El Estado es la articulación política y administrativa de la sociedad. Es la herramienta que tiene el presidente para desarrollar y coordinar políticas. Su constitución depende de las prioridades de cada gobierno, así como del momento histórico y de las tareas que deba realizar. Habiendo pasado la mitad de su mandato, el presidente Mauricio Macri tomó la decisión de reducir su gabinete de veintidós a diez ministerios, fusionando varias de las carteras, entre ellas las de Educación, que se unificó con Cultura y Ciencia y Tecnología; Trabajo con Producción y Salud con Desarrollo Social. 

El doctor en Ciencias Sociales Osvaldo Iazzetta, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) cree que este cambio en la conformación del gabinete tiene que ver con un mensaje simbólico hacia los organismos de crédito internacional y el mundo de las finanzas, pero si representa o no un achicamiento del Estado se deberá ir evaluando según se determinen las partidas en el presupuesto del año próximo. Aunque resalta la desjerarquización de carteras que tuvieron un peso importante como salud, educación y trabajo. 

El investigador considera que en realidad lo llamativo es que un presidente que asumió cuestionando la ampliación de la planta del Estado que realizó la gestión anterior, haya aumentado la superestructura estatal, elevando de catorce a veintidós los ministerios. De esa cantidad de ministros sólo hubo antecedentes históricos en el gobierno de Perón, luego de que se promulgó la Constitución de 1949. Desde esa fecha, la cantidad de ministros se redujo y se mantuvieron entre diez y catorce después de la vuelta de la democracia. 

Ya en 1513, Nicolás Maquiavelo en su libro “El príncipe”, decía que una de las primeras cosas por las que se evalúa al príncipe es por los colaboradores de los que se rodea, siguiendo el consejo de Maquiavelo uno podría juzgar al presidente por los colaboradores que elige para formar su gabinete. 

El gabinete de un presidente puede analizarse desde distintos puntos de vista, uno es el histórico acerca de cómo se fueron transformando las distintas carteras y sus denominaciones. “Un gabinete es una construcción histórica y su constitución es contingente, no sólo por los acentos que cada gestión quiere poner en cada área sino por los reclamos sociales presentes en cada momento. Por ejemplo, cuando Perón asume al gobierno suprime la cartera de agricultura, que había existido desde principios del siglo XX y en su lugar aparecen el Ministerio de Economía y el de Industria y Comercio. Eso indica un reflejo de los cambios que se iban sucediendo a nivel de la economía y la sociedad del país”, afirma el Profesor y agrega: “Cuando esto no sucede se devela un distanciamiento entre las prioridades del gobierno y la sociedad en la que está operando.”

Otro de los puntos de análisis es la conformación de un gobierno, cómo se constituye el gabinete y la forma en que se relaciona con el presidente. En un sistema presidencialista, el presidente tiene la potestad de elegir a sus colaboradores. En este sentido, Iazzetta considera que el actual gobierno no contempla algunas cuestiones como la paridad de género, o el origen político y regional de sus ministros, en su mayoría son hombres provenientes del núcleo duro de Cambiemos y originarios de la ciudad y provincia de Buenos Aires: “El impacto simbólico que tiene para la sociedad la conformación de un gabinete debe ser tomado en cuenta. Hay cuestiones de género, culturales y de la formación profesional de los ministros que hacen que el gabinete pueda ser más amplio o más cerrado, y esto determina, en algún sentido, la agenda que maneje ese gobierno, los temas de interés y los valores que promueva.” 

En esta misma línea, se analiza el tipo de relación que el presidente mantiene con sus ministros, si es una relación radial, donde el mandatario se reserva el lugar de actuar como pivote del gabinete y todos le reportan a él, o si funcionan como un cuerpo de decisión colectivo. En general, con los presidentes muy personalistas el  gabinete no aparece como instancia colectiva de deliberación, “Esto sucedió tanto en el caso de Néstor Kirchner como en el de Cristina Fernández y también de Alfonsín. Una de las razones por las que Macri armó un gabinete tan amplio podría ser una gran dosis de personalismo y para evitar, en el caso de Economía, que se constituya un ministro fuerte que pueda hacerle sombra, razón que explicaría por qué dividió tan fuertemente la cartera”. 

Hay otra lectura que tiene que ver con una mirada interna del Estado, es tomar en cuenta qué capacidades técnicas y analíticas reúne, qué planta asignada tiene, qué recursos, qué grado de recambio posee cada Ministerio. 

Las capacidades internas de la planta estatal son determinantes a la hora de generar políticas, determinan cuál es la brecha entre los propósitos del gobierno y las capacidades disponibles para llevarlos adelante: “El politólogo Oscar Oslak sostiene que el problema de la Argentina es que hay organismos estatales donde sobra personal y otros donde falta. Cuánto Estado es necesario es una pregunta que puede responderse ponderando cuales son los espacios prioritarios donde faltan agentes y donde hay demás. Pero un desmantelamiento indiscriminado de la estructura estatal puede implicar una mayor desprotección de la ciudadanía y la expulsión de personal, especialmente de personal técnico capacitado, puede limitar o anular la capacidad estatal de formular e implementar políticas estratégicas, y no hay gobiernos sin implementación y formulación de políticas”. 

Iazzetta sostiene que el neoliberalismo se basa en la creencia que un Estado más chico es más eficiente y si una enseñanza dejó el gobierno menemista en la Argentina es que esto no siempre es mejor: “Cuando Menem recibe el gobierno, la planta estatal de la nación era de 900.000 empleados, cuando entrega el poder ese número se había reducido a la tercera parte, el mismo número de empleados que había a finales del siglo XIX, cuando el Estado estaba compuesto en su mayoría por fuerzas coercitivas. Esta reducción fue el resultado del traslado a las provincias de la administración de escuelas y hospitales, generando una gran fragmentación regional en salud y educación. El Estado Nacional a finales de la década de 1990 había quedado reducido a funciones de seguridad, política interior y de política fiscal”. 

Un presidente no necesariamente tiene todos los saberes técnicos para entender el funcionamiento del mundo con el que debe operar, es necesario un aparato estatal que le garantice capacidades técnicas y analíticas para lograr esa comprensión, sin importar el color político de quien llegue al gobierno. “No hay Estado si no hay capacidad de reunir y analizar información compleja, se necesita masa crítica que sea capaz de reunir, analizar y elaborar esa información para entender en qué mundo está operando; después el gobernante puede elegir entre las distintos escenarios y alternativas que se le ofrecen, esas capacidades no siempre vienen con los gobiernos sino que ya deberían estar disponibles en el Estado”, destaca el docente. 

Iazzetta considera que es importante que el Estado desarrolle esas capacidades, que tenga elencos permanentes, profesionalizados, capacitados y que no dependan de los vaivenes políticos. “Hay Estados que son mucho más sólidos que el nuestro, incluso en América Latina, porque han garantizado elencos administrativos muy calificados que son estables al margen de los cambios políticos que sufra el país. Argentina tiene en ese sentido cierta debilidad, y eso es una diferencia con otros países donde hay más Estado”.