Samira necesita urgente medicación oncológica. No se la dan. Su situación es una muestra del estado de las mujeres trans y las travestis ingresadas al sistema penitenciario bonaerense. La falta de oportunidades de trabajo y educación las empuja a subsistir en las calles, como pueden. Mientras tanto, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires se niega a reglamentar la ley de cupo laboral travesti  trans.

Lidia, la hermana de Samira, acudió por ayuda a la agrupación Otrans Argentina. Samira –mujer trans de 36 años, migrante paraguaya– estaba detenida en la Unidad 32 de Florencio Varela. Se quejaba hacía mucho tiempo de fuertes dolores abdominales y de tener una pierna inmovilizada. Ni la Justicia ni el Servicio Penitenciario Bonaerense le prestaron atención. “La secretaria del juzgado me respondió que no sabía que O. (nombre masculino) era Samira”, afirma Coralia Ojea, abogada de Otrans.

“Junto con la Comisión Provincial por la Memoria hicimos una presentación al juzgado de Ejecución. Samira fue perdiendo sus documentos de identidad argentino y paraguayo en medio de distintos traslados. Conseguimos que la lleven a revisar al Hospital Mi Pueblo de Florencio Varela donde le detectaron VIH sin tratar, tuberculosis y pancreatitis, y a través de una serie de estudios confirmaron que padece cáncer de páncreas. Samira seguía con una pierna inmovilizada y con dolor muy fuerte. Mientras estuvo internada –no obstante el dolor– le engrillaron esa pierna a la cama. Resultó que era el síntoma de un tumor en la columna. El guardia del Servicio Penitenciario Bonaerense que la custodiaba era varón. Una violación a su intimidad, porque el guardia la veía desnuda cada vez que Lidia le acomodaba la ropa de cama o la higienizaba”, describe Coralia Ojea.

“Luego derivaron a Samira nuevamente al penal y de allí al Hospital El Cruce, donde la operaron y le detectaron el tumor en la columna. Tenía bajo peso porque en el pabellón no comía lo necesario. Logramos que le den detención domiciliaria desde hace poco más de una semana. Pero no conseguimos que le entreguen los remedios oncológicos porque le falta el documento argentino y sin el DNI no puede entrar al programa de medicación”.

Hay 52 mujeres trans y travestis detenidas en la Unidad 32 de Florencio Varela. Ni siquiera disponen de los elementos adecuados para hervir el agua contaminada del penal. Muchas de ellas viven con VIH y no tienen tratamiento. Muchas padecen tuberculosis. Pero las autoridades de la provincia eligen no hacer nada.