Citlalli Hernández Mora, la senadora más joven de México, nació en 1990. Ese mismo año, en un debate entre intelectuales organizado por Televisa, el escritor peruano Mario Vargas Llosa afirmó sin titubear que México era una “dictadura perfecta”. El Partido Revolucionario Institucional, el PRI, que gobernaba el país de forma ininterrumpida desde 1929, había sido acusado de fraude en las presidenciales de 1988. De alguna manera, la dudosa elección de Carlos Salinas de Gortari marcó el fin de una época. Comenzaba el deshielo político y los partidos se entusiasmaban con la idea de competir y disputarle poder al PRI. Pero el país que había llevado adelante una política económica autónoma y una diplomacia amistosa hacia América Latina empezaba a resquebrajarse. México adoptó posiciones más cercanas a Estados Unidos, liberalizó su economía, firmó un tratado de libre comercio que hundió al campo y expulsó a millones de mexicanos al otro lado de la frontera. Lo único que crecía era la desigualdad y la expansión de las organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico. Ese es el México que conoce la generación de Citlalli Hernández.

En 2004, el gobierno del entonces presidente Vicente Fox, del Partido Acción Nacional, se valió del apoyo de su histórico rival, el PRI, para impulsar el desafuero del jefe de Gobierno de la ciudad de México. La medida resultó exagerada para la mayoría de los mexicanos. El jefe de Gobierno era Andrés Manuel López Obrador, que competiría por la presidencia dos años más tarde. El intento por encarcelarlo y sacarlo del juego electoral volcó a miles de personas a la calle. Entre esos miles estaba Citlalli Hernández, que tenía apenas 13 años. Era el surgimiento del movimiento obradorista. “En ese momento me empieza a llamar la atención la figura de Andrés Manuel. Rompe varios esquemas sobre lo que pensaba que era la política en México”, asegura la senadora.

López Obrador perdió en 2006 frente al delfín de Fox, Felipe Calderón. La diferencia entre ambos fue de 0,57 puntos y la sospecha de fraude, generalizada. Esa vez Citlalli Hernández no pudo votar porque era menor de edad. Tendría que esperar seis años más. Pese a la derrota, López Obrador -o AMLO, como lo llaman en México-, se perfilaba como el candidato del cambio por llegar, y el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, en el partido de los descontentos. Citlalli Hernández participó de la formación de Morena en los barrios de la ciudad de México, y también del movimiento #YoSoy132, cuando los estudiantes marcharon para denunciar la alianza entre Televisa y Enrique Peña Nieto, que culminó con el regreso del PRI al poder.

Luego de ser diputada local por el municipio de Iztacalco, en ciudad de México, Citlalli Hernández ganó una encuesta interna de Morena y fue elegida candidata a senadora nacional. El pasado 1° de julio ganó su banca, el mismo día en que los mexicanos convirtieron a López Obrador en su presidente. Todo está por rehacerse en México, donde se registran 90 asesinatos por día y donde el 46 por ciento de las personas vive en la pobreza. Citlalli Hernández prometió estar a la altura del desafío. “Nuestro país está sumido en altos niveles de marginación, de pobreza y de falta de oportunidades. Lo que busca el próximo gobierno es empezar a generar oportunidades para garantizar los derechos más elementales a toda la población. Educación, salud y empleo”, enumera. Como dijo el propio López Obrador la noche del triunfo, su ambición es pasar a la historia como un buen presidente. En contexto, es más que una frase bienintencionada. Es un deseo compartido por millones de mexicanos, especialmente por los más jóvenes.