La teoría del escenario de tres para las elecciones santafesinas, sigue estando vigente. El oficialismo nacional no encuentra candidatos de mucha gravitación pero confía en un despliegue de estructura que le permita superar ese escollo. “Sabemos ganar elecciones”, dijo recientemente off de récord el Jefe de Gabinete Marcos Peña, y nadie puede rebatirle eso. El socialismo sabe que tiene una cuesta empinada que remontar pero también apuesta a su estructura política y sabe que dará esta pelea aún desde el poder con todo lo que eso significa. Para el peronismo el camino parece más despejado: Tiene candidato, tiene una base electoral histórica en la provincia y corre totalmente desde el llano, sin el desgaste que significa la gestión. Hay un poderoso deseo de recuperar la provincia que gobernó hasta diciembre de 2007 y esa idea le da una mística que suma en toda campaña.

Los lineamientos generales de la intensa campaña que se avecina, parecen trazados. El socialismo empezó hace meses una tarea de despegue de las políticas nacionales a las que no se había animado a cuestionar desde el principio por temor a enemistarse aún más con el electorado que había sido favorable al PRO en 2015 y en 2017. Pero ahora el enfrentamiento ya es a campo abierto: El presidente acaba de adjudicarle al gobernador Miguel Lifschitz un doble discurso en lo privado y en lo público. Mauricio Macri sabe que hay sectores en la política santafesina que le reprochan al PS no haber marcado antes y con mayor fuerza sus diferencias.

Por su lado, el socialismo señala todos los días los déficits de la gestión nacional. El desempleo empezó a golpear fuerte a Santa Fe hace dos años, pero recién ahora el ministerio de Trabajo de Santa Fe empieza a registrarlo en sus estadísticas. Los fondos para los comedores escolares son insuficientes también desde hace tiempo, pero ahora encuentran eco en las declaraciones oficiales de la ministra de Educación provincial. También desde hace mucho la salud pública provincial y municipal se ocupan de atender a jubilados que han sido afectados por los recortes en el Pami y las obras publicas que perdieron financiamiento de Nación son claramente destacadas en los mensajes oficiales del gobierno santafesino y rosarino.

Macri y el PRO ganaron mucho tiempo estirando las negociaciones ocultas por la reforma constitucional y la posibilidad de otorgarle a Lifschitz lo que más buscaba: la oportunidad de otro mandato. También empezaron a dilatarse los tiempos para saldar la deuda histórica de Nación con Santa Fe a partir del fallo de la Corte Suprema de Justicia nacional. Esos casi 50 mil millones de pesos que la provincia calcula en 70 mil aplicando los intereses y de los que la Nación sólo reconoce 31 mil y pagaderos en diversas y confusas fórmulas que nunca terminan de estar claras.

El candidato provincial de Cambiemos tendrá que hamacarse en su discurso: Fustigará al socialismo por la seguridad pero deberá afrontar las demandas económicas y sociales por el fuerte ajuste aplicado por la nación que se suma al creciente desempleo, la devaluación y la escalada de precios que no cesa.

 

Andres Macera

 

Por el lado del peronismo Omar Perotti ya eligió: Fustiga con una dureza poco común a su personalidad y costumbre al socialismo y edulcora demasiado su visión de la gestión macrista. “Mirá que el escenario cambió mucho, la gente viene acumulando bronca contra Cambiemos”, le dicen en su entorno más cercano. Pero no hay caso, el senador nacional no se mueve de sus objetivos trazados. Como nunca lo hace. Hay reconocerle persistencia y temple para manejar su carrera.

En ese entendimiento, Perotti comenzó a mostrar sus dientes con la seguridad. En un acto en Villa Constitución dijo que la gente tiene la sensación de que el socialismo “llega tarde y a destiempo” a los más graves conflictos en seguridad y aseguró que ese es el tema que más reclaman al Estado los santafesinos. No hubo menciones contundentes al estrago que está causando la economía nacional en la región y sólo mencionó que el gobierno nacional tiene que “poner la mirada en la gente”. Un golpe con el diario mojado si se compara con los efectos cotidianos de las medidas presidenciales en esta provincia.

El socialismo, contra todas las recomendaciones de los expertos en comunicación política, dará mandobles en dos frentes: Ya empezó con el proceso de desgaste del intendente de Santa Fe y probable candidato a gobernador de Cambiemos José Corral. En estos días lo denunció por el hurto de energía a la EPE con cableados ilegales en distintas dependencias públicas de la capital provincial. Y Corral ya sabe algo de “luces” como aquella vez que fue a inaugurar una nueva iluminación para su ciudad y esos focos nunca encendieron para el acto.

Para Perotti el PS reserva artillería del pasado. La idea será ligarlo a un peronismo antiguo y superado en la provincia y, por supuesto, para eso contará con el remanido tema de la privatización del Banco de Santa Fe. No mucho más ha encontrado con el tiempo para descargarle al ex intendente de Rafaela con el que se llevaron mal desde que Hermes Binner puso un pie en la Casa Gris.

Como se ve y como siempre pasa en la política, las diferencias se acentúan mucho más en las campañas porque hay que identificar la “marca”, para que los electores no vayan para cualquier lado. Pero sí debería quedar en claro para la gente cuáles serían los rumbos más convenientes para el futuro de Santa Fe que, sin dudas, debe recuperar gravitación política nacional como provincia poderosa y productiva.