Después de cinco meses de debate parlamentario, el Senado de la Nación finalmente rechazó de plano el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo que elaboramos desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y que venía con media sanción de la Cámara Baja. No aceptaron introducir cambios a ese proyecto, ni generaron alternativas viables y respetuosas de las demandas de las mujeres y las organizaciones. Así, los sectores más conservadores de nuestro país, orquestaron la obturación de este derecho con presiones y manipulaciones respecto a cifras, datos y estadísticas. 

Lo que vimos adentro, en el recinto, fueron representantes que estaban muy lejos de las demandas expresadas en las calles, en esa marea verde y feminista, protagonizada por millones de mujeres y varones, de todas las edades, que manifestaban su derecho a decidir y su exigencia de que no mueran más mujeres por abortos clandestinos. A pesar de la fuerte presencia en las calles, que soportó todas las inclemencias climáticas, el Senado eligió mirar para otro lado y negar una realidad insoslayable: que el aborto salió de la clandestinidad y que de este debate no se vuelve para atrás. 

Su falta de sensibilidad para legislar sobre una problemática tan grave, el grado de desconocimiento manifestado en sus argumentaciones contrarias a la legalización y, finalmente, sus votos negativos, les vuelven responsables de todas las mujeres que morirán por las consecuencias de un aborto clandestino, de aquellas que tendrán que atravesar discriminatorios y estigmatizantes procesos judiciales por considerar que ejercer su derecho es equiparable a un delito, y de todas aquellas niñas y mujeres que se verán obligadas a una maternidad forzada. Si hasta este momento no podía adjudicárseles una responsabilidad manifiesta sobre las 3030 muertas en democracia por complicaciones por abortos clandestinos, a partir de su voto negativo, les recae por completo. 

Quienes se opusieron, creen que rechazando el proyecto, sepultan la posibilidad de que en Argentina tengamos ley de aborto legal. Creen que así apagaran la demanda de toda una nueva generación, cuyos deseos de igualdad y autonomía no tienen techo. “El silencio ya no nos pertenece y la despenalización del aborto es social”, tal como rezaban algunos carteles, sintetizó la impronta que trae una juventud que ya no acepta que legislen sobre sus cuerpos, ni sobre sus libertades, y no va a dar marcha atrás en esto que considera su derecho. Son los y las más jóvenes, actores fundamentales en esta lucha, quienes van a forzar las trabas que con tanto ahínco defienden quienes quieren que nada cambie. No fue ley ayer, pero sí lo será mañana.

Treinta y ocho senadorxs que legislan a destiempo no van a apagar la lucha que llevamos adelante desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, que tiene más de 13 años, durante los cuales presentamos el proyecto de interrupción siete veces. Nosotras seguiremos luchando, y seguiremos haciendo historia, asumiendo el rol político y revolucionario que las mujeres hemos tenido en los procesos de cambio social. El patriarcado se va a caer y deberán aceptar que, más temprano que tarde, el derecho al aborto será ley en nuestro país.

Silvia Augsburger: Diputada nacional mandato cumplido, primera firmante del primer proyecto de ley de la campaña como legisladora del Partido Socialista. Integra la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto y actualmente es diputada provincial de Santa Fe del interbloque Igualdad y Participación.