No es difícil hablar con Armando Vites y Horacio Aige. Tampoco es fácil lograr que el diálogo concluya. La literatura está presente en todo lo que dicen, hacen, en los recuerdos. Entre ellos, las librerías ocupan lugar de privilegio. Con nombres de libros inhallables: "Hay libros que son difíciles de ver y no tienen tantos años. Yo siempre pongo el ejemplo de la Antología del cuento fantástico que hiciera Roger Caillois, que editó Sudamericana en el año '70; tengo años en andar en esto de los libros y lo vi dos veces nomás", cuenta Armando Vites, quien además de poeta es un reconocido librero anticuario.

Quien visite librerías especializadas, donde la atención la tenga el cuidado por el libro, podrá encontrarse con ejemplares de Mirto, la revista literaria que Vites y Horacio Aige dirigen. La iniciaron hace poco más de un año, ya van tres números, tres cuadernos que son de un cuidado meticuloso, en donde lo ecléctico es rasgo distintivo. Es ese el motivo por el cual no se consiguen en cualquier ámbito, sino en "las librerías especiales, de culto, no en las cadenas", aclara Vites.

Y prosigue: "Una de las características de Mirto es lo heterogéneo, la diversidad de enfoques que han tenido los autores para escribir lo que han escrito. De esa manera nos gustó seleccionarlos, sin fijarnos en la época, en qué idiomas fueron hechos, simplemente si nos gustó, como una buena expresión de la literatura. Hicimos entrar en diálogo un texto con otro, y creo que medianamente está logrado. Mirto es una revista bastante austera, de pocas páginas, no supera los cinco artículos por número."

Sin emgargo, los pocos artículos ya suman nombres como los de Baudelaire, Irene Katalenic, Omar Serra, César Moro, Wallace Stevens, William Faulkner, Héctor Piccoli, Stefano D'Arrigo, José Kozer, Lourdes Vazquez, Gilbert Chesterton, Gesualdo Bufalino, Hugo Padeletti, Carlos Capella, Donald Barthelme. Y el de Gérard de Nerval, cuyo poema titula la revista de Aige y Vites, más la traducción que de éste hiciera Aldo Oliva.

La experiencia de Horacio Aige y Armando Vites es de trayectoria extensa. Junto a Héctor Piccoli y Concepción Bertone ya habían colaborado en la dirección de la revista literaria Cuadernas, publicada entre 1995 y 1997. "Era similar, pero tenía el problema de que quedó más restringida", señala Aige. En este sentido, Mirto se articula con las nuevas tecnologías para su difusión y la inclusión de muchos de sus nombres ilustres. La distribución, además, conoce así posibilidades sorprendentes.

‑La circulación de Mirto se parece un poco a la de la lectura cómplice, casi al azar, a la espera de quien va a buscar un libro y se la encuentra.

Vites: ‑Partimos de un principio de la realidad al entender que Mirto no va a tener miles de lectores. Tiramos doscientos ejemplares y por suerte nos está yendo bien. Creo que son los suficientes. Siempre recuerdo cuando vino Cintio Vitier a Rosario, el poeta cubano, y al hablar de (la revista) Orígenes contaba que de algunos números se tiraron ciento cincuenta ejemplares, y les sobraron. Había viajado a China, y decía que le preguntaban sobre esa revista. Orígenes dio la vuelta al mundo, es altamente reconocida, se hizo una edición facsimilar en España. Tenía una tirada reducida pero alcanzó. Es la demostración.

Aige:Orígenes, para mí, es la revista más importante que dio la lengua castellana, a partir del grupo que lideraba Lezama Lima, con poetas como Vitier, Fina García Marruz, Eliseo Diego, etc. A Mirto la distribuimos también en Buenos Aires, en algunas librerías, y anda bien. También internacionalmente, a partir de contactos que tenemos. En México ha llegado a la Universidad Iberoamericana; también llegó a Berlín, porque en el número 2 editamos a Carlos Capella, que es rosarino pero hace como treinta años que está en Alemania, él la llevó allá, a su vez a París. Por otro lado, te la encargan online, a través del Facebook esto circula de otras maneras. Como ejemplo, en el número 2 también editamos a José Kozer, un poeta importante, que se está consagrando mundialmente, es cubano pero está en Estados Unidos desde muy jovencito; logré conseguir inéditos suyos porque lo tengo como amigo en Facebook. En el número 3 sale Lourdes Vázquez, fue ella quien me envió una serie de textos; es portorriqueña y está en Estados Unidos, una mujer importante, que ha ganado muchos premios, y mirando cómo vamos editando la revista por Facebook le interesó.

