–Adrián Paenza: Vos sabés que hay un momento cuando la Selección Argentina le gana por primera vez al Dream... Cuando Estados Unidos pierde por primera vez jugando como profesionales, Indianápolis marca un antes y un después para todo el resto del mundo del básquet, porque va a quedar en la historia, porque nunca más va a haber una primera vez que Estados Unidos ha perdido... En el vestuario, durante el partido, después del partido, la vivencia era nosotros le podemos ganar o era una quimera de vamos y lo jugamos y vemos...

–Emanuel Ginóbili: Bueno, yo creo que... Mirá, para Luis (Scola), dice que sí, que él en todo momento sintió que se le podía ganar. Yo estaba más con la mentalidad de vamos a ver, vamos a jugarle, vamos a molestarlos, vamos a ver... vamos a incomodarlos. Hubo momentos en que estuvimos 12 o 14 puntos arriba y la mantuvimos durante un tiempo entero. Entonces dijimos, esta es la nuestra, lo tenemos... Es cuestión de no dejarse intimidar, porque ellos físicamente eran superiores y nos iban a empezar a apretar, entonces era no dejarse intimidar y hacer nuestro juego.

–¿Ellos se hablaban entre ellos?

–Vos empezabas a ver frustraciones, ya empezabas a ver caras, discusiones, las caras de los entrenadores. Ya sabías... y nosotros hicimos un juego casi perfecto, no metimos 25 triples y fue una de esas noches milagrosas, pero el plan de juego, ofensivamente, la tranquilidad... fue impecable.

–¿Y Atenas, la medalla de oro?

–Para mí la medalla de oro la ganamos contra Estados Unidos en la semifinal. Yo llegué diciendo vamos a ver. Ellos ya habían perdido, creo que les podemos ganar, pero viste, hay personas que dicen se lo ganamos ya está, se lo ganamos... Yo soy bastante más cauto, no sé si es miedo o qué, pero fue de a poquito... Pero otra vez, se dio muy similar. Les sacamos 10, 12 o 14 puntos y no lo podían remontar. Y también, faltando uno o dos minutos, que ya era irreversible, yo decía, esto es oro. Después jugaban Italia y Lituania, Lituania muy buen equipo, Italia sorpresa. Y decía, esto es oro y no lo podía creer. Desde el momento en que terminó ese partido, que hubo un festejito y alguna cosita pero nada más, nada que ver con lo del 2002, porque ya estábamos pensando en pasado mañana y que otra vez una final no se nos iba a escapar. Lo que me acuerdo es que yo estaba con Hugo y no me acuerdo con quién llamamos a una reunión...

–¿Y el doble contra Serbia cuando no quedaba nada?

–Yo en ese momento no lo tomaba como una revancha de lo que había sido en el 2002, hoy te diría que es un poco distinto. Porque después de haberle sacado 17 o 15, otra vez la misma historia y nos empezaron a remontar, a remontar y nos metieron un triple faltando un minuto y monedas. Pasamos a estar, creo, tres abajo. Y estaban otra vez todos los fantasmas en la cabeza de decir otra vez contra estos tipos, el debut. Pero bueno, creo que después empatamos, Fabri le tiene que hacer un foul a un mal tirador de tiros libres que yerra el primero. Y ya cuando erró el primero yo estaba esperando que yerre el segundo, porque ya con tres segundos es distinto, no podés avanzar la pelota. Y cuando veo que entra el segundo digo dame la pelota, voy a buscar la pelota... Y Chapu va por el otro lado, se la da al Puma Montecchia y yo me empiezo a mover, me choco con Pepe, me choco con mi defensor, me lo quería sacar de encima, quería ir al aro. Y bueno, saco una pequeña distancia, veo que el Puma me la tira, cosa que pensé que no iba a hacer por la falta de tiempo y no, me la tiró y yo dije acá se acaba el partido y la tiré. Cuando vi que entró... primero estaba muerto, no salí a festejar porque estaba destrozado. Haberlo vivido de esa manera y con los chicos... Qué se yo... Magnano corriendo alrededor de la cancha, Fabri mostrándole la camiseta a los serbios, nosotros arrancando el único Juego Olímpico de nuestras vidas ganando... era un tema no menor.