Los festejos patrios no son el fuerte del gobierno nacional. Por caso, Mauricio Macri no concurrió al tradicional acto por el Día de la Bandera. La suspensión de la visita presidencial, anunciada el 19 de junio a la noche, provocó un cruce de palabras con el gobierno santafesino. El comunicado del Ministerio de Interior explicó que se quería “evitar la posibilidad de que se generaran disturbios en las calles de Rosario de organizaciones políticas”. El gobernador Miguel Lifschitz contestó que “no comparto que no venga. La seguridad estaba asegurada, incluso por las fuerzas federales que habitualmente se encargan de la custodia presidencial”. La intendenta de Rosario, Mónica Fein, se sumó a las críticas del gobernador. 

La cancelación del viaje no fue un acontecimiento aislado. El minimalismo en los festejos oficiales del 25 de mayo, la suspensión del tradicional desfile del 9 de Julio, el replanteo de los timbreos, revelan que la Alianza Cambiemos está “desensillando hasta que aclare”.

El gobierno nacional intentó dar “una vuelta de página”, el mismo 20 de junio, con dos “buenas” noticias: 1) la aprobación formal del FMI al acuerdo stand-by por 50.000 millones de dólares y 2) el anuncio de que la calificadora líder de índices y de armado de carteras de inversión MSCI había recategorizado a la Argentina como mercado emergente.

Con el “optimismo de la voluntad”, el ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, declaró que “ser emergentes va a darnos acceso a capital más barato y por ende, más inversión, más crecimiento y más empleo para todos los argentinos”. 

La economía argentina estaba calificada como mercado emergente en 2001. Ese recuerdo, por sí solo, aconsejaría moderar el optimismo de Dujovne. Más allá de eso, “mercado emergente no es una categoría que aluda a la solidez de la economía o el bienestar de sus habitantes, sino a las garantías que ofrece para la movilidad de fondos con un solo clic y sin llenar engorrosas planillas con declaraciones por las que alguna vez alguien pueda pedir cuentas”, explica el periodista Horacio Verbitsky en “Sin Margen”, artículo publicado en El Cohete a la Luna.

Además, la decisión del MSCI tiene impacto limitado y no garantiza mayor inversión local o extranjera. En primer lugar, la inclusión como emergente comienza a ser efectiva a mediados de 2019. En segundo lugar, esa categorización esta circunscripta a catorce empresas que cotizan en el exterior (Galicia, Macro, YPF, Telecom, Pampa Energía, Supervielle, Transportadora de Gas del Sur, Francés, Edenor y Central Puerto, Globant, Arcos Dorados y Adecoagro). Por último, el MSCI amenaza con revertir la calificación si se introdujera “cualquier tipo de restricciones de acceso al mercado, tales como controles de capital o de divisas”. En otras palabras, la calificadora exige mantener la apertura irrestricta al ingreso de capitales especulativos. Ese “atado de manos” potencia la vulnerabilidad de la economía argentina.

“Los fondos que invertirán a partir del cambio de la calificación entrarán o saldrán en función del humor de los mercados globales y no de los fundamentos de la  economía local. Esto, en palabras simples, implica potenciar la  exposición del país al factor de riesgo global tanto para los flujos de capital como para el precio de los activos locales”, advierten los economistas del Observatorio  de Coyuntura Económico y Políticas Públicas.

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@diegorubinzal