Esta nota no incursiona en las trayectorias previas al año 2015 del fiscal Carlos Stornelli y del juez federal Claudio Bonadio. Contra la tendencia dominante, busca centrarse en el acatamiento a las leyes vigentes. Los artículos 68 y 69 de la Constitución (CN) establecen la inmunidad de arresto y la absoluta libertad de palabra de los legisladores. No obstan a que se inicien y tramiten procesos en su contra. Los allanamientos en inmuebles de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner son admisibles tal como votó unánimemente el Senado del que es parte.

La presencia del abogado defensor durante esas diligencias está fijada en el Código; no es una facultad discrecional del juez. Cristina Kirchner reclamó una breve serie de recaudos razonables. El macrismo y el peronismo complaciente se opusieron. Miguel Pichetto explicó con sorna y furia inocultables que bastaban algunas enunciaciones genéricas e imprecisas del proyecto aprobado en comisión para garantizar el derecho de defensa. Bien escuchado, empeñó su palabra… se ve que está como el peso, devaluada y en caída constante. El allanamiento violó las garantías.

Aunque lejos de ser el vicio más grave del expediente se condice con la arbitrariedad y el abuso de poder que lo caracterizan.

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Más allá de interesantes polémicas doctrinarias, la institución del arrepentido está legislada, puede aplicarse. No de cualquier modo, atropellando el resto de los códigos Penal y de procedimientos.

La ley no autoriza el abuso de la prisión preventiva, la retorsión a posibles procesados. Una prisión preventiva por meses o años comporta una condena anticipada, arbitraria, irreversible. Encarcelar y apretar con esa amenaza como moneda de cambio de confesiones inducidas vulnera los derechos de todos los encausados.

Las sortijas que manipula Stornelli son bien selectivas. Para el flamante Kódigo penal de facto, ser kirchnerista (lo que Comodoro Py clasifique como tal) es agravante. Se protege a cualquier delator, así fabule como el ex funcionario Claudio Uberti que testifica lo que le comentaron y “confiesa” hipotéticos delitos que están prescriptos. 

En este pleito ser macrista es atenuante cuando no un eximente. Angelo Calcaterra se define como una víctima, que aportó para la campaña del Frente para la Victoria. Un altruista que se dedica a la obra pública perdiendo plata. Reconoce públicamente haber consultado al presidente Mauricio Macri antes de declarar. Una intromisión del ejecutivo en una causa pendiente, acaso prohibida por el artículo 109 de la CN. Calcaterra arguye arrepentirse de ser víctima. Queda libre. 

La lista de ausentes impacta. La búsqueda de responsabilidades “hacia arriba” se detiene en el número dos de Techint. Paolo Rocca, capo de la Asociación de Empresarios Argentinos, queda exento de citación. 

Nicolás Caputo es aún más afortunado: ligó obras a rolete en la era K pero no figura en las fotocopias de los inhallables cuadernos.

Marcelo Mindlin –dueño de Edenor, empresario predilecto de Macri y beneficiario de tantos tarifazos– está nombrado en el itinerario del remisero Oscar Centeno pero nadie lo cita a comparecer.

Hasta ahora, los macristas quedan libres y los kirchneristas que no denuncian a sus compañeros van en cana. Hasta ahí “la regeneración” en el actual estadio del proceso.

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Todos sabemos que de política se trata. Cristina fue certera en ese aspecto de su discurso. Sacarla de la carrera electoral o minimizar sus chances es uno de los objetivos del Gobierno y de Comodoro Py. Sus rivales, que lucían atribulados, también hablaron 90 por ciento de política y diez de procedimiento en el mejor de los casos.

Antes, la muerte extinguía la acción penal. Hoy en día, se trapichea con los testigos para que injurien la memoria de Néstor Kirchner. Que parloteen sobre su carácter, su rol de golpeador… difamaciones vacías de finalidad jurídica pero funcionales para la denostación política y el ensañamiento mediático. Cobardías proferidas contra quien no puede defenderse.

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El ex Jefe de Gabinete Alberto Fernández apuntó con agudeza que, si median tantas auto incriminaciones, es verosímil la existencia de las conductas que se denuncian. La corrupción en la obra pública viene del fondo de la historia pero, todo lo indica, no cesó desde 2003.

Hay margen para una investigación seria, que está fuera del radar del juez y del fiscal.La direccionalidad de la causa solo apunta a Cristina, De Vido y, como en tiempos de la Inquisición, contra un muerto. Kirchner, que partió hace casi ocho años.

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Se atribuye al expediente un grado de ecuanimidad mítico. Hasta ahora lo vertebra un doble standard: la dicotomía kirchnerismo-oficialismo. Los peronistas delatores de sus ex compañeros ascienden al grado de macristas transitorios.

Cunden versiones acerca de la Caja de Pandora, el festival de revelaciones, el caso ruptura en el que se condenará a las dos partes del cohecho. Nada de eso se verifica hasta el cierre de esta nota.

Las aseveraciones de los arrepentidos les valen la libertad durante el proceso, lo único que se regatea en Comodoro Py. El corto plazo, lo esencial. Los delatores premiados confían. Calculan que, si les cae condena en el remoto final del juicio, seguirán libres por los acortamientos de penas pactados y por su condición de delincuentes primerizos.

Se profetiza levantamiento del secreto fiscal para los colaboradores que se acogieron al blanqueo. 

Juez y fiscal podrían carear a arrepentidos que discurren versiones no compatibles y privar del beneficio a quien le parezca mendaz.

Serían auspiciosas novedades, virtuales de momento. 

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Los radicales escucharon en silencio la alusión a las coimas en el Senado, absueltas por “la Justicia”. Numerosos periodistas sabemos que sucedieron y que en un momento proliferaron confesiones extrajudiciales, plenamente convincentes pero carentes de peso probatorio. La presunción de inocencia regía, en buena hora, para el ex presidente Fernando de la Rúa y una troupe de senadores inescrupulosos.

Se la niega al kirchnerismo. Lo que se juzga no es solo “la corrupción” sino también (especialmente) un proyecto político antagónico al actual de cuya onda expansiva hablamos en nota aparte.