La sororidad es una vibración que no se detiene. “Este grito no es nuevo./ Se hamacó muchas veces/ en la nieve feroz./ Este grito que es nuevo/ está escrito con palabras/ más viejas que la sombra/ de un pájaro”. Este poema de Paz Garberoglio (Villa Ramallo, 1975) integra Martes verde, libro que reúne cincuenta y tres poemas que fueron leídos durante los pañuelazos que cada semana acompañaron el debate sobre el proyecto de ley presentado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “¿No es acaso/ este cuerpo/ mi única posesión?/ Conquistar/ es un gesto/ político/ y poseer/ no es tener./ Somos/ territorio en disputa”, plantea en otro poema Aldana Antoni (Buenos Aires, 1989). “Insurgente, insurrecta, y políticamente incorrecta/ hoy me cago en el lenguaje de la gente selecta/ nunca cobani siempre Cobain/ nunca sumisa siempre fetén/ otra puta subversiva que practica la herejía/ aúllo con el puño el despertar de esta apatía”, afirma Natalia Carrizo (Buenos Aires, 1981). A pocos días de la votación de la ley IVE (Interrupción voluntaria del embarazo), el colectivo de Poetas por el Derecho al Aborto Legal presentará el libro, editado conjuntamente por Paisanita, Mi gesto punk, El ojo del Mármol, Viajera, Pánico el Pánico, Club Hem, Ediciones Presente, Gog & Magog y Color Pastel– hoy  a las 18 en el escenario frente al anexo de Diputados.

“Nos autoconvocamos, nos reunimos, nos escuchamos, nos comprometimos. La palabra poética estampó, en múltiples voces, un grito que la sociedad aclamaba: Aborto Legal YA. Un deseo nos llevó a ser parte de la imparable marea verde: la autonomía de las personas gestantes y la libertad de decidir sobre nuestros cuerpos y proyectos reproductivos. En esencia, ser dueñas de nuestras pasiones y planes de vida, sin tutelajes ni mandatos –subrayan María Alicia Gutiérrez y Juana Roggero en el prólogo de Martes verde–. Fuimos y seremos parte de una ilusión que albergamos hace demasiado tiempo. La historia ha sido esquiva con nosotras, y llegó la hora de que nuestras instituciones den cuenta de un derecho elemental para lograr nuestra ciudadanía plena. Estamos convencidas de que así será: las mujeres y las personas con capacidad de gestar (de distintas generaciones, clases, razas, etnias) somos portadorxs de una contundente mayoría de edad, y hemos decidido hacer de ello la práctica de nuestra vida cotidiana. La plaza inundada de pañuelos verdes, la alegría de los cantos y los bailes, las abundantes expresiones pictóricas y artísticas, así como las presentaciones argumentativas dentro de la Cámara de Diputados, fueron la manifestación de un movimiento que ha crecido, reflexionado y sentido en todos estos años. Recordar la imagen de lxs jóvenes sentadxs en silencio escuchando poesía nos llena de emoción profunda: los deseos (y los derechos) están garantizados. Los martes verdes vibramos feminismo y sororidad, dialogamos con lo que sabemos formar y con la convicción de que el aborto será ley y de que la lucha continúa, como la propia vida”. 

La poeta y editora Vanina Colagiovanni (Buenos Aires, 1976) cuenta a PáginaI12 que Martes verde se gestó como una iniciativa de María Alicia Gutiérrez, coordinada por Juana Roggero, en la que se convocó a poetas a leer durante los martes de debate previo a la media sanción de la ley en Diputados. “Surgió luego la idea de editar un libro con este material y allí las editoras que nos sentimos convocadas y que nos reunimos para hacerlo, sumamos nuestro trabajo y colaboramos para entre todas armar el libro y editarlo a tiempo para la vigilia por el tratamiento de la ley en el Senado –comenta Colagiovanni–. Como editoras y mujeres nos sentimos muy fortalecidas por este trabajo conjunto, y queremos seguir haciendo acciones colaborativas y de militancia feminista en el futuro. En esta red que suma poesía, política y feminismo seguiremos trabajando para la ampliación de derechos”. En el libro hay poemas de Gabriela Bejerman, Vanna Andreini, Liliana Ponce, Cristina Piña, Paula Jiménez España, Celeste Diéguez, Andi Nachón, Vanina Colagiovanni, Romina Freschi, Valeria Belén, Luciana Reif, Blanca Lema, Flor Codagnone, Karina Macció, María Insúa, Natalia Leiderman y Juana Roggero, entre otras.

