Cuenta Ciencia es una colección de cuentos para niños que tienen como finalidad abordar distintas circunstancias que se dan dentro del ámbito hospitalario. La iniciativa nació en la Dirección de Comunicación de la Ciencia de la Universidad Nacional de Rosario, que se contactó con la “Comisión por Mis Derechos” y las autoridades del Hospital de Niños “Víctor J Vilela”. “Conocimos al licenciado en Enfermería Mario Panelli cuyo trabajo fue sumamente importante ya que la colección va abordando distintos temas y en cada uno hay referentes del hospital. A él lo consulté para escribir el primer cuento y además nos fue conectando con distintos profesionales”, comentó María Soledad Casasola, Directora de Comunicación la Ciencia. Los autores acordaron con los médicos que no querían poner el foco en la enfermedad ni en los enfermos, sino contar circunstancias cotidianas, teniendo en cuenta el público al que se dirigen las producciones. Se buscó sobre todo no apostar a los golpes bajos ni buscar que se genere temor en los más pequeños, sino brindar respuestas. El mensaje busca cambiar prácticas y derribar mitos, a partir de las dudas de los niños.

Personal del Hospital y los autores de las producciones tuvieron un encuentro inicial en donde surgieron las temáticas de los cuentos en sí: el pinchazo como factor de dolor, la cronicidad, la nutrición, la movilidad y la visión. “Naturalmente los niños le tienen miedo al hospital, en mayor o menor medida. Depende de muchos factores, como la edad o el ámbito familiar. Por eso trabajamos en muchos procesos para poder hacerles perder el miedo y nos tomamos el tiempo para que los niños se sientan cómodos dentro de este ámbito”, propuso Panelli.

Los autores de los cuentos son todos rosarinos que fueron convocados a partir de su participación en distintos talleres literarios, pero con la particularidad que nunca se habían enfrentado el desafío de escribir para niños. “Fue toda una experiencia en sí misma, porque se plantearon varios interrogantes, se revisaron muchas veces los textos y se puso mucho compromiso”, dijo la autora del primer texto “Un truco para Matías”.

Las producciones buscan mejorar el bienestar de la estadía de los niños y su familia en el hospital. Es un hecho simple que puede traer muchas satisfacciones y ser una herramienta de ayuda para los pacientes. El hospital alberga tanto niños como adolescentes y por eso el objetivo es, por un lado, que se entretengan pero, por el otro, también que conozcan lo que atravesó otra persona. “Es interesante contar experiencias, darles un marco apropiado que sirvan para concientizar y contribuir al conocimiento. Venimos trabajando para aumentar el bienestar de los internados y cuándo se dio esta oportunidad, nos pareció que sumaba a lo que ya veníamos construyendo”, aseguró Panelli.

La idea central del primer cuento surgió a partir de conversar sobre las prácticas cotidianas que se llevaban a cabo dentro del establecimiento. Fue en esa instancia donde se destacó que el mayor miedo de los niños pasaba por los pinchazos y a las agujas, y no tanto por las enfermedades por las que atravesaban. La aguja es un elemento recurrente en procesos como la vacunación, extracción de sangre o en otras prácticas más complejas, así que por esa dirección fue el primer libro.

La publicación se divide en una primera parte que es un cuento ficcionado y una segunda instancia que tiene preguntas y respuestas. Las últimas están planteadas de una manera muy simple y están dirigidas a chicos de seis a doce años. Contiene respuestas para que puedan leerlas por sí mismos más allá que es ideal la intervención del adulto para contarles de qué se trata. “En este caso en particular, fueron respondidas por Mario y otros profesionales y tratan sobre inquietudes frecuentes de los más chicos: qué es el dolor, cómo se puede hacer para que no duelan tanto los pinchazos, para qué sirven las vacunas, entre otros temas”, exclamó Casasola.

“Un truco para Matías” fue escrito después de tener varios encuentros con Mario y en el contenido propio de la historia hay cosas que él fue aportando de su práctica cotidiana. “La primera vez que nos vimos nos dijo que cuando un chico dice que le duele es porque le duele en serio. Entonces quién está a cargo de ese paciente tiene que entender esa cuestión subjetiva, que es un niño y que manifiesta dolor”, recordó Casasola. 

Si bien esta cuestión no aparece en la sección de preguntas y respuestas, sí está incluido en los diálogos y en la historia misma que se ofrece dentro del cuento. Está inspirado en situaciones que Casasola vio en los pasillos o que fueron contando los distintos médicos. “Es una labor enorme de mucho amor y profesionalismo que cuando cuentan sus experiencias lo hacen con tanta alegría y pasión por lo que hacen todos los día que termina inspirando. Lo mismo fue sucediendo con los otros cuentos”, expresó Casasola.

Mario funcionó como una especie de nexo entre los escritores y los profesionales de la salud que trabajan en el hospital. “El enfermero es el que está día a día con el paciente, es el encargado del cuidado, conoce por lo que está pasando él y su familia. Considerando a esta iniciativa dentro del cuidado, aportamos una herramienta fundamental para minimizar los miedos e incertidumbres”, enfatizó.

Todas las historias brotan a partir de temáticas generales y se fueron acortando en el proceso de escritura. Por ejemplo: la de movilidad trata de una nena que no puede moverse de la cama, situación en la que aparece en escena la silla de ruedas y todo lo que ello conlleva. Cuando cada libro está terminado pasa al comité de docencia del hospital para que le dé el visto bueno. “Si bien esto no deja ser un cuento para niños, no queremos que deje de tener la rigurosidad necesaria que hay que tener a la hora de hablar de estas problemáticas”, comentó Soledad Casasola.

Los cuentos producidos son un total cinco. “Un Truco para Matías” de María Soledad Casasola, "Un pajarito chiquito puede" de Sebastián Carazay, "Nacho inventor" de Sergio Pillón, "Una historia de alfajores y chinchulines" de Alisa Lein y "Ojos de galera" de Cecilia Reviglio.

El primer cuento está en proceso final de maquetación mientras que al resto le falta terminar la etapa de ilustración. La misma está a cargo de Cris Rosenberg, quién realiza un valioso aporte al producto final. Si bien faltan para las publicaciones restantes que el comité de docencia del hospital le dé el visto final, la idea es que antes de fin de año estén todos publicados. “Lo que se busca con las ilustraciones es que sean cálidas porque, a veces, las imágenes en cuentos de estas características dicen más que las palabras. Los cuentos son un proceso colectivo en el que participan muchas personas que van aportando para el producto final,” concluyó Casasola.