Test para machirulos 

Por Vero Lorca *

Es cierto que hay momentos confusos, como a la hora de pagar la cena en una primera cita. Si quiere pagar él ¿está tratando de tener un lindo gesto o es un machista? Si no quiere pagar ¿está tratando de deconstruirse o es un roñoso? Y ahí pensás: ¡Mejor garchemos, si nadie quería salir a cenar!

Por las dudas, les dejo un test para varones desorientados:

A. Vas a encarar a una piba en un bar y ella no te da bola:

1. Entendés y te retiras. (OK) 

2. Te ponés pesado, insistís, le gritás que es un adefesio y que se le nota que le falta una buena... (No. Sos un machista. Y un imbécil)

B. Te gusta una compañera de trabajo: 

1. La invitas a tomar una birra un día después de laburar. (OK) 

2. Para saludarla le palmeas el culo y le decís: “Give me five”. (No. Eso es acoso)

C. Estas chateando con una chica que te atrae:

1. Le mandás una foto del paisaje, de lo que estás comiendo, de tu perrito, de tu cara, de tu abuelita. (OK) 

2. Le mandas la foto de tu chota sin ser solicitada. (No. Esto también es acoso. Nadie quiere ver tu chota, ni los azulejos espantosos que tenés en la cocina y que salen de fondo. Evitanos este disgusto)

* Comediante y guionista. 


Pactos gozosos

Por Luciana Peker *

La revolución de las mujeres genera una revolución del deseo. Los varones tienen miedo de las mujeres deseantes o no todos, pero sí es un fenómeno que se siente y que se expresa desde la violencia machista y neomachista hasta el destrato, la clavada de visto o la falta de deseo. El maltrato y el destrato no son equivalentes, pero sí son expresiones de varones heterosexuales que dan marcha atrás frente a mujeres que van al frente y tienen ganas de disfrutar. Por otro lado, la lucha contra la violencia no es una lucha contra el deseo, sino que es una revolución del deseo. El único deseo ya no es el masculino a hacer, decir o encarar cuando quieren, como quieren o con quien quieren. Hay que asumir que las revoluciones implican procesos, rupturas y fricciones. Por lo tanto es cierto que las formas de seducción antiguas ya son analógicas y se necesitan nuevas, con consensos claros, respeto y acuerdos. También que las mujeres quieren poder disfrutar, gozar y avanzar en el amor y el sexo como en sus propias vidas y que los varones pueden también vincularse con ese deseo desde el impulso y hacer pactos gozosos (no perfectos) y que tengan como destino nuevas formas, fugaces, plurales, abiertas y respetuosas de compañerismo amoroso o erótico. Hay que rechazar la violencia. Y reconstruir las formas de seducción, encuentro y goce partiendo desde el diálogo, las ganas de conexión, la aceptación de la dificultad en el reencuentro (no creer que es fácil o pura química, sino atravesar con remos los puentes cortados) y apostar a un encuentro más amoroso, gozoso, igualitarios pero también tan potente como la pasión, una nueva pasión que vale la pena trabajar para lograr disfrutar.

* Autora de Putita Golosa, por un feminismo del goce.


El impacto social del NiUnaMenos 

Por Karina Felitti *

El cortejo siempre ha tenido pautas más o menos implícitas. Beth Bailey, una de las autoras que estudió este tema en el siglo XX en los Estados Unidos, tomó como fuentes libros y películas educativas que proponían modelos de conducta para varones y mujeres bien delimitados (cómo invitar, cómo aceptar esa invitación, dónde ir, quién debía pagar, hasta dónde se podía avanzar sexualmente, etc.). La seducción es una construcción social, atravesada por la industria cultural, la política, las religiones, el mercado, los movimientos sociales, entre ellos los feminismos. En ese sentido, el modo en que se define el acoso sexual y la violencia simbólica, en la justicia pero también fuera de ella, ha permitido que prácticas habituales de la interacción entre mujeres y varones hoy sean leídas en el guion de la violencia de género. Esto ha tenido como uno de sus efectos una ola de denuncias y especialmente escraches que generan bastante pánico entre muchos varones, quienes se ven obligados a releen sus prácticas –algunas del pasado– con parámetros diferentes. Parece cada vez más necesario establecer acuerdos sobre los modos en que queremos –cada une de su lugar– vivir la seducción. No hay que temer que se arruine ninguna sorpresa o la vibración de lo espontáneo porque esa zozobra forma parte del ritual y podemos cambiar el ritual y definir la nueva sorpresa. De todos modos, no creo que todas las mujeres cishetero estén preocupadas por este tema. Las dificultades en el mercado erótico afectivo para las mujeres de más de 30/35 años parecen permitir menos margen de crítica. El atractivo físico, lo sexy, es un valor de mercado, es “capital erótico” como afirma Hakim. Horas de gimnasio, el mejor jean curve, los masajes linfáticos, se pueden celebrar con el espejo pero también con la mirada ajena y “qué lindo culo que tenés” puede ser la prueba de un objetivo alcanzado y valorarse positivamente. A su vez, muchos varones siguen con sus cadenas de chistes sexistas y pasándose fotos de sus amantes y parejas. El impacto social de NiUnaMenos es innegable pero atravesó capas de sentido muy diferentes según las edades, las clases sociales, las identidades de género, los lugares de residencia, las propias biografías.

* Investigadora del Conicet.