El 13 de agosto de 1993, se presentó en la librería Logos de Rosario el primer número de la revista Ciudad Gótica, que llegó a editar 32 números en sus tres épocas y a maquetar el 33. Exactamente veinticinco años después, Rosario/12 entrevistó a su fundador y director, Sergio Gioacchini, quien vive ahora en una casa en zona norte lo suficientemente grande para albergar con comodidad los 972 libros que editó en los últimos 24 años bajo el sello editorial del mismo nombre, la Editorial Ciudad Gótica, que creó poco después. “Cuento los libros que no registré bajo el sello”, aclara Gioacchini entre mate y mate con sol del noroeste y música de jazz.

Sergio tenía 30 años cuando se puso al hombro un staff de colaboradores mucho más jóvenes, que hoy son autores reconocidos. “En el ’93 se presentó la revista en Logos y después hicimos una fiesta en el Hipotecario. Son muchos años de laburo. La revista empezó en Suipacha 731. Venían todos. Estaban Patricio Pron, Patricia Suárez, Andrea Ocampo. ¡Javier Núñez hacía ilustraciones! Javier tenía más o menos 17 años cuando venía a la revista, y Pron también. Gustavo Postiglione mandaba textos. Un montón de gente fue publicada en la revista, casi todos los que escriben en Rosario, no los de ahora. La última fue la 32. La 33 se hizo hace dos años y no la pude sacar”.

“Lo que intenté siempre es: si tenés un proyecto, peleá por él, si el país se cae de a pedazos armá alguna historia”.

Sergio ya venía haciendo revistas. “Antes de El perseguidor, donde publicó Nora Avaro, en Venado Tuerto hice dos. Con Leandro Tuntisi, con Jorge Dipré, con gente de ahí, hicimos una que se llamaba Cero, tenía como copete "Ruptura o tradición", hicimos tres números. Y después empezamos con la dadaísta que se llamó El astronauta de Cromagnon. Yo tendría 23, 24 años. Después viví en Buenos Aires. Estuve como coordinador en el Poliartístico de Berni. Todos los días los veía a Enrique Symns y a Vicente Zito Lema. Era la casa y el último taller de Antonio Berni, eran 4 pisos. Vino Zito Lema y nos pidió el espacio, le prestamos el espacio para hacer la Fin de Siglo, empezó con la Fin de Siglo ahí y yo quedé fascinado. Y ahí, después de un par de números, lo invita a Symns a que la Cerdos y Peces, que él la había cerrado, la haga dentro de la revista como un suplemento. Y venían todos, hasta el Indio Solari venía a traer textos. Lo conocí”.

“Y después vine acá, fue la Bienal de Arte Joven (en 1992), en la que vos hiciste ese laburo tan genial, y te acordás que luego hicimos ‘Malones literarios’ con el residual, digamos, de ese grupo. Había quedado un grupo, y acá están los nombres de todos”, dice. Y lee un afiche con cómicos apodos y firmas como las del Polaco Abramowski, Fernando Marquínez, Patricio Pron, Pablo Bilsky, Jorgelina Russo, Marcelo Cutró, Marcelo Solís, Pablo Solomonoff, Javier Núñez o Ariel Zappa, muchos de quienes fueron luego colaboradores de la revista.

 

 

-- Ahora se habla mucho de realismo y de una literatura de Rosario pero esto surge en el año ‘93 como revista y ya entonces teníamos una intención de hacer realismo urbano y una literatura local desde ahí.

-- ¿Te acordás que le habíamos puesto de subtítulo “Narrativa urbana contemporánea”? Estaban dos poetas, Pablo Crash y no me acuerdo quién más (Herminia Claeys) pero los demás eran todos de narrativa.

-- ¿Cuántas épocas tuvo?

-- Los primeros cuatro números era siempre esa historia de hacer un recital y una presentación y se vendían muchas ahí. Ya en la quinta entró Patricio, y él y Andrea quedaron como coordinadores. Dejamos de hacer esa revista chiquitita y se agrandó el formato, las páginas, la cantidad de ejemplares, y había un compromiso económico. Y por suerte la gente siempre nos respondió. En un momento vendimos un montón de revistas, en los kioscos, y nos daban mucha prensa los medios locales.

-- Siempre te vi como un tipo con un propósito bien definido.

-- Lo que he intentado siempre es: si tenés un proyecto, peleá por él, si el país se cae de a pedazos armá alguna historia, es siempre lo mismo, decir ‘yo quiero hacer esto’ y crear un proyecto colectivo.