La movilización hacia Plaza de Mayo tuvo una potencia que la distingue sobre otras del mismo tenor.

 En primer lugar, es difícil encontrar antecedentes de semejante asistencia en una marcha convocada por movimientos sociales y gremios estatales.

 La cantidad de gente fue estremecedora, más allá de las estériles discusiones que casi siempre se dan en estos casos sobre números precisos.

 El clima de amedrentamiento provocado sobre el puente Pueyrredón, durante la mañana, fue superado gracias a una organización notable de la dirigencia de los manifestantes.

 Hasta el comienzo de los discursos, la prensa oficialista prácticamente ignoró la dimensión de esa multitud que marchaba hacia la Plaza y sólo privilegiaba las declaraciones de Macri en Estados Unidos con la novedad de que está dispuesto a “competir” electoralmente. Recién prestaron atención, hacia media tarde, para mostrar la palabra de los referentes como un inequívoco signo de incitación a la violencia.

 Los discursos estuvieron a la altura de las circunstancias sencillamente porque hay una relación directamente proporcional entre la gravedad de la crisis y la necesidad de ese movimiento masivo por encontrar respuestas que no sean medias tintas.

 Hugo Yasky hizo un racconto breve y preciso de otras etapas de la historia argentina en que la resistencia y movilización populares se hicieron imperativas, frente a modelos reaccionarios bien que de aplicación diferente pero con el mismo sentido de exclusión social.

 Nadie llamó a violencia alguna. Y más aún, si se quiere hilar fino pudieron haber faltado referencias a que lo violento es precisamente aquello que propicia un plan económico arrasador de todo cuanto se había conquistado.

 Sí se dijo que debe caer el modelo económico, que el ajuste llegó hasta acá, que con un paro no alcanza, que hará falta más y más protesta.

 ¿Qué tipo de discursos esperaban frente a una movilización de ese tamaño? ¿Alguno que llamara a comprender los esfuerzos del Gobierno por repartir la torta de una manera más equitativa? ¿Aguardaban un defensa del déficit cero?

 El tercer componente del acto, sin olvidar que las marchas se dan en todo el país, es que se potenció el espíritu de cierto consuno entre los sectores más combativos de la CGT y ambas CTA. Y se sumó la presencia de varios intendentes del conurbano que no siempre venían actuando en la misma sintonía.

 Agregado, gestos políticos entre los cuales sobresalió –y el aparato mediático macrista ya tomó nota- la reunión de Sergio Massa, Facundo Moyano y Marco Lavagna con dirigentes sindicales.

 Lejos de haberse cerrado nada, en términos de bloque unificado con ancla político-gremial, es lo que señala aquí Martín Granovsky en su nota sobre “La protesta en cinco claves”: lo nuevo es la cantidad y diversidad de los motores en marcha.

 El paro lo expresará como nunca en lo que va del gobierno de Macri.