Ser libres

“La legalización del aborto es una necesidad urgente –explica Andi Nachon (Buenos Aires, 1970)–. El aborto existe, las muertes por abortos clandestinos existen, la cantidad enorme de niñas y adolescentes forzadas a ser madres sin tener posibilidad de elección es una realidad. La legalización del aborto es una política de salud pública que viene a saldar esta deuda real, concreta y mesurable con las mujeres de nuestro país. Quiero vivir en un país donde la interrupción voluntaria del embarazo sea una posibilidad legal y segura para quien la necesite”. Nachón, autora de Siam, W.A.R.Z.S.A.W.A y Viernes de chicas, entre otros títulos, aclara que “abortar no es para nadie una decisión fácil: pero es una decisión que millones de mujeres han tomado a lo largo de la historia”. “Una decisión que todavía en mi país se toma de manera secreta y clandestina, con opciones determinadas por las posibilidades económicas y las oportunidades de clase. Es una decisión que seguramente ahora alguien está tomando con todo el dolor y el miedo que implica –agrega la poeta–. Apoyo esta ley porque considero que es un cambio preciso, a favor del reconocimiento de la posibilidad de elección de las mujeres sobre su cuerpo, su vida y su capacidad de gestar. Apoyo esta ley para que esta decisión que ya existe y sucede, se dé en el marco legal y seguro que una política de salud pública debe promover. Apoyo esta ley porque sueño que mi hija herede un país donde todas, todos y todes tengamos iguales derechos y oportunidades: creo que la legalización del aborto es un paso más para lograr algún día ese país más justo e igualitario que tanta gente como yo sueña y construye cada día”.

Valeria Belén (Monte Chingolo, 1998) advierte que está en juego “la autonomía de nuestros cuerpos”. “Necesitamos conquistar este derecho para reivindicar la historia de generaciones pasadas y presentes obligadas a parir y criar proyectos ajenos a nosotras, los cuerpos gestantes. Se lo debo a mis abuelas, mis tías y cercanas obligadas a la clandestinidad, el silencio y la culpa. El accionar ya está en las calles, autogestionamos nuestro conocimiento, las pastillas y el apoyo psicológico de quienes decidimos abortar. Ahora es necesario que el Estado se haga cargo de esta lucha social que venimos peleando hace generaciones, nos debemos ser libres”. Romina Freschi (Buenos Aires, 1974) está a favor del aborto legal porque no hacerlo es avalar el aborto clandestino. “Y eso avala la esclavitud de  las personas con capacidad de gestar. Gestar es una capacidad, no una obligación; cuando es obligación la transformamos en una imposibilidad, y eso es esclavitud, dependencia. Y eso avala el negociado de quienes lucran con la clandestinidad”, señala la autora de Marea de Aceite de Ballenas, Eco del Parque y Todas Cuerdas, entre otros. “No es necesario estar dispuestas a abortar para pensar una ley que nos proteja, para hacernos responsables. La ley sí es necesaria porque regula una capacidad, nos vuelve menos hipócritas y nos permite pensarnos como humanidad plena: la ley de 1921 fue redactada por representantes de una sociedad en la que la mujer no tenía ni derecho al voto o patria potestad sobre sus hijos. El proyecto de la Campaña fue elaborado con minuciosidad y responsabilidad preciosas. ¿Cómo negar los millones de ciudadanes que piden por esta ley en las calles? ¿Cómo no escucharnos a nosotres mismes? La violencia de quienes se oponen me parece la prueba más patente de la necesidad de esta ley –añade Freschi–. Legalizar el aborto es poner freno a esa violencia que, en la clandestinidad, tiene vía libre”.

