“No sé si la película hubiera salido mejor o peor, hubiera sido distinta”, reflexiona Federico Jacobi sobre su primer largometraje, Ahí viene, que se estrena el próximo jueves y es fruto del sistema de producción cooperativo, comunitario y autogestivo que propone el Cluster Audiovisual de la Provincia de Buenos Aires, que preside tras suceder en ese puesto a José Celestino Campusano. Ahí viene, explica, se filmó en sólo cinco jornadas de rodaje, cuando lo habitual para esta clase de producciones son veinte o más. “La propuesta de la película surgió para este mecanismo de trabajo, en el cluster Gastón Varela dijo ‘tengo un guión’ y ya lo leí pensando en ese diseño de producción: había pocos personajes, casi una única locación, se adaptaba bien”, explica el joven director. El film relata los últimos días de un hombre, que espera el momento inexorable.

–Más allá de lo técnico, ¿por qué le interesaba narrar esto?

–Le vi un nivel de empatía muy alto desde dos puntos de vista. Hay un personaje mayor y otro de unos treinta años, su hijo. Tengo 34 años y no tengo hijos, entonces la empatía me llega desde el hijo. Me hace acordar a cómo yo veía a mi viejo, o su relación con mi abuelo. A otra persona, seguramente le puede dar empatía por el padre. Pero creo que hay situaciones que difícilmente no te haya tocado vivir, o ver entre familiares. Vi en eso muchas posibilidades de despegarse de un drama típico. Hay mucho tiempo en el que el personaje principal está sólo con sus recuerdos y sus dolencias. Ahí le vi posibilidades desde la dirección de despegarse de los planos más esperables.

–Como director, ¿qué le quería sumar al guión?

–El guionista basó la historia en su propio padre. Hay una cosa muy autoreferencial ahí. Después cuando aparece un director, actores que le ponen cuerpo y voz, va mutando todo y surgen nuevos aportes. Se agregó una escena que lo charlamos con actores, guionista y productor, para darle un “recreo” al personaje. Todas las escenas eran una cronología de los últimos días de este hombre y era muy bajón. Esa escena la dejé en manos del equipo. Veníamos trabajando muy bien y cuando planteamos la escena lo único que les marqué fue un poco la coreografía. La escena salió así y hoy todavía la veo y algo me pasa. 

–Menciona la creación colectiva de la escena. El cine de algún modo siempre es una creación comunitaria. ¿Este sistema lo es aún más?

–Creo que integrás a la comunidad no sólo haciendo cine independiente y autogestivo, sino en cómo te relacionás con los espacios y haciendo participar a la gente que no forma parte directamente de tu película, pero te presta una casa, una locación, lo que sea. Habiendo pasado por el cine independiente, donde el diseño de producción se integra a la comunidad porque la necesitás, porque al no tener recursos para producir tenés que pedir todo prestado, al tener plata y financiamiento, vas a saber aprovechar todo ese aprendizaje de tu etapa independiente. Son caminos paralelos, no por levantar la bandera de lo independiente estoy en contra de lo industrial ni por hacer una película industrial voy a estar pensando algo malo del cine independiente. Son caminos paralelos que pueden convivir y podés hacer una industrial mientras hacés cinco independientes, porque son otros tiempos.

–¿Y en el caso de Ahí viene?

–Darle voz y voto a tu equipo. En el caso de Ahí viene, el concepto es que el punto de vista de la película es la casa, sus objetos. Obviamente es un concepto muy abstracto. No es que la casa lo está mirando. Pero cuando el viejo está solo interactúa con la casa y los objetos. Cuando uno confía en su equipo y fue claro con esos conceptos, puede delegar en el equipo esa escena, que es una escena importante, y decirle “ya sabés lo que tenés que hacer”. A mí me parecía que era un equipo involucrado con la película y que podía hacerla. Y estoy contento con el resultado.

–¿Cómo funciona el Cluster?

–La película y el Cluster están relacionados íntimamente. Yo termino haciendo una película gracias a que formo parte del cluster audiovisual. Campusano es un director con trayectoria y hace seis años lo funda para divulgar las herramientas que él venía desarrollando para hacer sus películas: independientes, comunitarias, autogestivas. Yo me sumo desde el inicio. Ahora asumo esa responsabilidad de representación porque me sirvió para desarrollarme profesional y personalmente. Es una manera de retribuir a la entidad lo que me dio. El Cluster es un punto de encuentro para cualquier persona que se sienta ligada a lo audiovisual, son reuniones abiertas al público, entonces además de realizadores hay escritores, músicos, actores, es totalmente multidisciplinario. Funciona como punto de encuentro donde uno escucha que otro tiene una idea, un proyecto y si alguien comenta lo que tiene en mente, tal vez encuentra personas que se involucren con ese proyecto y entre todos llevarlo a cabo. Trata de ser una herramienta para lograr el mejor resultado posible con economía de recursos y tiempo. Pero no es una productora. La película surge de una de estas iniciativas. A la propuesta inicial la nombramos “Talento integrado” y proponía realizar largometrajes con sólo cinco jornadas de rodaje. Obviamente no cualquier guión, no cualquier propuesta se adapta a ser filmado en sólo cinco jornadas.

–Se adapta a las posibilidades.

–La industria no tiene espacio para todos los realizadores. Pero hay un camino paralelo donde si yo quiero hacer una película, puedo no depender de recibir financiamiento millonario. Hoy el principal financiamiento es del Estado, del Incaa. Pero la industria no tiene lugar para albergar a todos los realizadores, técnicos y gente que quiere pertenecer al mundo del cine. Entonces la propuesta es no quedarse esperando a que a uno le digan que puede, que lo habiliten o lo financien. Si yo tengo algo que contar, si vos tenés una cámara y te gusta la fotografía y aquel es actor y tiene ganas, lo hacemos. Las reglas las ponemos nosotros. Lo de los cinco días de rodaje tiene que ver con que toda esta gente que se reúne aporte su tiempo y talento durante una semana nada más, cinco días.