Desde Santa Fe.

Marina Destéfani, la hija de Silvia Suppo y Jorge Destéfani, les pidió a los imputados en el juicio por el martirio de sus padres que digan dónde está la prisión secreta del Ejército que llaman “La Casita”, en la que operaba la patota del Destacamento de Inteligencia Militar 122. Los sobrevivientes la ubican en las afueras de Santa Fe, en la zona de los cuarteles de Santo Tomé, creen que puede ser una o varias, pero en 35 años de democracia aún no fue localizada. “Ellos saben, qué digan dónde está”. Desde el banquillo, la escuchaban cuatro policías: Juan Calixto Perizzotti, María Eva Aebi, Oscar Farina y el ex jefe de la comisaría 4ª, Ricardo Ferreyra. Antes, Marina había contado el “calvario” de su madre: las violaciones, el aborto forzoso al que fue sometida y la convalecencia –ya sin capucha- en el mismo centro clandestino de detención, donde convivió una semana con sus custodios: un militar que ella identificó por fotos y otro al que le decían “el Monito”. Allí también pudo ver a su carcelera. “Aebi sabe dónde está La Casita porque ella iba y se sentaba” con los represores. “Perizzotti también sabe. Que digan dónde está”, les reclamó.

Marina y su hermano Andrés Destéfani, declararon en la segunda audiencia del juicio por la megacausa de Rafaela, como se la conoce. La persecución a militantes de la Juventud Peronista, convertidos en enemigos internos de la dictadura, demonizados y ultrajados en “la Casita”, en 1977. Una saga que comenzó el 25 de enero en la iglesia Sagrado Corazón de Jesús de Rafaela, donde un grupo de tareas secuestró a Reinaldo Hattemer, en el casamiento de su hermano. Siguió el 23 de enero con el asesinato de Rubén Carignano en la comisaría 4ª; el 24 de mayo, con los secuestros de Silvia, su hermano Hugo Suppo y Jorge Destéfani y el 31 de mayo, con la detención de Graciela Rabellino y Ricardo Díaz.

Ferreyra está imputado como autor mediato de las violaciones a Silvia y el homicidio de Carignano, mientras que Perizzotti, Aebi y Farina deben responder por el aborto forzoso a Suppo, entre otros cargos. Por el asesinato de Hattemer estaba acusado el ex subjefe del Destacamento de Inteligencia Militar 122, Jorge Diab, pero falleció en mayo de 2015.

 

Silvia Suppo.

 

Los hermanos Destéfani son querellantes en la causa con el patrocinio de los abogados de Hijos, Lucila Puyol y Guillermo Munné. Los dos testimoniaron en la investigación, en agosto de 2010. Y cuatro años después, Marina tuvo que declarar en reemplazo de su mamá en el juicio que condenó por “asociación ilícita” al ex juez Víctor Brusa, Perizzotti y Aebi, en 2014. Sus relatos –el de 2010, 2014 y 2018- coinciden que el primer eslabón del circuito ilegal de reclusión y torturas era la Jefatura de Policía de Rafaela. Y que en los operativos participaron dos grupos de tareas: uno de la Inteligencia Militar que se trasladó desde Santa Fe y la patota de Rafaela integrada por policías del Departamento Informaciones (el D2) y un agente secreto del Ejército que operaba como Personal Civil de Inteligencia (PCI).

Ante los jueces del Tribunal Oral de Santa Fe, Marina y Andrés repitieron los mismos nombres de los represores que le escuchaban decir a sus padres: el jefe de la Unidad Regional V de Rafaela, Italo Falchini y los efectivos bajo su mando: Carlos Raúl Hoffmann, Américo José Oviedo, Luis Asencio Bravo, todos del D-2. Más, el PCI, Felipe Miglietto, “un loco peligroso que andaba siempre armado y era violento. Mi mamá me dijo que tenía que cuidarme de él”, recordó Marina. “Había también un tal Gauna, que está vivo y era empleado municipal”.

Los abogados de la querella le preguntaron cómo habían vivido tantos años con el riesgo de cruzarse con los represores en cualquier esquina de Rafaela.

- Con temor –contestó Marina. “Falchini murió impune en 2010”, después del asesinato de Silvia de nueve puñaladas.

- ¿A Miglietto lo denunciaron?

- Sí.

- ¿Fue detenido?

- Ninguno fue detenido. Hoffmann trabajó como (agente de) seguridad en una fábrica. Bravo era empleado del cementerio de Rafaela. Ninguno fue citado a declarar –contestó Marina.

- ¿Le comentó su madre por qué en el año 2000 no mencionó a Farina? –le planteó el abogado defensor Alfonso Garrone.

- Siempre nombró a Farina. Siempre nombró a Aebi, Perizzotti, Falchini, Hoffmann, Oviedo, Bravo. Tanto los nombró que los puedo repetir hasta el cansancio –le contestó la hija de Silva.