¿Qué dice el psicoanálisis sobre la discordia de las identificaciones? ¿De dónde viene esa discordia? Hay raíces que podemos estudiar en la propia constitución del ser como hablante, una discordia “estructural”. La relación con el lenguaje tiene un germen de discordia, nunca es exacta, está sujeta a una equivocidad causada porque primero hay un uso “gozoso” de la palabra, y luego comunicativo. Eso configura una polis que no es de comunicación recíproca entre emisor y receptor, sino de malentendidos que bien pueden ilustrarse como una Babel.

Desde la lógica imaginaria la identificación no es un proceso apacible sino que es agitado por una tensión con la apropiación del cuerpo como imagen, y también de discordia con el cuerpo del otro, la prestancia del otro amenaza la propia integridad. La fibra agresiva del proceso identificatorio puede rastrearse también en el Seminario de la Ética en la que el prójimo aproxima a la propia agresividad insondable; esta senda conduce a explorar la vecindad no como amigable naturalmente sino como amenaza de un goce del Otro que resuena como lo rechazado del propio ser. Esta resonancia de la alteridad del Otro sobre lo propio rechazado es una fuente para estudiar los fenómenos segregativos.

Hasta aquí la discordia palpita inevitablemente en el hablante por ser lenguajero, tener un cuerpo, y ser sexual…, podríamos decir que la dis-cordia en este nivel hace del hablante un viviente… ¡No se puede vivir sin discordia!

¿Por qué hay discordia en los vínculos? Hay también raíces de la discordia que podemos analizar desde los discursos que enlazan a las personas entre sí. Los discursos del Otro estructuran el lugar y los lazos del sujeto. Las variantes de discursos que determinan al sujeto son una vía de investigación: por ejemplo (el discurso) del amo lo capta en una identificación, el pseudo discurso capitalista lo empuja al consumo y a quedar consumido y desinteresado por la verdad, el (discurso) universitario produce identificaciones de evaluación o calificación. El discurso histérico hace del síntoma su comando.

Más allá de estas variaciones, Lacan da una clave como núcleo de discordia de todo discurso: “el saber que trabaja siempre depende en primer lugar del rasgo unario, y luego viene todo lo articulable como significante, eso instaura una dimensión de goce… lo que lo agita, lo anima no es un saber armonizante que vincule Umwelt con Innwelt (mundo interior con medio), sino la función de plus de goce”. Es quizá una orientación fundamental  para explicar todo fenómeno de masa como soporte de las identificaciones: la inserción del sujeto a la masa, o en otras palabras la conexión entre su “mundo interior” con “el medio”, no está animada por la armonía ni por el Ideal purísimo sino por la coalescencia del Ideal con el goce. ¡Entonces el lazo con el Otro no es sin una discordia que lo anima! La brújula de este párrafo nos indica: primero está el afecto singular y discordante sobre el cuerpo, por ejemplo el de “un bigotito” del líder sobre cada cuerpo, luego sobre eso se monta el saber, los ideales y los vínculos.

El analista, finalmente, ¿qué posición frente a las discordias estructurales del “yo soy o tu eres”? Ni santo pacificador, ni peleador… el deseo del analista apunta a través de la vía del inconsciente a la puesta en juego de la elección o responsabilidad del sujeto con su representación, al aislamiento del acontecimiento de cuerpo que lo agita y… a un esfuerzo de poesía con lo inexorable de la discordia con el Otro.

 

* Codirector con Irene Kuperwajz de XXVII Jornadas de EOL sobre “Las discordias de las identificaciones 29 y 30 de set/18.