Graciela Montes es una figura única en el campo de la cultura argentina. Escritora, editora, ensayista, teórica y traductora, su mirada estuvo siempre centrada en la literatura para los pequeños lectores. Su mayor mérito radica en la calidad, profundidad y profesionalismo de sus escritos. Le otorgó a la literatura para niños un estatuto inédito en la Argentina. En la literatura de Graciela Montes cada palabra significa más, adquiere múltiples sentidos, cobra el valor necesario para abrir las puertas a un mundo ficcional de dimensiones ilimitadas. Ahí está, para demostrarlo, Historia del ratón feroz. Retomando sus propias palabras, Montes desecha el lenguaje “oficial”, o nominal, que sólo designa, y privilegia el lenguaje “natural”, expresión artística inspirada en el habla de los niños, cargada de sentimientos, olores, pareceres, posiciones, sensaciones. Montes consigue que la lengua recupere su estado de infancia. Este ideal lingüístico otorga a las historias narradas un protagonismo que atrapa a los niños. Así lo atestiguan las ediciones de Historia de un amor exagerado. En la literatura de Montes nada es por azar y todo es genuino. Es la ética la que impone las reglas de su poética. Habita sus obras un espíritu de juego, de disfrute de la magia de la vida cotidiana, de libertad y plenitud existencial. Los argumentos de sus cuentos son infrecuentes. Lo mínimo, lo menos, lo pequeño, el débil, el desvalido, el pobre, el inofensivo, se enfrentan a lo grande, lo poderoso, lo impuesto, lo feroz. Montes apuesta a un mundo donde se acortan las distancias, donde la ética despliega otra mirada y modifica al mundo. Propicia un cambio en los puntos de vista, orientado hacia la tolerancia de los diferentes y la construcción en común. Su universo no es ingenuo, edulcorado o trivial, sino fuertemente ideologizado. “Si mi madre hubiese tenido dos tetas más, mis desdichas –y también mis dichas, en fin, mis aventuras–, no habrían siquiera comenzado. Y digo dos –aunque una sola habría bastado- porque he notado que las tetas vienen casi siempre de a dos (...) Nosotros fuimos once hermanos para diez tetas, y ahí estuvo el problema. Y yo, para colmo, que nací con hambre”, expresa el personaje de Casiperro. Tanto la protagonista Irulana y el Ogronte, como el mensaje de El club de los perfectos, o los habitantes de Y el árbol siguió creciendo, y los gatos de Más chiquito que una arveja, más grande que una ballena representan claramente posiciones “políticas” frente a los acontecimientos de la vida. Montes cruza mensaje político e imprevisibilidad, sorpresa y humor, y de esta manera equilibra compromiso social y autonomía artística.

* Crítica e investigadora, especialista en literatura y teatro para niños y jóvenes.