En la primera semana de setiembre, el costo de vida de las familias que habitan los barrios populares de Rosario ascendió a $ 27.089. Esto significa que lo que necesitó para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vestimenta, servicios de vivienda y transporte, educación y salud sufrió un incremento del 21% respecto a junio. De forma interanual, el costo de vida de un rosarino se incrementó un 46%. Hace un año, una familia humilde necesitaba  18.687 pesos para cubrir su canasta básica total, mientras hoy necesita 8.402 pesos más. Un hogar necesitó casi 11 mil pesos sólo para cubrir sus necesidades básicas alimentarias mientras un adulto necesitó poca mas de 3.500 pesos para no ser indigente. Estas son las principales conclusiones del estudio que será presentado hoy en el anexo del Concejo Municipal por la diputada nacional Lucila De Ponti y el concejal Eduardo Toniolli.

El relevamiento, realizado entre los días 1 y 10 de septiembre por el Centro de Estudios Económicos Scalabrini Ortiz, busca dar cuenta de la realidad económica que viven los vecinos de los barrios más humildes de Rosario, midiendo el costo de la canasta alimentaria adquirida en los comercios de proximidad de cuatro de ellos: La República de la Sexta, La Lagunita, El Mangrullo, y Casiano Casas.

La presentación se da en el marco del debate en torno a la declaración de la Emergencia Social y Alimentaria en la ciudad, y pretende mostrar la evolución del impacto del precio de los alimentos en relación a los ingresos de los sectores populares.

El trabajo destaca que “los sectores de más bajos ingresos destinan una porción mayor de su presupuesto a bienes de primera necesidad, no formando parte de dicho presupuesto otros gastos que podrían considerarse de ‘lujo’ y que sí están presentes en otros estratos sociales”. Por eso la evolución de este indicador no se debe confundir con el de la inflación, cuyo índice medido por el INDEC, parte de un consumo genérico para todos los estratos sociales.

Este indicador del costo de vida de sectores populares corresponde a la medición y seguimiento de una canasta de 37 alimentos. Una de las advertencias de este trabajo es que “el Salario Mínimo Vital y Móvil de $ 10.701 no alcanza a cubrir ni la canasta alimentaria de una familia. Es decir, una familia que sólo dispone de un sueldo de éstas características, alcanza a cubrir tan solo el 40% del costo de vida de su hogar. Hoy dicho ingreso ni siquiera alcanza para cubrir las necesidades básicas alimenticias de una familia de un barrio popular: le faltan casi 300 pesos para atender sus necesidades.

A los jubilados no les va mejor: mientras el haber mínimo de un pasivo es de $8.637, una vez deducido el monto que necesita para una alimentación básica, sólo le quedan $5.082 para poder cubrir el resto de sus costos fijos mensuales como pagar servicios, transporte y comprar remedios. A un activo tampoco le sobra: desde abril, un obrero de la construcción tiene un salario mensual $20.5872. Esta cifra no alcanza para cubrir la canasta básica familiar de consumo modesto. Para llegar a cubrir esta canasta un obrero de la construcción debería trabajar más de 12 horas diarias.