Argentina siempre fue y es una economía periférica, gobernada hoy por una plutocracia que busca cambiar los precios relativos con el objetivo de incrementar los ingresos de los bancos, los terratenientes y los concesionarios de los servicios públicos. La característica de una economía periférica es la tener un porcentaje de pobres superior al de los países centrales y una tasa ganancia superior para los empresarios.

Como hemos visto con la primera ley de Engel, el aumento del ingreso real de los trabajadores va acompañado de un cambio en lo que se denominan los precios relativos; vale decir, la relación de los precios de los distintos bienes entre sí y con respecto a los salarios. En la mayoría de los países industriales, esto ha ido a la del crecimiento del poder de compra de los salarios. Esta evolución se aceleró cuando se nacionalizaron o regularon los precios de los servicios públicos, como en Argentina lo hizo Juan Domingo Perón. 

La regulación de las tarifas es indispensable sea quien fuere el propietario de los servicios públicos, ya que se trata de monopolios debido a la unicidad de la red de distribución y los precios pagados por esos servicios no deben interferir negativamente en el desarrollo económico, sino que deben promoverlo. 

Néstor Kirchner tuvo que enfrentar la pobreza absoluta debido a la terrible crisis económica del 2001-2002, donde las necesidades vitales y primordiales de una alta proporción de la población, en vestimenta, salud, vivienda, alimentación insuficiente e inadecuada no estaban satisfechas. Algunos economistas neoliberales sugirieron al presidente en ese momento que debía aceptar la consolidación de la situación tal cual, vale decir mantener a los excluidos aislados del modo de consumo al cual aspiraban, pero Kirchner no aceptó. El macrista Javier González Fraga, en una entrevista, consideró que durante el gobierno peronista “Le hicieron creer al empleado medio que podía comprarse plasmas (…) y viajar a Europa  (lo cual) no era normal. No era sostenible”. EL comentario gorila y despectivo para los trabajadores afirma que el aumento del consumo tiene un efecto negativo en el crecimiento y que existe un estructura de los precios relativos que implica un empobrecimiento de la mayoría, pero que permite promover un futuro incremento de la inversión.

La relación del salario “del empleado medio” con el precio de algunos bienes que, según él, no era sostenible, admite implícitamente que hubo un incremento del nivel de vida de los que ganan menos que permitía comprar bienes alimentarios de mejor calidad, electrodomésticos porque hubo un cambio de los precios relativos. La estrategia del presidente Néstor Kirchner, y de CFK más tarde, inspirada en la política enunciada por el general Perón, fue la de fijar a niveles razonables las tarifas de los servicios públicos que forman parte de los bienes tratados por la primera ley de Engel. Esta estabilidad de las costos y tarifas de los bienes esenciales servicios públicos permitió que con el remanente del salario, se puedan comprar otros bienes que permitieron aumentar la demanda que, como lo indica el acelerador, incitaron a un incremento de la inversión. 

Estas medidas, este cambio de paradigma, son lo que Macri calificó de “despelote” cuando defendió el incremento de las tarifas de la electricidad. La Universidad de Avellaneda publicó un trabajo donde muestra como los servicios públicos absorben una parte creciente del presupuesto de los hogares, lo cuál provoca una disminución del remanente de ingreso para la compra de otros bienes, que conlleva a una baja del consumo y provoca recesión. 

Que la regulación de las tarifas no sea satisfactoria para los dueños concesionarios monopolistas de los servicios, ya que limita sus ganancias, no significa que sea desacertada para el país. Cuando Macri considera que se trata de algo “demasiado complejo” defiende a los monopolistas de la energía y quiere retrotraer al país a la situación de la pobreza monetaria que se combinaba una real penuria de bienes disponibles vigente entre la dictadura militar y el 2003. Pero la política de los gobiernos peronistas, conviene recordar, logró que en 2011 la producción argentina de automotores llegara a las 830.000 unidades, según la Asociación de Fábricas de Automotores.

El cambio en los precios relativos, que provoca el incremento impresionante de las tarifas de los servicios públicos, de los precios de los alimentos y otros derivados del sector agropecuario provocado por la supresión de las retenciones genera una contracción de la demanda de otros bienes y desalienta la inversión y deriva en recesión.

* Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de París. Autor de El peronismo de Perón a Kirchner, Ed. de L’Harmattan, París 2014. Editado en castellano por Ed. de la Universidad de Lanús, 2015.

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