Barrio Western 

(Téhem / LocoRabia/2D Ediciones)

“¿La Isla de la Reunión? ¿Dónde queda eso?” Esas preguntas se hacían muchos aficionados a la historieta cuando años atrás Viñetas Sueltas trajo al país un contingente de ese territorio francés de ultramar. Años después, se publica aquí la primera historieta de uno de esos autores. Una suerte de Babel, de Rashomon de itinerarios personales cruzados en un pueblo setentoso de animales antropomórficos donde la exclusión, las pocas perspectivas a futuro y la violencia como respuesta inevitable llevan la acción. Téhem propone un dibujo muy en la línea de la bande-desinnée francesa independiente, con buen trabajo de grises y una narrativa de ramillete que vuelve atrás y dispara en nuevas direcciones.


Pasar y cortar 

(El Waibe / La Pinta)

Pasar y cortar forma parte de la colección más “fanzinera” de La Pinta: historias cortas, con espíritu under y de autores emergentes. La propuesta de El Waibe aquí pasa por la conformación de un equipo de basket que ni siquiera califica como barrial. Es, más bien, una de esas barritas que se forman alrededor de una canchita de un campo de deportes municipal de cualquier lugar del mundo. Con un trazo borroso, el autor construye una historia donde el lector puede poner en duda el auténtico talento deportivo de los protagonistas, pero no su espíritu, sus ganas de jugar y encontrar un espíritu de cuerpo al que pertenecer. En esa construcción incierta está el punto más alto de esta historia.


Max Hell vol.2: Escape de Nova Cártago

(Guillermo Höhn y Pablo Tambuscio / Pictus)

Por algún motivo, a Max Hell lo persiguen continuamente. Intentan atraparlo piratas espaciales, la guardia de una base en los bordes de la galaxia o encapuchados misteriosos. A él, a alguno de sus compañeros de nave o a la flamante “mascota” que encontró en el primer tomo de la serie. Las persecuciones empujan la acción, pero lo que sostiene todo es el guión sólido de Höhn (que gana espesor cuando se suma al primer volumen) y un trabajo gráfico encantador de Tambuscio, que maneja perfectamente el lenguaje corporal de los personajes. La historia es sencilla, pero no boba, y Höhn se permite deslizar algún chiste para adultos, que pueden acompañar a los niños en esta aventura.


Megaverso 

(Areka Sadro y Valentín de las Casas / Ronin Ediciones / Mitomante) 

Las dos historias que conforman Megaverso son un estallido visual. De las casas propone una imaginería intensa y que no da al lector ningún respiro. Un poco por su narrativa, que lo lleva a la rastra a pasar la página, otro poco por su intensidad gráfica y su manejo del color. En su paleta de colores y, aunque elige tonos aparentemente calmos, los usa con un vigor llamativo. El trabajo de Sadro es formalmente correcto. Hay buenas ideas, no hay fallas, pero se advierte más el deseo y el esfuerzo por demostrar el propio talento antes que de contar la historia y eso opaca un poco el resultado final. La segunda historia (suerte de homenaje a las series de robots de los ‘80) muestra potencial.