¿Qué le decís a tu mujer (la tenista Paula Ormaechea) cuando te transmite la impotencia de que no puede vivir de su deporte cuando a vos te ocurre lo contrario?
–Me pongo muy mal, porque veo a la persona con la cual decidí compartir mi vida, las dificultades económicas que atraviesa para poder llevar adelante su actividad. Además, uno no se puede meter porque va más allá de nuestras posibilidades como familia. Lo que pasa afuera de la cancha, que nadie lo ve, es hasta frustrante, porque ella hace combinaciones increíbles de aviones para gastar menos plata, o para poder pagar un hotel un poco mejor, o para alimentarse correctamente. Cuando ganó el último torneo (en julio pasado) me emocioné porque sé todo lo que lucha para ello. Y verla que sube 191 puestos en el ranking mundial, y que está cerca de llegar más arriba, me llena de orgullo y me saco el sombrero por todo lo que hace.
–¿Te gustaría dedicarle más tiempo a las acciones solidarias que hacés en Santa Fe?
–Sí, supongo que cuando no juegue más podré hacer más cosas. Más allá de que mi vida familiar estará lejos de Argentina, no me voy a alejar de esas situaciones que me gustan. La idea es hacer campus y clínicas con los más chicos, algo que tengo siempre en mente. Cuando estás en actividad no tenés el tiempo necesario. La presencia es fundamental, y yo estoy a 15 mil kilómetros.