas del mundo”. Del consumo interno, ni una palabra.  

Dentro del abanico político, Pelegrina se alineó sin disimulos con el actual gobierno. “Hace poco más de dos años recuperamos el diálogo y la confianza perdida cuando el gobierno empezó a equiparar nuestra situación con la de otros sectores de la economía y se comprometió con el campo, desarmando el embrollo que teníamos en el comercio y la exportación de nuestros productos, eliminando y reduciendo injustas retenciones. Y está honrando ese compromiso con hechos. Porque que quede bien claro: nunca volveremos a ser la variable de ajuste de un modelo que fracasó”.  

En otro pasaje, evocó la disputa de 2008 por las retenciones a la soja, a la que aludió como “la gesta contra el atropello de la (Resolución) 125, que nos unió como nunca. Los productores salimos a las rutas acompañados por los trabajadores rurales y ciudadanos de los pueblos de todo el país, en un compromiso místico. Gracias a los dirigentes de la Mesa de Enlace, Eduardo Buzzi, Mario Llambías, gracias Luciano Miguens, Luis Biolcati, gracias mellizo De Angelis”. Y en su particular y restringido concepto de unidad, proclamó: “Argentina sale adelante de la mano del campo, somos el motor del desarrollo argentino”, entre vítores. De cara a la interna de la Sociedad Rural, le había hecho una demostración de fuerza a su rival, Miguel Etchevehere, y un gesto hacia el gobierno de que su sector puede ser un socio más confiable.

 A Gabriela Michetti le tocó hablar cuando las cartas principales ya estaban echadas. Fue recibida con frialdad, en parte porque le tocó llegar de la mano de Etchevehere, y en parte porque era la resultante del “faltazo” de Mauricio Macri, en Sudáfrica por la cumbre de los BRICS. Además de Macri, tampoco concurrieron los otros referentes fuertes de Cambiemos: el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, la gobernadora María Eugenia Vidal ni la aliada mayor Elisa Carrió. En un discurso breve, prolijamente leído, citando un mensaje transmitido por Macri y un contenido sectorial con un aporte importante de la pluma del ministro Etchevehere, la vicepresidenta no dejó ningún anuncio para el sector ni sacó los pies del plato. Apenas hizo lo suficiente como para merecer el lugar en la historia de “primera mujer que inauguró la Exposición Rural en 132 años”, privilegio al que Cristina Kirchner renunció por razones fácilmente comprensibles.