Sí a la vida

Blanca Lema (Buenos Aires, 1960) cuestiona la “falsa sensibilidad” de la militancia anti derechos. “Estamos ante una emergencia de salud. Salud desde el vital punto de vista de ni una menos, y salud como sociedad. No es sano que humanicemos a un embrión llamándolo bebé, y cosifiquemos a la mujer llamándola ‘vientre materno’. Todo el lenguaje social está minado de una falsa sensibilidad que ha venido asintiendo la violencia de género y donde la prevención es reemplazada por el castigo. La ley, como lo han demostrado los países que la tienen, es un paso hacia una sociedad más evolucionada donde los niños que nacen, nacen con el derecho de haber sido elegidos. Me alegra que la poesía forme parte de esta re educación como seres humanos”, precisa la autora del poemario Estrellas y Trotyl y las novelas Contradanza y Taper Ware. Luciana Reiff (Buenos Aires, 1990) fundamenta por qué avala el proyecto de ley IVE. “Las mujeres y todas las identidades gestantes tienen que tener derecho para decidir sobre sus propios cuerpos. No solamente es una cuestión de autonomía individual sino de salud pública ya que el aborto clandestino es una de las principales causas de muerte materna. La despenalización y legalización del aborto permitiría no sólo reducir las muertes por abortos clandestinos sino  disminuir la brecha de desigualdad que supone que las personas de clases altas pueden pagar abortos clandestinos seguros mientras que las mujeres de clases bajas mueren abortando en la clandestinidad por prácticas inseguras –compara la autora de Un hogar fuera de mí–.  Por último apoyamos la ley porque creemos que Iglesia y Estado son asunto separado, y que las concepciones católicas sobre el inicio de la vida son una cuestión personal de quienes profesan dicha religión y no tienen que tener incumbencia en la esfera política”.

Colagiovanni refuerza la perspectiva del aborto legal por un tema de salud pública. “El aborto existe. Sucede. Por eso, necesitamos que no muera nadie más por un aborto hecho en condiciones de clandestinidad. El aborto legal es una urgencia sanitaria en nuestro país donde es la principal causa de la mortalidad materna, según el Ministerio de Salud. Por eso pedimos aborto legal, seguro y gratuito y que no haya modificaciones al proyecto de ley que fue aprobado por la Cámara de Diputados. La despenalización al aborto, en lugar de la legalización, no termina con ninguno de los problemas mencionados. No sirve. Tampoco aceptamos que se realice hasta las 12 semanas de gestación, en lugar de las 14 que aprobó Diputados. Esta ampliación de derechos no obliga a nadie a abortar, pero sí previene la muerte de muchas personas que deciden terminar con un embarazo no deseado sin acompañamiento ni recursos. Se trata de que todos tengan el mismo derecho y no solo aquellos que pueden pagarlo. El derecho al aborto dice que sí a la vida de todas esas personas gestantes”, postula la autora de los poemarios Travelling, Sala de espera, Lo último que se esfuma y la novela Laguna. Juana Roggero (Buenos Aires, 1980), autora de Bipolaridad, Cromañón y Morir delante de papá y mamá, entre otros libros de poemas, pone el énfasis en la igualdad y la inclusión: “Legalizar el aborto es suavizar el grito de la desigualdad. Es escuchar las voces feministas que claman por el derecho a decidir desde hace años. Es reconocer la libertad esencial de todas las mujeres y personas con capacidad de gestar. Legalizar el aborto es apoyar la democracia, la inclusión y el respeto. Legalizar es amar a cada uno de los cuerpos que forman nuestra sociedad”.