Vites: ‑Además, para dar cuenta de esta heterogeneidad, a estos textos los mechamos con otros. Por ejemplo, recuperamos la traducción que Aldo Oliva hizo del poema de Nerval, Mirto, que la atesoraba Horacio, a quien alguna vez, en un bar, Aldo le pidió que la transcribiera. O el texto de Irene Katalenic, prácticamente desconocida para la lengua española, al que sacamos de un libro que ella editó con una tirada extremadamente reducida ‑25 ejemplares‑ y que tiene una serie de relatos excelentes. Hacemos convivir lo que relataba Horacio junto al rescate de una literatura a la que no accederíamos de no ser por la revista.

‑Como sucede con el artículo "Sobre la filantropía del Señor Rockefeller", de Chersterton.

Vites: ‑Quizás por primera vez traducido al castellano, por Gervasio Fierro. Ese texto es la editorial de una revista que se llamaba La ilustración inglesa, de un alto tiraje, donde durante un cierto período Chesterton fue el editorialista. Hoy creo que algo así es impensable, que un editorialista de una de las revistas de mayor importancia pudiera decir las cosas que dice del señor Rockefeller. ¿Quién podría hoy desde el periodismo hablar de tal manera de Bill Gates, por ejemplo?

Aige: ‑Chesterton pone en crisis el tema de la filantropía; dice: "pero este hombre hizo un hospital en Estados Unidos, dos universidades, una biblioteca, y ¿cómo hizo la plata?". Es tremendo, lo mata, y con datos.

Entre los colaboradores, destacan los traductores: Elvio Gandolfo, Reynaldo Jiménez, Gervasio Fierro, Arturo Fruttero. Entre ellos, también César Cabello, quien se ocupa del idioma italiano. "Con Armando somos amigos de muchos años -cuenta el traductor-, de la época de cuando junto con Carlos Capella tenían la librería Cartaphilus, en el Pasaje Pan, año '82. Allí hicieron la revista La muda, en la que participamos. Horacio, vos decís que La muda era la vanguardia, ¿no?".

"Para mí es la revista más secreta de la Argentina. La dirigía Capella, quien está en Berlín, salieron dos números. Era dadaísta, si querés; no era en edición, sino que estaba abierta, vos llevabas tu texto, tu poema ‑escrito a mano, a máquina o como querías‑, se fotocopiaban cien o cincuenta copias de cada texto, después se los metía en un sobre, se hacía el índice y se le ponía "La muda". Podría pensarse que era un proyecto descuidado, pero no, los grandes intelectuales de la época editaron ahí: Néstor Perlongher, Arturo Carrera, Diana Bellesi, Hugo Padeletti, entre otros. Pero es una revista que quedó apagada; nosotros tratamos de movilizarla ahora, es por eso que lo editamos a Capella", completa Aige.

En el número 3 de Mirto, Cabello se ocupó de la traducción de un texto inédito en español. Se trata de un fragmento de Horcynus Orca, de Stefano D'Arrigo, cuya literatura se reconoce influida por la de Herman Melville. "Para nosotros tres era desconocido, y no tiene demasiado reconocimiento en Italia. Encontré a quien conocía la novela pero no dábamos con una edición para poder leerla y ver si a Armando y Horacio les parecía bien la traducción", comenta Cabello. "Encontramos un fragmento, se trata de las páginas finales, y aparentemente no está traducido en lengua española, lo cual es coherente con la ideología de Mirto."

Vites: ‑En Italia, D'Arrigo no tiene tanta trascendencia pero sí la tuvo en intelectuales como (Pier Paolo) Pasolini y (Eugenio) Montale, así como tuvo una gran repercusión durante los '60 y '70. Era siciliano, trabaja con el dialecto, además joyceano, con una obra enorme, de mil y pico de páginas. Por eso es fundamental mostrarlo por primera vez en nuestra lengua. Así como a los poemas de César Moro, traducidos por Reynaldo Jiménez; Moro es peruano, fue surrealista, y escribió el 90% de su obra en francés. Los cinco poemas suyos que incluimos en el número 3 es posible que sea la primera vez que se los haya traducido. Esa es la función de la revista, divulgar lo que de otra manera no podría leerse.