En 1984, plena primavera democrática, Hugo Midón comenzó a trabajar alrededor de la figura del payaso con Andrea Tenuta y Roberto Catarineu. Y si, como recuerda este último en la nota con PáginaI12, Narices fue el antecedente para dar vida a estos payasos, se terminó de conformar con Vivitos y coleando, también junto a Carlos March, quien ya se había incorporado al equipo con El imaginario, en 1980. Vivitos  y coleando nació como un ciclo para ATC , que llegó a tener 90 programas. “Grabábamos un programa diario, y diferente cada vez. Teníamos que ensayar las coreografías, escenas, canciones y grabar ese mismo día, para cumplir el plan. Era una locura”, recuerda ahora March.

Esos programas fueron el primer material para trabajar las obras teatrales que vendrían después: Vivitos y coleando 1, 2, 3 y, en 1995 Locos ReCuerdos, que reunía escenas de las tres partes de la saga, y que se estrenó en la sala Martín Coronado del San Martín como un modo de celebrar  los 25 años de La vuelta manzana, el primer espectáculo que Midón había hecho con Gianni y la coreógrafa Mónica Penchansky, madre de sus hijos. A estos espectáculos siguieron otros como El gato con botas (en el que, en pleno menemismo, la gente se identificaba con ese gato arribista, corrupto e inescrupuloso, según recordaba Midón en una entrevista con este diario), La familia Fernandes, Huesito caracú, Objetos maravillosos, Derechos torcidos o el último, Playa bonita. 

“Su gran misión en el mundo era educar desde chiquitos. ¿Cómo hacemos para cambiar el mundo? Bueno, empecemos por los niños. Después me fui dando cuenta, con su hacer, que eso era lo que buscaba, más allá de todo lo artístico”, analiza Carlos March. “Ahora nosotros somos los privilegiados que estamos disfrutando de todo eso que él sembró. Porque vemos, cada vez que termina una función, cómo los niños nos vienen a saludar y a comentar el espectáculo, como personas sensibles. No son cholulos. Hay una gran diferencia. No generar cholulos desde chicos, es hacer escuela de espectadores. Es hacer docencia. Eso es Midón. Y hoy nosotros estamos acá, volviendo a Vivitos y coleando, porque creemos que eso es lo más valioso de Hugo. Aparte del nivel artístico, de la inteligencia, de las ideas, de cómo concretaba las ideas… Que también era genial”.