El balance por el potente sismo que provocó corrimientos de tierra en el norte de Japón aumentó a 30 muertos ayer, mientras decenas de miles de rescatistas siguen buscando supervivientes atrapados en el barro. La mayoría de los muertos se registraron en la pequeña localidad rural de Atsuma, donde un conjunto de viviendas quedó destrozado por el derrumbe de una ladera provocado por el terremoto, de magnitud 6,6 y que dejó unas profundas cicatrices marrones en el paisaje. Unos 40.000 efectivos de rescate buscan supervivientes con ayuda de excavadoras, perros y 75 helicópteros, según un portavoz gubernamental. Aún hay 31.000 hogares que no tienen agua y unas 16.000 personas están evacuadas en albergues. El sismo también derribó varias casas y muros en Sapporo, la principal ciudad de la región, aunque la mayoría de las víctimas se registraron en el corrimiento de tierra de Atsuma. Los vuelos internacionales se reanudaron en el principal aeropuerto de Sapporo este sábado, un día después de que los trenes de alta velocidad volvieran a funcionar. El sismo del jueves fue el último desastre natural que golpeó el país en las últimas semanas. Partes del oeste del país todavía se están recuperando del tifón más potente que golpeó Japón en un cuarto de siglo, que mató a 11 personas y obligó a cerrar el principar  aeropuerto regional.